Niños y niñas sufren violencia de manera recurrente en hogares, escuelas y comunidades en todo el mundo, reveló un informe divulgado recientemente por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
El estudio señala que en muchos casos los menores –que pueden ser tan pequeños como de 1 año– son víctimas de las personas encargadas de cuidarlos.
Según UNICEF, el 75 por ciento de los niños entre 2 y 4 años (unos 300 millones en el mundo) sufren agresión psicológica o castigos físicos, y seis de cada diez pequeños de 1 año son sometidos sistemáticamente a algún tipo de disciplina violenta en 30 países con datos disponibles.
Cornelius Williams, jefe de Protección Infantil de UNICEF, considera que la situación es muy preocupante y advirtió que esa agresión está presente en todos los rincones del mundo.
“Bebés que reciben una bofetada en la cara; niñas y niños forzados a realizar actos sexuales; adolescentes asesinados en sus comunidades: la violencia contra los niños no perdona a nadie y no conoce fronteras”, dijo.
Los datos de la agencia indican que unos 15 millones de mujeres adolescentes de 15 a 19 años han padecido violencia sexual. De ellas, sólo el 1 por ciento ha solicitado ayuda profesional.
El estudio reporta, además, un adolescente asesinado cada 7 minutos en el mundo y especifica que en Estados Unidos los varones negros no hispanos de 10 a 19 años tienen 19 veces más probabilidades de ser asesinados que los blancos no hispanos de la misma edad. También informa que América Latina y el Caribe fue la única región donde aumentó la tasa de homicidios entre adolescentes en 2015.
Entre otras revelaciones, el documento destaca que la mitad de la población en edad escolar (unos 732 millones de niños) vive en países donde no están prohibidos los castigos corporales en las escuelas.
Para erradicar esta violencia, UNICEF llamó a los gobiernos a adoptar medidas urgentes que incluyan planes de acción nacionales que incorporen los sistemas de educación, bienestar social, justicia y salud y a las comunidades y niños.
Además pidió cambiar los comportamientos de los adultos; abordar los factores que contribuyen a la violencia –como las desigualdades económicas, sociales y culturales–; establecer sistemas de asesoría y atención terapéutica para las víctimas; y educar a niños, padres y maestros para reconocer y denunciar la violencia en todas sus formas.