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- octubre 13, 2024 -
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Retrato de la base militar estadounidense

en Cuba

CAPÍTULO 1

ZONA FRONTERIZA

CAIMANERA

Por Yisell Rodríguez Milán

Estoy en Caimanera. Atrás, a un costado de la carretera larga y semidesierta, quedó la mayor salina de Cuba y un cartel de “Acceso restringido” que anuncia la entrada al pueblo, el más cercano al centro militar estadounidense que en el mundo llaman Gitmo(por la pronunciación en inglés de Gtmo) y aquí, sencillamente, “la Base”.

“El pase por favor”, dice una oficial en la entrada de la comunidad y yo le extiendo el papel donde anotan fecha de llegada, salida, quién soy y a quién vengo a ver.

El esposo de una amiga me espera. De lo contrario no podría pasar. Eso me advierten, aunque ya lo sabía. ¿Y quién no? En Guantánamo desde niña te enseñan en la escuela, o aprendes en la calle, que a Caimanera no se entra sin pase, que siempre alguien te recibe –a menos que trabajes allí– y que esa es una zona especial. Tan especial que sus habitantes cobran un 30 por ciento por encima de su salario y reciben de carnicerías y bodegas algunos beneficios extras. Todo lo explica la peligrosidad, la cercanía, la militarización extranjera de un fragmento del territorio propio.

Recorro las dos calles principales. Una se llama Correo y es donde están las sedes del gobierno, los medios de comunicación, algunos cuentapropistas y el pequeño parque central. La otra es Carretera. Siguiendo recto por ella puedo llegar hasta la orilla del mar desde donde es posible ver, bordeando la costa, los restos de algunas casas de madera, levantadas sobre pilotes en el agua y cubiertas con tejas de zinc. Dicen que así se construía al sur de los Estados Unidos.

Un amigo una vez me comentó que vivir a escasos kilómetros de la Base Naval era tan normal como hacerlo en la ciudad de Guantánamo, “pero siempre se teme al imprevisto”. Se ven los fuegos artificiales del 4 de julio, me dijo, y se escuchan esporádicamente los sonidos de los entrenamientos militares.

Una vecina me explica cómo funciona el pueblo. Los lugareños se trasladan en botes y en un pequeño catamarán hacia las comunidades más alejadas, en tanto a la cabecera provincial van en guagua o en tren. También, amablemente, me muestra el camino hacia el Museo municipal donde me “explicarán todo mucho mejor”.

Ofelia García Campusano, la directora del Museo, me habla de la prostitución, que pareciera ser el otro gran dolor histórico de Caimanera… después de la Base. Hasta mediados del siglo XX, comenta, en la parte sur de la ciudad existió una “zona de tolerancia”, barrio repleto de tabernas y prostíbulos como el Cachalotte Bar.

“Las muchachas salían de los campos y venían a Caimanera a buscar trabajo. Los hombres también lo hacían porque aquí había más de 2 mil negocios de todo tipo, relacionados con el puerto y la Base, pero las mujeres siempre tenían peor suerte y acababan en los tugurios. Una vez usadas, ya no podían regresar a sus casas”, cuenta.

La zona de tolerancia fue la primera que tuvo “un sanitario” (una especie de consultorio o posta médica), calles asfaltadas y acceso a agua potable. Por tener, tuvo hasta un Reglamento para ejercer la prostitución del cual, afirma Ofelia, existe una copia en los archivos municipales.

“Caimanera se convirtió en el mayor prostíbulo de Cuba, y alrededor de tres mil guantanameras se casaron con oficiales y marines norteamericanos”, dice José Sánchez Guerra, historiador de la ciudad de Guantánamo, quien explica que el negocio de los comerciantes y propietarios de burdeles en relación con la Base alcanzó los 23 millones de dólares anuales en la década de los 50.

Dicen que desde Boquerón, comunidad situada a un lado de la entrada de la gran bahía y perteneciente al Consejo Popular Mártires de la Frontera, la vista de la Base es mejor… incluso la infraestructura de los edificios, los aeropuertos, la bahía.

El pueblo me parece demasiado callado y caluroso a pesar de los chubascos. En la cola de la guagua converso con una mujer. Le pregunto si recuerda la programación del Canal 8, trasmitido para los marines, y me responde que sí, pero que “esa señal ya no se coge”. Lo que todavía se sintoniza, a veces, es una emisora en inglés.

Llego a casa. Enciendo el ordenador para descargar las fotos del viaje y abro el documento donde guardé la transcripción de un debate de la Revista Temas en La Habana, dedicado al asunto de la Base Naval. Argumenta el moderador que la bahía guantanamera es 10 veces más grande que la de Santiago de Cuba, 15 veces mayor que la del Mariel y 24 veces más que la de La Habana. Compara su superficie total con la de Manhattan y yo, a estas alturas, solo puedo pensar en la mordida tan grande que dieron “los americanos”.

https://youtube.com/watch?v=sg047rWd7kM

BALSEROS

El año 1994 marcó un nuevo capítulo en la historia de Guantánamo debido al éxodo masivo de cubanos que intentaban emigrar a los Estados Unidos. Decenas de miles de personas hicieron el peligroso viaje, muchas veces en improvisadas balsas y gomas de camiones fundamentalmente a través del Estrecho de la Florida. Pero muchos también eligieron tratar de internarse en la Base, por tierra o por mar.

Después de varias semanas y con el objetivo de frenar la entrada masiva a su país, el presidente estadounidense Bill Clinton ordenó a los guardacostas interceptar a los “balseros” y transportarlos hacia la Base Naval de Guantánamo. Más de 30 mil cubanos se mantuvieron allí en un régimen de alta seguridad. Los campos de concentración de balseros fueron precursores de la tristemente célebre cárcel de Guantánamo que conocemos hoy.

https://youtube.com/watch?v=goDiiEgRC0M

FUENTE:

Fragmento del documental Balseros (2002) de Carles Bosch y Josep Maria Domènech i Graells/ Cortesía de los productores


En diciembre de 1994 salió hacia Estados Unidos el primer grupo de ancianos, niños y mujeres embarazadas provenientes de la Base. Durante el año 1995 casi todas las personas que habían permanecido allí pudieron llegar al fin a Estados Unidos.

Muchos cubanos dentro y fuera de la Isla fueron protagonistas de estos hechos o padecieron junto a sus familiares la incertidumbre propia de estos sucesos vinculados a la emigración y a la Base Naval de Guantánamo. Si eres uno de ellos cuéntanos tu historia.

CAPÍTULO 2

LA BASE

¡BIENVENIDO AL PARAÍSO!

Por Ed Augustin

La Big Mac siempre ha sido mi preferida. Me gusta que todas son iguales: el pan suave, los pepinillos insípidos y la forma familiar de la hamburguesa. No importa en qué lugar del mundo estés, puedes apostar que tu Big Mac va tener la misma reconfortante uniformidad… Y el principio se cumple incluso en uno de los lugares más infames del mundo: la Base Naval de Guantánamo.

McDonald’s no es lo primero que uno asociaría con Cuba. Sus arcos dorados son una evocación del capitalismo globalizado y de la diseminación del American way of life a los que la Revolución Cubana se opone por definición. Y aun así, en el extremo suroriental de la Isla, en una carretera árida flanqueada de cactus, se yergue el único McDonald’s que existe en la Isla.

Son las 8:00 de la mañana de un viernes, y estoy a unos cientos de metros del Campamento 5 hacia el final de la filmación. Una mujer amistosa del Departamento de Relaciones Públicas de la Base Naval me explica que los barcos norteamericanos llegaron a la Bahía de Guantánamo por primera vez hace más de cien años. A nuestro alrededor una docena o más de militares de la Fuerza de Tarea Conjunta se sumerge en desayunos más convencionales: rosquitas, pasteles de manzana crujientes, y Egg McMuffins.

Quizás algunos están comiendo algo después de un turno nocturno vigilando a los prisioneros. Khalid Sheikh Mohammed, identificado en el Informe de la Comisión del 9/11 como “el principal arquitecto de los ataques del 11 de septiembre”, es uno de los “prisioneros de alto valor” retenidos allí.

Quizás otra parte del personal que engulle los últimos sorbos de su café está preparándose mentalmente para una sesión matutina de forzar a los prisioneros a alimentarse. La mayoría de los presos que languidecen en Guantánamo nunca han sido llevados a juicio ni se han presentado oficialmente cargos contra ellos. Estos encarcelamientos por tiempo indefinido han desatado olas de huelgas de hambre. Durante mi visita, la mayoría de los 166 presos retenidos en el complejo estaban negándose a comer. Con tanta tensión en el ambiente, la presencia de aquel McDonald’s brinda una sensación de normalidad que se agradece.

El establecimiento es apenas uno de tantos elementos idiosincráticos que Guantánamo lanza al visitante. La base, que alberga unos 6 mil militares, hombres y mujeres, tiene sus propias escuelas, iglesias, cines y hasta un campo de fútbol americano. Con los prisioneros y las torres de vigilancia disimulados detrás de las seguras colinas, algunos vecindarios son muy similares a los barrios residenciales de los años cincuenta en Estados Unidos.

Simon Johnston, ex funcionario de obras públicas de la Base, lo describe de la siguiente forma: “Es como uno de los pueblos de la era Eisenhower: puedes dejar tu puerta sin cerrojo, no usar candados para proteger tu bicicleta… ¡y hasta tienes un enemigo comunista para encarar!”.

En mi primer día en la Base me invitaron a un recorrido por el Campamento 6 y a entrevistar a algunos guardias de la prisión. Mientras esperaba por el cacheo de seguridad, vi un lema debajo del logo de Guantánamo: “Comprometidos por honor a defender la libertad”. ¡Después descubrí que ese es el lema oficial de la Base Naval de Guantánamo!

La última palabra que uno asociaría con Guantánamo es “libertad”. Durante 15 años, la prisión ha sido un peso en la conciencia moral de Estados Unidos; una mancha que interfiere con la imagen que el país tiene de sí mismo. A los norteamericanos no les gusta pensar que su país secuestra y tortura civiles inocentes, o apoya ilegalidades. Pero el gobierno de Bush decidió encarcelar en Guantánamo a quienes consideraba sospechosos de estar involucrados en actividades terroristas, precisamente porque la Constitución de Estados Unidos, y la protección legal que proporciona, no son válidos en ese territorio.

Sin embargo, la mayoría del personal con que hablé en la Base parece tomarse el tema de la libertad en serio. En el Campamento 3 me presentaron a personal de salud que orgullosamente me hizo una demostración de cómo practican la “alimentación enteral” (o “alimentación forzada”) en “prisioneros que no cooperan”. Cuando le pregunté a un enfermero cómo concuerda la alimentación forzada con el lema de Guantánamo, no vaciló en lo más mínimo: “Les guste o no, nuestra misión es salvaguardar a estos prisioneros, mantenerlos vivos, saludables desde el punto de vista médico, y eso contribuye a la guerra mundial contra el terrorismo… Así que, sí: nosotros estamos comprometidos por honor a defender la libertad. Y eso hacemos todos los días”.


FUENTE:

http://www.usnews.com/news/articles/2014/12/09/here-is-the-cia-torture-report


El leitmotiv de la libertad se repite una y otra vez de las formas más raras en los 117 kilómetros cuadrados que ocupa la Base. Fuera del hotel donde me hospedé hay un cartel que recibe a los visitantes con la palabra “Libertad”. Sus gruesas letras azules están envueltas en alambre de púas y, para cerrar con broche de oro, ¡una iguana dispara una ametralladora en un extremo!

Un último elemento peculiar que encuentran muchos visitantes es la tienda de regalos, que debe estar más pensada para los familiares y amigos que vienen a visitar a sus seres queridos de servicio en la base, y no para que los prisioneros compren artículos de recuerdo al marcharse.

No pude evitar la tentación de entrar: estantes llenos de osos de peluche, jarras y gorras con referencias a Guantánamo. Me compré un pullover que dice “GTMO: ¡Bienvenidos al Paraíso!”.

Es difícil encontrar alguna referencia a Cuba entre los artículos a la venta. Como con las Big Macs, la parafernalia turística de Guantánamo normalmente tiene un aspecto eufóricamente norteamericano. Quizás el historiador Jonathan Hansen, autor del libro Guantánamo: Una historia americana, tiene razón cuando dice: “En muchos sentidos, la Bahía de Guantánamo sigue siendo más norteamericana en su esencia que los propios Estados Unidos: una destilación del idealismo y la arrogancia que ha caracterizado la identidad nacional y la política exterior de EE.UU. desde el inicio mismo”.

Con las relaciones de Cuba y Estados Unidos progresando, y con Raúl Castro impulsando cambios económicos en la Isla, puede que los Arcos Dorados decoren un día alguna calle de La Habana. Pero por ahora, el único McDonald’s en la Cuba comunista es el de la Bahía de Guantánamo.

*Ed Augustin, documentalista, cineasta y periodista británico.

GUANTÁNAMO EN EE.UU.: ¿PROBLEMA DE PEDAGOGÍA?

Por Bonnie A. Lucero

A poquísimos meses de los trágicos ataques contra las Torres Gemelas en Nueva York en septiembre de 2001, estando sentada en mi clase de Historia en noveno grado, escuché hablar de Cuba por primera vez. El profesor nos contó la historia triunfal de la Guerra Hispano-Norteamericana de 1898, refiriéndose a ella como muchos norteamericanos la llaman todavía hoy: “una guerrita espléndida”.

Aprendí que Estados Unidos invadió la isla caribeña para liberar a los cubanos de la tiranía de los españoles y que, desinteresadamente, encajó la bandera de la libertad en esa tierra. Nuestro debate sobre este momento transformador de las historias de Estados Unidos y Cuba no hizo alusión a uno de los más poderosos legados de esa intervención militar: la imposición en 1901 de la Enmienda Platt, un apéndice añadido a la Constitución cubana.


FUENTE:

Platt Amendment http://www.ourdocuments.gov/doc.php?flash=true&doc=55


Si bien la enmienda puso fin a la ocupación norteamericana (1899-1902) –la primera de muchas que vendrían– también impuso otra serie de limitaciones sobre la soberanía de Cuba, incluyendo el derecho a interferir en los asuntos del país y un tratado de arrendamiento indefinido de un territorio en la provincia oriental de Guantánamo, que se convertiría en 1903 en una base naval y carbonera. ¿Cómo es posible que hayamos perdido de vista semejante parte de la historia, y qué consecuencias políticas tiene este gesto de prestidigitación pedagógica en la percepción que hoy tienen los norteamericanos de Cuba?

Pienso que las narrativas patrióticas que les inculcamos a los niños en las escuelas públicas en EE.UU. constituyen un factor esencial en la configuración del sentir norteamericano hacia Guantánamo.

Sondeos de opinión recientes han encontrado que la mayoría de los ciudadanos norteamericanos se opone al cierre de la cárcel de Guantánamo. Por ejemplo, en noviembre de 2009, cuando el presidente Barack Obama anunció su intención de cerrar la cárcel, solo 39 por ciento de los encuestados apoyó su decisión. En contraste, cuando Obama anunció en febrero de 2012 una política para mantener la prisión abierta, 70 por ciento de los encuestados estuvo de acuerdo, según el Centro de Investigaciones Pew. En 2013, una encuesta realizada por el Huffington Post halló que 54 por ciento de los norteamericanos opinaba que la cárcel de Guantánamo debía seguir funcionando. Una encuesta de Gallup encontró que en 2015 las dos terceras partes de los norteamericanos creían que su gobierno debía mantener la base abierta, a pesar de la reciente desclasificación de un informe del Comité Selecto de Inteligencia del Senado que revelaba cómo se usó el limbo legal del Guantánamo para torturar a los prisioneros durante la presidencia de George W. Bush.

¿Debería el gobierno de Estados Unidos cerrar la cárcel de Guantánamo?/Should the U.S. government close the detention center at Guantanamo Bay?
Si/Yes
No/No
Me da igual/I don’t care

Do Riddles

¿Debería el gobierno de Estados Unidos devolver a Cuba el territorio de la Base Naval de Guantánamo? / Should the US government return the territory of the Naval Base at Guantanamo Bay to Cuba?
Si/Yes
No/No
Me da igual/I don’t care

quiz

Lo que resulta muy interesante de estas encuestas es que muestran diferencias mínimas entre las visiones de demócratas y republicanos, a pesar de la vehemente oposición que los caracteriza en tantas otras cuestiones relevantes. Aunque los republicanos son más firmes en su apoyo a la permanencia de la Base naval, los demócratas también la favorecen.

Un elemento que comparten demócratas y republicanos son los programas de estudio de Historia. A pesar de que desde los años 60 investigaciones históricas han ido exponiendo las limitaciones de las narrativas románticas de la Guerra Hispano-Norteamericana, la gran mayoría de los programas sobre este tema sigue centrándose en historias de heroísmo de los norteamericanos y su benevolencia hacia Cuba.

Por ejemplo, los conocimientos y habilidades básicas en estudios sociales de Texas, exigen que los estudiantes de preuniversitario “expliquen por qué eventos, políticas e individuos relevantes, como la Guerra Hispano-Norteamericana, el expansionismo de EE.UU., Henry Cabot Lodge, Alfred Thayer Mahan, Theodore Roosevelt, Sanford B. Dole, y los misioneros llevaron a EE.UU. a convertirse en una potencia mundial” (el resaltado es mío).

Al fin y al cabo, lo que ese estándar del programa le está pidiendo hacer a los profesores es presentar la Guerra Hispano-Norteamericana no como un episodio del imperialismo norteamericano, sino desde el ángulo de la grandeza de EE.UU.

Otro aspecto del programa pide que los estudiantes de preuniversitario en Texas “evalúen el expansionismo norteamericano, incluyendo las adquisiciones de Guam, Hawái, Filipinas y Puerto Rico” (el resaltado es mío). La caracterización de la anexión por la fuerza de estos territorios como “expansionismo” y no “imperialismo” hace que este estándar pedagógico evite perspectivas que critiquen este momento como potencialmente negativo para los pueblos de esas colonias. Además, la omisión de Cuba de la lista de territorios anexados silencia el gran corpus de debates y escritos de prominentes ciudadanos norteamericanos que deseaban perpetuar el control de EE.UU. sobre Cuba. Los estándares de los estudios sociales de Texas no hacen referencia a la Enmienda Platt ni a Guantánamo. Y tampoco es que sea un enfoque limitado a Texas; los estándares de los estudios sociales de Texas suelen estar incluidos en los libros de texto de Historia que se usan en todo el país.


Caricatura: Osval


No debe sorprendernos entonces que los ciudadanos norteamericanos que han recibido la formación en Historia se opongan al cierre de Guantánamo. Enseñarles a los futuros ciudadanos de EE.UU. que su país “liberó” al pueblo cubano les dice por añadidura que el pueblo cubano tiene cierta “deuda de gratitud”. Presentar la invasión y la anexión de tierras extranjeras en términos de la grandeza de EE.UU. y su prominencia mundial crea en los estudiantes la idea errada de que la violación de la soberanía nacional y el flagrante irrespeto de la voluntad del pueblo no son más que adversidades menores en la construcción del país más maravilloso del mundo.

En lugar de ver a Guantánamo como un legado del imperialismo mismo que la mayoría de los norteamericanos jura que nunca hemos practicado, el programa les enseña a los estudiantes (que pronto llegarán a la edad para votar) que tenemos derecho a arrendar un pedazo del territorio cubano indefinidamente en pago de una deuda histórica y como tributo a esa supremacía mundial de EE.UU. Si les enseñáramos a los niños en las escuelas a analizar críticamente estas narrativas patrióticas de la historia de EE.UU. y no a aceptarlas tácitamente, entonces tendríamos más esperanzas de desafiar algunos de los legados que aún sobreviven del imperialismo norteamericano.

* Bonnie A. Lucero, profesora estadounidense de Historia en la Universidad de Texas-Rio Grande Valley

CAPÍTULO 3

EXPANSIÓN MILITAR ESTADOUNIDENSE

UN MUNDO MILITARIZADO

Por Eliades Acosta

Hacia 1890, pocos pudieron haber imaginado que sobre un escritorio del Colegio Naval de Newport, Rhode Island, un elegante estratega llamado Alfred Thayer Mahan, estaba rediseñando el mundo, mientras se auxiliaba de antiguos tratados sobre Roma, la Francia revolucionaria y el imperio británico.

Para sus contemporáneos, el interés de Mahan en desentrañar las claves del poder naval y la grandeza de los imperios, se reducía al inocente pasatiempo de un historiador estadounidense, un tanto obsesionado con el tema. Pero todos comprendieron que algo inédito se había gestado en aquel escritorio cuando se publicó su obra maestra, “La influencia del poder naval sobre la historia (1660-1783)”, y esta se convirtió en el libro de cabecera de Theodore Roosevelt, subsecretario de la Marina y futuro presidente, deseoso junto al resto del poder norteamericano, de arrebatarle al decadente imperio español sus últimas posesiones en el Caribe y el Pacífico.

La proyección estratégica y geopolítica de Mahan no era el resultado de una mente imaginativa, ni la creatividad caótica de un genio, sino el frío análisis de quien sabía que en las enormes industrias siderúrgicas de New York y en las factorías procesadoras de Chicago, en la expansión de colonos, el tendido de líneas de ferrocarril, hilos telegráficos y cercas de alambre hasta el Pacífico, y muy especialmente, entre las manos de los poderosos banqueros del norte, estaba naciendo un mundo tan expansionista como la Roma de los Césares; y tan necesitado de posesiones de ultramar, rutas comerciales, materias primas y mercados, como el victoriano imperio británico.

Para que se cumpliesen las profecías de Mahan, basadas en un concienzudo estudio de la historia, los gobernantes norteamericanos debían velar por el cumplimiento de cinco condiciones: asegurar un comercio exterior próspero; la creación de una eficiente marina mercante; el despliegue, a escala mundial, de una poderosa armada capaz de defender las rutas comerciales y sus intereses; la obtención de territorios coloniales, o semicoloniales, capaces de proporcionar mano de obra barata, materias primas y mercados, y por último, un sistema de bases navales, carboneras y militares, en condiciones de garantizar la logística de todo el sistema, que ofrecieran respuestas prontas y adecuadas a cualquier desafío o amenaza.

Aquel programa expansivo de Alfred Thayer Mahan ha sido sobrepasado con creces. Hoy llega a extremos delirantes. El recuento de las bases militares del gobierno de los Estados Unidos en el mundo, revela una cartografía de lo insólito.

Semejante despliegue, en los tiempos de hipercorrección política que corren, el poder norteamericano suele disfrazarlo: sus bases, según su propia narrativa, sirven para garantizar la convivencia civilizada entre las naciones, asegurar la soberanía de los pueblos, y constituyen puntos de respuestas a situaciones de emergencia en naciones frágiles como Haití, Paquistán, y las de África toda.

Estados Unidos tiene presencia, ya sea en bases o infraestructuras militares, en varios países del mundo. Aquí están algunos ejemplos emitidos por el gobierno estadounidense, aunque fuentes alternativas calculan muchas más, incluidas instalaciones en América Latina.


FUENTES:

[1] Military Installations (2016, Marzo 1) obtenido de: http://www.militaryinstallations.dod.mil

[2] Military Installations (2016, Marzo 1) obtenido de: http://www.acq.osd.mil


Vivimos en un mundo de poderes militares globalizados, pero nada se asemeja al alcanzado por los Estados Unidos.

Según la Teoría del Caos, el aleteo de una mariposa puede provocar un tsunami al otro lado del planeta. La obra visionaria de Alfred Thayer Mahan podría apoyar esta idea: por cada una de las páginas de su libro, los sucesivos gobiernos estadounidenses han abierto dos bases militares en suelo extranjero.

Para Homero, Helena de Troya pasó a la historia, “… por haber lanzado, con sus suaves manos, mil naves aqueas a los mares…”.

Un descuidado oficial naval como Mahan, famoso por los accidentes de los buques bajo su mando, trazó un escalofriante mapa de ruta al imperio militar que hoy está en todas partes.

Y no cesa de expandirse.

*Eliades Acosta, filósofo y ensayista cubano

BASES MILITARES ESTADOUNIDENSES EN AMÉRICA LATINA

Por Francisco Domínguez

A pesar de las transformaciones progresivas que hemos visto en América Latina en la última década y media, el poder militar de Estados Unidos sigue eclipsando a la región. EE.UU. tiene unas 47 instalaciones militares en el área, conglomeradas principalmente en el Caribe, y Centroamérica, y especialmente en el noroeste de Suramérica, 10 en Panamá y 12 en Colombia.

A esto debo añadir el reciente restablecimiento de la Cuarta Flota de EE.UU., encargada de patrullar el Caribe, el Atlántico Sur, y toda la costa del Pacífico desde Suramérica hasta la altura de Guatemala en Centroamérica, en un cuadrante de 11 200 km de norte a sur, y 4 800 km de este a oeste que engloba América Latina, dejando fuera solamente a México.

 


FUENTE:

http://www.resdal.org/ultimos-documentos/usa-command-strategy.pdf


Por lo tanto, toda América Latina, de arriba abajo, está cercada por un despliegue militar terrestre, marítimo y aéreo de la más poderosa maquinaria militar de la historia de la humanidad. A pesar de que recientemente Ecuador, Venezuela y Bolivia han puesto fin a la presencia militar de EE.UU. en sus territorios, y a pesar de que desde hace tiempo Brasil no ha albergado ninguna base ni instalación militar norteamericana de ningún tipo, todos los países latinoamericanos están individualmente rodeados por fuerzas de EE.UU.

Esta formidable arquitectura militar que rodea a América Latina ha sido construida y desarrollada por EE.UU. por décadas, durante la Guerra Fría –aunque las intervenciones militares de EE.UU. en la región se remontan a mucho antes del conflicto Este-Oeste de la Guerra Fría, datan en realidad del siglo XIX. Además, todas las instalaciones militares de EE.UU. en esta región (aéreas, navales, marítimas, etc.) cuentan con la aquiescencia o, incluso, el apoyo entusiasta de los gobiernos locales, con la excepción de la Base Naval de Guantánamo en Cuba.

La Base fue obtenida del primer gobierno independiente de Cuba en 1903 mediante coerción. El gobierno de EE.UU. en ese momento obligó a los cubanos a firmar el tratado que garantizaba la perpetuidad de la base norteamericana, estipulando que solamente si ambos signatarios estaban de acuerdo podría suspenderse el contrato de arrendamiento. Estados Unidos se ha negado a irse, a pesar de que el gobierno de Cuba ha expresado su absoluta oposición a esa presencia militar en su territorio.

Además del embargo económico y del aislamiento promovido por EE.UU. contra Cuba en la región (su expulsión de la OEA y demás), la hostilidad de EE.UU. contra la Revolución cubana siempre ha tenido una dimensión militar. Baste mencionar el apoyo a la invasión militar de Playa Girón en abril de 1961 y la crisis de los misiles de 1962, que llevó al mundo al borde de una guerra nuclear, motivada, en primer lugar, por el plan de invadir Cuba por segunda vez.

La mayoría de las personas en el mundo no conocen que EE.UU. ha sometido a Cuba a todo tipo de agresiones, incluyendo guerras químicas y bacteriológicas, con el objetivo de debilitar, dividir y desmoralizar grandes sectores de la población cubana como método para crear las condiciones para una intervención militar. Hasta la apertura anunciada por el presidente Obama el 17D, aplastar la Revolución cubana fue el objetivo declarado y explícito de la política exterior de EE.UU. hacia Cuba.

El “cambio de régimen” necesitaba de la Base Naval de Guantánamo, como cabeza de playa militar clave en caso de que se produjera cualquier acción militar de EE.UU. contra el gobierno y el pueblo de Cuba.

La política de apertura del Presidente Obama hacia Cuba, a pesar de sus tropiezos y defectos, vuelve anacrónico aferrarse a la Base, pero además hace que el acercamiento entre EE.UU. y Cuba, un paso de avance muy celebrado, no solo NO sea creíble, sino que sea un obstáculo en el camino de tales pasos de avances para los dos países y para la región en su conjunto. No es el único obstáculo, pero es uno que de seguro señalará un cambio verdadero de la política estadounidense de un “cambio de régimen” a una relación respetuosa y constructiva. Los pueblos de Cuba y Estados Unidos se lo merecen.

*Francisco Domínguez, Jefe del Grupo de Investigaciones y Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Middlesex en Reino Unido.

CAPÍTULO 4

GUANTÁNAMO Y EL 17D

TENEMOS QUE HABLAR SOBRE GUANTÁNAMO

Por Javier Ortiz

La aparición simultánea de Raúl Castro y Barack Obama el 17 de diciembre de 2014 tenía como objetivo anunciar algo inesperado, inimaginable incluso: Cuba y Estados Unidos, después de un año y medio de negociaciones secretas, estaban listos para cerrar uno de los últimos capítulos de la Guerra Fría, o al menos, para comenzar un intento serio por reconciliarse entre sí.

Lo que siguió fueron titulares en periódicos y webs noticiosas del planeta, horas televisadas de análisis y regocijo, Cuba entera y parte de Estados Unidos sintiendo la resaca del júbilo.

Pero el 18 de diciembre de 2014, justo un día después, muchas personas en Cuba izaron otra vez la bandera nacional sin que tocara la punta del asta. Como lo hacen desde hace décadas, aunque no exista un mandato legal.

https://www.youtube.com/watch?v=YnPiVXKKRvs

En el escenario de la pretendida normalización de relaciones entre los dos países, ¿cómo queda Gitmo? ¿Cómo va a ser atendida la reclamación de Cuba sobre esa parte de su territorio? ¿Renegociará EE.UU. con Cuba su presencia por más de cien años allí?

La jefa negociadora de Cuba ante Estados Unidos, Josefina Vidal, ha narrado cómo cada año el gobierno de Cuba recibe los cheques por la renta de los 117 kilómetros cuadrados en Guantánamo. Los pagarés de 4085 dólares no se cobran desde 1959 y se conservan en los archivos del Ministerio de Relaciones Exteriores como “documentos históricos”. Un cuarto de millón de dólares guardados como fichas bibliográficas.

Las más recientes declaraciones del presidente Barack Obama se centran únicamente en el cierre de la cárcel de Guantánamo, como prometió desde su primera campaña electoral, pero se soslaya el tema de la devolución del territorio a Cuba.

El controvertido precandidato a la presidencia Donald Trump solo se refirió al costo de la Base, valorado en más de 400 millones de dólares por año y dijo que: “Quizás en nuestro acuerdo con Cuba, hacemos que tengan [la base naval] y que nos paguen, porque probablemente estamos pagándoles el alquiler. Vamos a mantenerla abierta, pero vamos a reducir el costo, porque esto es ridículo”.

Ted Cruz, hasta hace poco precandidato, recomendó abiertamente a Obama: “No cierres Guantánamo, expándela”. Mientras el republicano Marco Rubio promovió una ley para que el Presidente no pueda transferir el territorio de la base naval de Guantánamo a Cuba ni hacer modificación alguna sin autorización del Congreso.

El Secretario de Estado John Kerry declaró a la prensa, luego del último discurso de Obama sobre Guantánamo el 22 de febrero de 2016, que no está al tanto de ningún plan para devolver el territorio de la Base Naval a Cuba. “Yo me opondría personalmente a eso”, dijo.

Josefina Vidal, en reciente entrevista con el canal libanés Al Mayadeen, comentó que “en cada uno de los encuentros que hemos tenido con EE.UU. nosotros seguimos hablando del tema de Guantánamo, lo que no podemos decir es si se va a resolver mañana. De hecho el Congreso de los EE.UU., conociendo que esto es un reclamo de Cuba, acaba de aprobar una ley para tratar de impedir que ese territorio sea devuelto a Cuba. Esta ley se aprobó a fines del año pasado y este año está tratando de aprobarse de nuevo, como parte del proceso de asignaciones presupuestarias. Vemos que dentro de Estados Unidos hay fuerzas que están tratando de posicionarse para impedir que algún día ese territorio sea devuelto a Cuba.”

  • Raúl Castro | Presidente de Cuba
  • Miguel Díaz-Canel Bermúdez | Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros
  • Bruno Rodríguez Parrila | Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba
  • Josefina Vidal Ferreiro | Directora general de EE.UU. de la Cancillería cubana
  • Barack Obama | Presidente de Estados Unidos de América
  • Hillary Clinton | Ex Secretaria de Estado, candidata para la nominación demócrata a las elecciones presidenciales de EE.UU.
  • John Kerry | Secretario de Estado de EE.UU.
  • Roberta Jacobson | Subsecretaria de Estado para el Hemisferio Occidental.

Pero la esperanza, del lado cubano, no se pierde. El gobierno de la Isla ha insistido en que la verdadera normalización de relaciones entre ambos países depende, entre otros temas, de la restitución a Cuba de esa parte de su territorio.

Quizás algún día, no muy lejano, se reedite la excitación que generan las grandes noticias como las del 17D; quizás ese día se verá en los televisores del mundo, en pantallas divididas, de un lado a los marines norteamericanos arriando la bandera de las barras y estrellas en Guantánamo, mientras en la otra mitad, los soldados cubanos izan su bandera de la estrella solitaria hasta el tope del asta, bajo el intenso sol del extremo oriental de Cuba.

BASE NAVAL DE GUANTÁNAMO ¿UN FUTURO DE CIENCIA?

Por Leslie Salgado Arzuaga

Apenas dos días antes de que el Air Force One tocara tierra cubana, la prestigiosa revista académica Science publicaba una propuesta que mira al futuro de la Bahía de Guantánamo, no como motivo de conflicto entre Washington y La Habana, sino como puente que contribuya a dirimir el añejo diferendo entre ambos países.

En el artículo “Reboot Gitmo for U.S.-Cuba Research Diplomacy” los investigadores Joe Roman y James Kraska proponen convertir esos casi 120 kilómetros cuadrados al sureste de Cuba, en “una institución de investigación marina, parque de la paz y zona de conservación”.

La “audaz propuesta”, como la han calificado algunos medios, parece haber sido bien recibida por científicos de ambos países. Roman, investigador del Gund Institute for Ecological Economics de la Universidad de Vermont, comentó a OnCuba que “colegas estadounidenses y cubanos con los cuales hemos hablado están muy emocionados con la idea de transformar Guantánamo en una estación de investigación y parque de la paz. Hemos escuchado también de decisores políticos que consideran la idea ‘plausible’. Este es el primer paso para hacerla realidad”.

Los investigadores han pensado en un modelo diseñado para atraer a ambos lados de forma similar y que “una a Cuba y los Estados Unidos en la gestión conjunta, en lugar de servir como elemento de división entre ellos, al tiempo que ayude a enfrentar los desafíos del cambio climático, la extinción masiva, y la pérdida de los arrecifes de coral”, precisa el artículo.

Pero con un reclamo de décadas por parte de Cuba para la devolución del territorio que ocupa la estadounidense Base Naval de Guantánamo, los estudiosos reconocen que hay varios desafíos por delante y ven el surgimiento de un parque científico, como un punto de transición hacia la devolución definitiva de la tierra a Cuba.

“Creo que después de más de cien años (de ocupación) y con un fuerte rechazo por parte de Cuba, es hora de comenzar las negociaciones para regresar la base. Dado que los dos países se encuentran en un punto muerto sobre el futuro de la base, creo que un parque de la paz y la estación de investigación serían un tercer camino que beneficiaría a Cuba, los Estados Unidos y toda la región. Esto proporcionaría un primer paso en la devolución de la tierra”, apunta Roman.

Aunque la dimensión diplomática de la propuesta ha acaparado la mayor atención, el componente científico que valida la existencia de un centro de investigación en el territorio de la Base, es sólido.

Desde el New York Botanical Garden, el doctor William Wayt Thomas, estudioso de la biodiversidad del Caribe, dijo a OnCuba que “Guantánamo, estando en el Oriente de Cuba es ideal, porque la zona de septentrional está llena de especies que no existen en ninguna otra parte del mundo”.

Algunos estudios como el publicado en Septiembre de 2012 en el Boletín del Museo Allyn, por científicos de la Universidad de la Florida, lo demuestran. Esa investigación documentó 41 especies de mariposas en la base militar de Guantánamo, “mostrando – advirtieron los autores- que el área es un refugio de vida salvaje y un reservorio de biodiversidad”.

El nuevo artículo publicado en Science este 18 de marzo, prevé que “con una disminución de la huella de Estados Unidos en Guantánamo, la mayor parte de la tierra y el mar podría ser devueltos a la fauna nativa”.

Pero con el reclamo omnipresente, por parte de las autoridades cubanas, del regreso de la Base, ¿por qué aceptaría Cuba no la devolución total, sino un estadio intermedio? Los investigadores creen que la existencia de un centro de este tipo “daría reconocimiento mundial a los esfuerzos de conservación del país” y citan la posibilidad de que contribuya a la formación de científicos y estudiantes del Oriente cubano, así como a mejorar sus capacidades de acceso tecnológico.

El doctor Wayt, quien ha viajado cinco veces a Cuba, opina que “los biólogos cubanos están muy bien preparados, conocen muy bien la biodiversidad de la Isla, y están maximizando su potencial con las herramientas disponibles”, pero están sufriendo escaso acceso a Internet, así como falta de recursos y dificultad para los intercambios. “Espero que estas dificultades sean menos graves en el futuro”, subraya.

La propuesta de Roman y Kraska comparte esa visión. “Esta acción extendería una larga tradición de apoyo de Estados Unidos a la investigación científica marina y la oceanografía operacional. Más importante, la apertura de Guantánamo facilitaría el intercambio, el aprendizaje mutuo entre los dos países.

“Con laboratorios de genética, laboratorios de sistemas de información geográfica, salas de videoconferencia- incluso estudios de arte, música, y diseño- científicos, académicos, y artistas de Cuba, Estados Unidos, y todo el mundo, podrían llegar hasta ahí para reunirse y estudiar”, proyecta el artículo.

A través de los años, numerosos vínculos científicos entre Cuba y los Estados han producido resultados cada vez que la cooperación ha permitido proceder de buena fe, dice Jaime Pastrana, presidente de la Academia de Ciencias de Cuba, en el artículo “Building a Lasting Cuba-U.S. Bridge through Science”.

Sin embargo, para que los intercambios científicos de los dos países sean realmente productivos a largo plazo, los nuevos esfuerzos requieren una pizarra en blanco, guiados por una nueva visión de las relaciones bilaterales”, concluye el científico en la revista Science Diplomacy.

La nueva visión para la Base Naval de Guantánamo propone escribir un nuevo capítulo para la hermosa Bahía guantamera que probablemente comience así… “Este centro fue símbolo del conflicto entre Estados Unidos Cuba y hoy es espacio para preservar la biodiversidad a través de la ciencia…”

Créditos y agradecimientos

Dirección y producción: Marita Pérez Díaz. Diseño y animación: Guillo Moreno. Programación: Raidel Pérez Cuello. Realización audiovisual: Ismario Rodríguez Pérez. 
Idea original: Hugo Cancio, Carla Gloria Colomé, Luis Alejandro Yero. Edición en inglés: Bárbara Maseda

Colaboración: Milena Recio, Tahimí Arboleya, José Jasán Nieves, Cherie Cancio, Alejandro Ulloa, Luis Miguel Cabrera, Ed Augustin, Osvaldo Gutiérrez.

Agradecimientos: Arturo López-Levy, Lázara Herrera, Loris Omedes, Francisco Domínguez, Elizabeth Pérez, Bonnie A. Lucero, Paola Cabrera.

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