Guantánamo: la fe del prisionero 345

Sami al-Hajj. Foto: aljazeera.com

Sami al-Hajj. Foto: aljazeera.com

Fueron más de seis años de supervivencia en la cárcel de la Base Naval de Guantánamo para Sami al-Hajj. Seis años soportando torturas, vejaciones e interrogatorios sin que se presentaran cargos contra él.

Durante ese tiempo, el único periodista detenido allí no tenía nombre; simplemente era conocido como el prisionero número 345, dice Al Jazeera.

Su historia de fe y fortaleza la contó al salir de la cárcel en sus memorias tituladas Prisionero 345. Mis seis años en Guantánamo.

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Sami al-Hajj cubría la guerra de los Estados Unidos contra los talibanes como camarógrafo para Al Jazeera, cuando fue arrestado bajo cargos falsos por las autoridades pakistaníes en 2001.

Fuerzas estadounidenses lo mantuvieron prisionero en Afganistán y Pakistán durante cinco meses antes de ser llevado a la Bahía de Guantánamo como un “combatiente enemigo”.

Los Estados Unidos lo acusaron de trabajar para Al Jazeera para facilitar “actos terroristas” basados ​​en acusaciones infundadas, cuenta el medio.

Pasó seis años y medio en el campo de prisioneros y protagonizó una huelga de hambre durante 480 días, hasta ser liberado en mayo de 2008.

El libro, dice Al Jazeera, ofrece atisbos de “las profundidades de la depravación y la humillación” que los reclusos sufrieron a lo largo de los años.

Scanning Guantánamo

El prisionero 345 recuerda ser desnudado y arrojado en una celda helada, aislado y con el aire acondicionado encendido al máximo. Soldados vestidos con trajes antidisturbios los atormentaban sin piedad.

Durante más de un año fue alimentado forzosamente. Pero los médicos fueron los “arquitectos principales” de la tortura física y mental que sufrieron, los médicos “disfrutaron inventando nuevas formas de infligir dolor”, narra al-Hajj.

“Te torturaremos hasta la muerte. Pero no te dejaremos morir. Vivirás en el espacio entre la vida y la muerte”, dice en sus memorias.

Algunos de los prisioneros perdieron la mente para escapar de las torturas pero el 345 soportó el dolor por su resolución de salir de allí con la mente intacta.

Su historia no es de derrota, afirma Al Jazeera. Incluso, al-Hajj cita la famosa frase el escritor estadounidense Ernest Hemingway, de su obra El Viejo y el mar: “El hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado”.

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La fe fue la base de su supervivencia para salir ileso de Guantánamo.

“Los derroté. Los derroté con mi resolución, tomada de Alá mismo, que está con nosotros donde quiera que estemos, en la más oscura de las noches y el más largo de los días”, dijo.

En las situaciones más difíciles solía recordar ejemplos de los héroes del Islam.

“Me propuse recordar a Bilal (uno de los compañeros del Profeta Mahoma) y esos hombres de la historia, que infundieron en mi espíritu una energía tremenda. Sentí una facilidad en mis miembros, dándome, como Dios es mi testigo, un sentido de calor que fluye en cada célula de mi cuerpo “, narró.

“No estoy exagerando cuando digo que, por la gracia de Alá, la celda a veces se llena de calor durante 10 o 15 minutos”.

Las memorias de Al-Hajj son un acto de generosidad ya que comparte su dolor con sus lectores. Es una historia de supervivencia contada con sus propias palabras afirma Al Jazeera.

Esa fortaleza de los prisioneros musulmanes, cuenta el protagonista, impresionó a un soldado estadounidense en Guantánamo, quien se convirtió al Islam.

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