¿Qué esperar de Cuba en la Liga de Naciones de Concacaf?

Sin la certeza de que podrán jugar sus partidos de local en Cuba y sin confirmación de que podrán recuperar o incorporar futbolistas que no estuvieron en la Copa Oro, el panorama de la selección es incierto rumbo a la Liga de Naciones.

Tras una decepcionante Copa Oro, Cuba tendrá otro duro reto en la venidera Liga de Naciones de Concacaf. Foto: Matias J. Ocner/Miami Herald

El fútbol de selecciones no descansa. Con el batacazo de la Copa Oro aún fresco en las memorias, la selección absoluta de Cuba pone su mirada en el nivel A de la Liga de Naciones de Concacaf, cuya edición 2023-2024 arrancará tan pronto como el próximo mes de septiembre.

Tras el sorteo celebrado el 16 de mayo en el ciudad estadounidense de Miami, los Leones del Caribe quedaron ubicados en el grupo B, donde competirán con Jamaica, Haití, Honduras, Suriname y Granada. Los dos mejores de este apartado avanzarán hacia a los cuartos de final de la lid, mientras los dos peores serán relegados al nivel B para la siguiente edición.

Esto se definirá tras jugarse cuatro jornadas bajo el poco ortodoxo sistema suizo, en el que las selecciones involucradas no tendrán que enfrentar a todos los rivales de su llave, sino a los que “les toquen”. Esta suerte también ya está echada, y el calendario que le deparó a Cuba —en comparación con el que le tocó al resto de los equipos del grupo— parece la crónica de una muerte anunciada.

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Los antillanos debutarán el 8 de septiembre ante Haití, en condición de visitante. Cuatro días después deberán recibir a Surinam para cerrar su calendario un mes más tarde con dos partidos ante Honduras, el primero de ellos en condición de local el día 12 de octubre, y el segundo tres días más tarde en suelo catracho.

Si tomamos como referencia las recientes actuaciones de la selección cubana y sus contendientes, un análisis objetivo de nuestras posibilidades en este apartado invita a pensar que el objetivo de los cubanos debe ser evitar el descenso.

A priori, Granada tiene todas las papeletas para ser el primer descendido, mientras que Jamaica, Honduras y Haití parecen estar uno o varios peldaños por encima de los nuestros. Así que el segundo relegado a Liga B debería estar entre Cuba y Surinam, este último un equipo nutrido de jugadores que militan el fútbol del Viejo Continente, aunque esto de nada les valió durante los playoff clasificatorios a la Copa Oro, donde un humilde y ordenado Puerto Rico logró cerrarles el arco durante 90 minutos y mandarlos a casa en tanda de penales.

En la lucha directa entre surinameses y cubanos, los primeros parecen salir con cierta ventaja, algo que podemos intuir a partir del calendario de ambas selecciones. Asumiendo —muy generosamente— que Cuba, en su condición de local, pueda tener un ligero favoritismo en el enfrentamiento directo ante Surinam, esto solo bastaría para sumar tres puntos. Pues, siendo objetivos, parece más complicado poder arañar alguna otra unidad contra el resto de nuestros rivales.

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Por otra parte, los Suriboys gozan de un calendario mucho más generoso. Y, aún si cedieran en sus encuentros ante Cuba y Haití, tienen en su itinerario dos enfrentamientos contra Granada, rival ante el cual, si la lógica se impone, terminarán sacando seis unidades.

Otro de los equipos del grupo cuyo desempeño habría que seguir de cerca sería Haití. Tanto en el papel como en la práctica, Les Grenadiers son superiores a varias de las selecciones que integran la llave, pero tienen un calendario bastante complicado y podrían dejarse algunos valiosos puntos en el camino.

Tras recibir a Cuba en la primera jornada, los haitianos deberán trasladarse a Jamaica para verse las caras ante la favorita selección local. Luego, y también en condición de visitante, se medirán a Surinam para cerrar ante Jamaica, esta vez, haciendo las veces de anfitrión.

Ante este panorama, los Leones del Caribe necesitan ganar al menos dos de sus cuatro partidos para asegurar la permanencia en el máximo nivel de la Liga de Naciones en Concacaf, algo que se vislumbra bien complicado si se repiten las recetas que observamos semanas atrás.

Será fundamental haber tomado nota de los errores cometidos desde el banquillo, recuperar a los jugadores que por una razón u otra no tomaron parte en la Copa Oro, así como sacar el mayor provecho posible a los partidos de local.

Sobre este último punto se cierne una señal de alarma. Y es que durante la primera edición de la Liga de Naciones Cuba se vio forzada a jugar de local en Islas Caimán, toda vez que ningún estadio dentro de la isla contaba con los requerimientos establecidos por Concacaf para acoger partidos del nivel A.

Uno de estos requerimientos era contar con el alumbrado para jugar de noche, tema que hoy, cuatro años después y a menos de dos meses del arranque de la competición, continúa siendo una asignatura pendiente para la dirección del más universal en el país. Y a menos que dicha reglamentación haya cambiado, este disparo en la pierna volvería a ser parte del maltrecho paisaje del fútbol cubano. Crucemos los dedos.

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