España, dividida, vota entre dos grandes bloques

La ciudadanía decidirá si extiende la coalición de gobierno progresista o apuesta por un cambio que podría llevar por primera vez a un partido de ultraderecha al gobierno.

Fotomontaje: OC.

En enero de 2020 España estrenó por primera vez en su historia un gobierno de coalición conformado por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Unidas Podemos. Significaba el fin del bipartidismo y de la alternancia cíclica entre el PSOE y el Partido Popular (PP).

Este domingo, valorado por algunos como histórico, se celebran las elecciones anticipadas que forzó el propio presidente Pedro Sánchez tras el derrumbe de la izquierda en las pasadas elecciones autonómicas y municipales. 

El electorado decidirá durante esta jornada si desea continuar un enfoque de izquierda en el gobierno —ahora más diversificado tras la aparición de Sumar con la vicepresidenta Yolanda Díaz a la cabeza— o prefiere dar un timonazo hacia la derecha con la consecuencia, muy probable, de abrirle las puertas de La Moncloa al partido de ultraderecha Vox.

Aunque los líderes de los mayores partidos en contienda han orientado su campaña en buscar el máximo de votos para sus formaciones, todos saben que seguramente dependerán de pactos para conseguir la mayoría parlamentaria requerida.  

Ultiman detalles para el funcionamiento de colegio electoral, en Pola de Siero (Asturias), sábado 22 de julio. Foto: EFE/Eloy Alonso.
Ultiman detalles para el funcionamiento de colegio electoral, en Pola de Siero (Asturias), sábado 22 de julio. Foto: EFE/Eloy Alonso.

Desde el fin de la dictadura y la llegada de la democracia en 1978, por primera vez los españoles se ven de cara a actores políticos que a muchos les recuerdan, en las formas y en el fondo, la herencia del franquismo, remasterizado con los tonos del trumpismo al uso y la ola conservadora europea.

En este escenario, el argumento principal del candidato popular Alberto Núñez Feijóo para pedir el voto se ha concentrado en el afán de eliminar el “sanchismo”: “Sánchez o España”, dice. Mientras, Santiago Abascal, su posible socio y presidente de Vox, sostiene que esta será la oportunidad de salir del comunismo en España. 

Posturas antifeministas, antiinmigrantes, nacionalistas, negacionistas, que no son resueltamente corregidas o condenadas por el PP, forman parte de los discursos habituales en el llamado “bloque de la derecha” en el que resuenan los enunciados de Vox. Unos y otros acusan al gobierno de la crisis económica actual, a pesar de datos macroeconómicos favorables; y de condicionar sus políticas a los pactos con fuerzas separatistas (catalanas) y ex terroristas (vascas). 

El presidente del Gobierno y candidato socialista a la reelección, Pedro Sánchez (c-i), y su mujer Begoña Gómez (c-d) aguardan su turno para ejercer su derecho al voto en un colegio electoral de Madrid, este domingo. Foto: EFE/Ballesteros.
El presidente del Gobierno y candidato socialista a la reelección, Pedro Sánchez (c-i), y su esposa, Begoña Gómez (c-d), aguardan su turno para ejercer su derecho al voto en el colegio electoral de Nuestra Señora del Buen Consejo, Madrid, este domingo. Foto: EFE/Ballesteros.

Uno más uno es igual a cuatro

La España del bipartidismo tradicional hoy no existe. Lo que antes definían socialistas y populares, según el ciclo, ahora necesita pasar por el fuego cruzado de intereses diversos, bloqueos y pactos impensables tan solo una década atrás. 

Sin embargo, la reconfiguración del mapa político, con más actores determinantes después de la irrupción de Podemos y Ciudadanos como alternativas, y ahora de Sumar, también se ha simplificado en el actual enfrentamiento de bloques: la derecha versus la izquierda, con dos actores por bando.

Sin una alternativa de centro muy definida, y como viene sucediendo en buena parte de Europa, la “competencia“ al PP emergió desde el extremo más a la derecha del espectro político con Vox, partido nacionalista de discurso agresivo y polarizado en temas cruciales como economía, seguridad, inmigración, derechos sexuales y reproductivos, medio ambiente.

El líder de Vox, Santiago Abascal, ejerce su derecho al voto en el colegio Cristo Rey en Madrid, este domingo. Foto: EFE/ Rodrigo Jiménez.
El líder de Vox, Santiago Abascal, ejerce su derecho al voto en el colegio Cristo Rey en Madrid, este domingo. Foto: EFE/ Rodrigo Jiménez.

Con circunstancias tan complejas como la pandemia o la guerra en Ucrania, su poder de convocatoria ha crecido notablemente desde que en 2018 entraron, de la mano de los populares, en el gobierno de Andalucía. 

Del otro lado de la ecuación, el desgaste de Unidas Podemos que inició con la ruptura irreconciliable de sus fundadores, continuó con la salida del gobierno de su líder, Pablo Iglesias, y ha sido rematado por deslices jurídicos de la ley feminista bautizada como “Solo sí es sí” sobre el consentimiento sexual —de la que fueron los principales valedores—, terminó abonando el espacio para el surgimiento de Sumar como alternativa electoral.

El proyecto encabezado por la vicepresidenta Yolanda Díaz ha logrado en muy poco tiempo —y a pesar del recelo de algunos— articular a las principales organizaciones a la izquierda del PSOE; también a Unidas Podemos. 

Sin disimulos, el PSOE y Sumar han mostrado sintonía y ensamble, aunque desde esta última han sido claros recordándole al electorado que mientras mayor apoyo consigan en estas elecciones, más posibilidades tendrán de exigir a los socialistas la consolidación o extensión de diversas políticas sociales sobre temas clave como el empleo, la vivienda o la sanidad pública.

La vicepresidenta del Gobierno y candidata de Sumar a las elecciones, Yolanda Díaz, en un evento de campaña. Foto: EFE/ Fernando Alvarado.
La vicepresidenta del Gobierno y candidata de Sumar a las elecciones, Yolanda Díaz, en un evento de campaña. Foto: EFE/ Fernando Alvarado.

¿Otro 28-M?

Si bien varios analistas aseguran que no son completamente extrapolables los resultados, es imposible sustraerse de los sucedido el pasado 28 de mayo, cuando se celebraron comicios municipales y autonómicos.

La nefasta jornada electoral para el PSOE dejó sin poder institucional al partido de gobierno en gran parte del país. Como reacción, solo una noche tardó el presidente Pedro Sánchez en adelantar un sufragio general, inicialmente previsto para noviembre.

La decisión, considerada como una de las más audaces tomadas en su carrera política, perseguía entre otros objetivos evitar meses de más desgaste para la coalición de gobierno, lo que se traducía en ínfimas opciones de reválida ante el consolidado empuje de la derecha.

A su vez, obligaba al PP a mostrar todas sus cartas, sobre todo en lo relacionado a la connivencia con Vox donde fuese necesario para asegurar el poder, ante un electorado al que había importado menos ese temor que realidades más cercanas, como el aumento de un 30 % en el precio de los alimentos durante los años de Pedro Sánchez como presidente.

El presidente del Gobierno y candidato socialista a la reelección, Pedro Sánchez, atiende a los medios tras ejercer su derecho al voto en un colegio electoral de Madrid, este domingo. Foto: EFE/Ballesteros.
El presidente del Gobierno y candidato socialista a la reelección, Pedro Sánchez, atiende a los medios tras ejercer su derecho al voto en un colegio electoral de Madrid, este domingo. Foto: EFE/Ballesteros.

En medio de la euforia por tan apabullante victoria, al Partido Popular no le tembló el pulso a la hora de normalizar la relación con Vox. Lo hizo en Valencia para desbancar a la izquierda en uno de sus feudos. Lo repitió con mucho más ruido en Extremadura, donde a María Guardiola solo le faltó poner la mano sobre la Biblia para jurar que no gobernaría con la ultraderecha, antes de retractarse bajo la presión de su líder y ceder la vicepresidencia y una consejería a Vox.

Eventos similares sucedieron en alrededor de 140 municipios, con consecuencias ya palpables como la supresión de Consejerías de Igualdad, el veto de obras de teatro o la prohibición de colgar en instituciones públicas la multicolor bandera del orgullo LGBT+.

Todas las proyecciones iniciales dibujaron un paseo triunfal para Núñez Feijóo hacia La Moncloa, aunque tomado de la mano de Abascal, a quien se le augura una posible vicepresidencia.

El líder del Partido Popular, Alberto Núnez Feijóo, hace una declaración a la prensa tras ejercer su derecho al voto. Foto: EFE/Chema Moya.
El líder del Partido Popular, Alberto Núnez Feijóo, hace una declaración a la prensa tras ejercer su derecho al voto. Foto: EFE/Chema Moya.

Pero hasta el último momento y tras los debates televisados, ninguna encuesta le ha otorgado al PP los escaños en el Congreso que le garanticen a su candidato una investidura en solitario. Y es en esa aritmética parlamentaria, junto a la capacidad de conjurar el apoyo del resto de las formaciones minoritarias y reactivar la participación de sus bases, donde descansan las opciones de la izquierda para consumar una remontada.

Sobre el desenlace está puesta la atenta mirada de muchos, dentro y fuera de España, el país que recién ha comenzado su semestre en la presidencia rotativa de la Unión Europea, y que históricamente ha tenido una fuerte influencia del otro lado del Atlántico.

Como se dice en el argot futbolístico… parece que todavía hay partido. En pocas horas se sabrá.

Votantes hacen cola para ejercer su derecho al voto. Foto: EFE/Fernando Villar.
Votantes hacen cola para ejercer su derecho al voto. Foto: EFE/Fernando Villar.

 


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