La guerra contra Al Shabab: los drones

En 2022 el Gobierno de Somalia declara guerra total contra la organización filial de Al Qaeda. Y pide a EE. UU. más asistencia militar.

Foto: Army Times.

Foto: Army Times.

La creencia de que la organización terrorista Al Shabab está debilitada o derrotada está errada. Surgida hace casi dos décadas, ha desafiado en efecto todas las predicciones terminantes sobre su futuro. Hoy es la filial numéricamente más fuerte de la red de Al Qaeda y todavía controla grandes extensiones de territorio somalí. Algunos expertos creen que se trata de la organización yihadista más fuerte de África.

Golpeada por las fuerzas etíopes que intervinieron en Somalia de diciembre de 2006 a principios de 2009, Al Shabab resurgió como un ave fénix. En 2011 fue expulsada en gran medida de Mogadiscio, la capital, pero siguió lanzando ataques terroristas en la urbe. El 12 de septiembre de 2012, mientras el presidente electo Hassan Seikh Mohamud se encontraba con dignatarios extranjeros que asistirían a su ceremonia inaugural, dos atacantes suicidas y dos hombres armados de Al Shabab, vestidos con uniformes militares somalíes, atacaron el Hotel Jazeera, con un saldo de 10 muertos. Los jefes de Estado y Gobierno salieron ilesos por pura intervención de la Providencia.

El 3 de septiembre de 2013 detonaron una bomba cerca de los vehículos del convoy del presidente en Merca. Un soldado somalí fue herido; el presidente Mohamud tuvo suerte por segunda vez. Dos años más tarde, el 7 de octubre de 2015, efectivos de Al Shabab emboscaron y asesinaron al Dr. Osman Liban, sobrino del presidente, mientras su automóvil se desplazaba por un barrio de Mogadiscio.

Pero las acciones de Al Shabab no se han quedado en el plano interno. Entre 2008 y 2015 llevaron a cabo 272 ataques contra Kenia. Una de las más connotadas de este periodo es la matanza de Westgate (2013), el principal centro comercial de Nairobi, la capital. Al mediodía del 21 de septiembre, efectivos de Al Shabab irrumpieron en la instalación lanzando granadas y disparando indiscriminadamente contra los presentes, incluidos mujeres, niños y ancianos. 

Al-Shabab o los mensajeros de la muerte

En 2015 asesinaron a 147 personas en una universidad de Kenia. Al año siguiente, en febrero de 2016, se descubrió un complot para derribar un avión de pasajeros, aunque no tuvo éxito. Más tarde, Estados Unidos acusó a un keniano que había estado recibiendo lecciones de vuelo en Filipinas de planear un ataque al estilo del 11 de septiembre en nombre de Al Shabab. Y en enero de 2020 mataron a más de una docena de estadounidenses en África Oriental, tres de ellos en una base militar de las fuerzas antiterroristas en Kenia.

Finalmente, el 20 de agosto de 2022 efectivos de Al Shabab irrumpieron en el hotel Hayat de la capital somalí —un lugar de reunión habitual de funcionarios gubernamentales— y lo sitiaron durante 30 horas antes de que las fuerzas de seguridad pudieran recuperar el control. La operación provocó la muerte de más de veinte personas. Puede haber sido un intento de intimidar al presidente Mohamud. 

El presidente Mohamud declaró una “guerra total” contra Al Shabab, que tuvo dos fases.

La primera comenzó ese mismo mes. Los militares somalíes se unieron a las milicias organizadas por distintos en clanes en el centro de Somalia, una imbricación que ayudó a producir retrocesos significativos de los terroristas en las zonas que ocupaban en esa geografía.

Somalia military launches second phase of campaign to wipe out al-Shabab

La segunda tuvo el objetivo de avanzar hacia el sur de Somalia, un tradicional bastión de Al Shabab. “Queremos eliminar a Al Shabab del país en los próximos cinco meses”, dijo Mohamud. “Si no los eliminamos por completo, tal vez queden pocos focos con algunos inofensivos Al Shabab que no puedan causar problemas”.

Estados Unidos en Somalia

El conflicto somalí ha estado históricamente caracterizado por la presencia de actores externos, entre ellos Etiopía, Kenia y Turquía. Estados Unidos ha sido y es una de esas fuerzas protagónicas, en primer lugar, con su poderío aéreo y sus ataques con drones, de larga data en esta prolongada guerra.

El 7 de enero de 2007 un avión de combate AC-130 guiado por la vigilancia de un avión no tripulado Predator disparó contra agentes de Al Qaeda involucrados en los atentados con bombas a las embajadas de Estados Unidos en Tanzania y Kenia (1998). Al menos ocho militantes murieron en la operación, las primeras bajas de la campaña estadounidense en Somalia.

El 23 de junio de 2011 la Administración Obama había aprobado el primer ataque con drones contra dos agentes vinculados a Al Qaeda en Somalia. De acuerdo con trascendidos, los militares estadounidenses tenían información de que terroristas somalíes se comunicaban frecuentemente con los de Yemen, donde el programa de aviones no tripulados había comenzado.

En marzo de 2017 el presidente Donald Trump aprobó una propuesta del Departamento de Defensa para dar a los militares más libertad para llevar a cabo operaciones letales en Somalia.

En noviembre de 2017 su Administración autorizó por primera vez un ataque contra efectivos de ISIS en Somalia. Ese mismo mes el Pentágono implementó una gran operación en la que murieron más de 100 militantes de Al Shabab. Y en octubre de 2018, el Comando África de Estados Unidos (Africom) llevó a cabo un ataque en Haradere, que provocó la muerte de entre 60 y 117 militantes. En enero de 2019 drones estadounidenses bombardearon la localidad de Jilib; eliminaron entre 52 y 73 terroristas.

Foto: The New Arab.

Adicionalmente, en noviembre de 2022 el presidente Hassan Sheikh Mohamud le solicitó al Gobierno de Estados Unidos flexibilizar las restricciones sobre lo que constituye un ataque colectivo de autodefensa. También considerar ciertos territorios de Somalia como zonas de guerra. Esta es la base doctrinal para el lanzamiento de operaciones ofensivas y ataques letales contra los miembros de Al Shabab.

De acuerdo con Africom, esas acciones desde el aire han sido efectivas para reducir “la capacidad de Al Shabab de planear futuros ataques, perturbar sus redes de liderazgo y degradar su libertad de maniobra”. “Nos permite perseguir objetivos de una manera más rápida”, dijo el general Thomas Walhauser.

Foto: The Washington Post.

Entre los más recientes bombardeos con drones y sus resultados:

El problema de esas operaciones es que su asepsia dista de ser literal y por consiguiente implican costos para la población civil de las áreas bombardeadas, codificados en el argot militar cono CIVCAS (civilian casualties) o daños colaterales.

Los estimados de esas víctimas civiles suelen compilarse en informes de prensa y relatos anónimos. A veces, el ejército estadounidense tiene a bien investigar cuando hay muertos o heridos fuera de foco. Sería el caso, si se confirma la noticia de su muerte circulada por los militantes de Al Shabab, de los médicos cubanos secuestrados en Jilib, localidad objeto de frecuentes operativos aéreos debido a su centralidad en el mapa de la organización armada.

EEUU evalúa si ataque aéreo contra Al Shabab en Somalia mató a los dos médicos cubanos

En segundo lugar, está el empleo de fuerzas terrestres y de asesoría. Las operaciones antiterroristas estadounidenses en Somalia han incluido incursiones terrestres de efectivos militares. Este hecho distingue a Somalia de Yemen y Pakistán, donde las operaciones militares se han limitado, en general, a ataques con aviones no tripulados.

En mayo de 2022 el presidente Biden firmó una orden para redesplegar tropas estadounidenses, revirtiendo con ello la retirada ordenada por el presidente Trump de aproximadamente 700 soldados en enero de 2021, antes de terminar su mandato y como parte de sus esfuerzos para reducir la presencia militar estadounidense en el extranjero.

El secretario de Defensa, Lloyd Austin, solicitó el despliegue “para restablecer una presencia militar persistente de Estados Unidos en Somalia y permitir una lucha más efectiva contra Al Shabab”.

En la actualidad está compuesta por unos 500 efectivos.

Los terroristas de Al Shabab y los dos médicos cubanos: una cronología

Los drones turcos 

En 2022 aparecen en el panorama los drones turcos. El Gobierno somalí confirmó que drones armados producidos por la compañía turca Baykar estaban operando en Somalia, sumándose a los estadounidenses. Según fuentes oficiales, los operadores turcos trabajan en estrecha coordinación con los comandantes somalíes, quienes les proporcionarían las coordenadas de los objetivos.

“Turquía ha estado muy involucrada en los asuntos humanitarios y de seguridad de Somalia, pero la introducción de sus dones es nueva”, dijo Abdisalam Guleyd, analista de seguridad y exsubjefe de espionaje de Somalia.

Un dron de combate Bayraktar Akinci se muestra en una exposición aeroespacial en Estambul, Turquía, 27 de octubre de 2022. Foto: PBS.

“Tengo entendido que los drones de vigilancia han estado en el país durante un tiempo, pero durante su visita a Ankara, el presidente Hassan Sheikh Mohamud le pidió al Gobierno turco que apoyara militarmente sus esfuerzos contra los militantes, pero esta vez de manera diferente”.

Turquía ha entrenado tropas somalíes, sobre todo fuerzas especiales, pero hasta ahora no había participado en las operaciones contra Al Shabab.

Los drones Bayraktar TB2 han mostrado una probada eficacia en los conflictos en Libia, Siria y Nagorno-Karabaj, y más recientemente en la guerra entre Rusia y Ucrania, en la que han sido utilizados por los ucranianos.

La situación actual

“Ya sea que se pierda un campo de batalla o que alguien difunda información errónea, la lucha continuará. No se detendrá, no vamos a dar marcha atrás desde donde estamos”, afirmó en 2022 el presidente Mohamud. ”Lograremos la victoria final que buscamos. Lo importante es lograr una victoria final. La victoria final está cerca”.

Pero, aun cuando la ofensiva del Gobierno somalí contra Al Shabab no ha terminado, esa victoria no está ahí mismo. Un informe del Centro para Combatir el Terrorismo, de West Point, identifica sus logros:

Las operaciones han cobrado impulso y han demostrado que el ejército somalí ha logrado grandes mejoras durante la última década. El uso de milicias de clanes locales, así como el apoyo de drones estadounidenses y turcos, han actuado como multiplicadores de fuerza, y el Gobierno somalí finalmente está haciendo un esfuerzo concertado para perseguir la generación de ingresos de Al Shabab.

Pero más adelante evalúa sus problemas:

Es necesario centrarse más en una estrategia de “despejar y mantener” en lugar de limitarse a “buscar y destruir”. A largo plazo, hay varios factores adicionales que determinarán si Al Shabab puede ser derrotado definitivamente. Un factor será el grado en que las operaciones de contrainsurgencia puedan extenderse desde el centro de Somalia hasta los bastiones de Al Shabab en el sur. Un factor adicional será el grado en que la policía somalí pueda proteger a los somalíes comunes y a las empresas de la extorsión de Al Shabab. Otro factor será encontrar una manera de seguir movilizando milicias de clanes contra los terroristas sin crear rivalidades entre clanes y la fragmentación y militarización de la sociedad que permitieron el surgimiento de Al Shabab.

Ni el terror ni el horror han terminado.

 

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