Chapa blanca

“Chapa de ministro”, se decía. Comenzaban los ´90s y con ellos un torrente de cambios: las restricciones materiales, la escasez de gasolina, los cotos cerrados para turistas extranjeros… Las autoridades en Cuba, buscando un modo de administrar permisos en la circulación automotriz, adoptaron un sistema de hipercodificación cromática de las chapas —matrículas— para los vehículos, que nunca fue cómodo para nadie.

Visto con distancia, significó desde entonces una señal, un atisbo, de una estratificación social muy notable que ya estaba planteada y que en lo adelante no haría más que aparecer por todos lados, como la maldita circunstancia.

Mientras el azul y el amarillo señalaban rotundamente la frontera entre lo público y lo privado, la chapa blanca, pura, prístina, inmaculada, era una especie de patente de corso para cuatro ruedas: estaba reservada a ministros o funcionarios de muy alto nivel. Las negras eran para diplomáticos: sobrias, elegantes, y según su numeración se podía predecir si en ellos se trasladaba el embajador o alguno de los funcionarios inferiores.

El verde imponía su autoridad con solo asomarse, y el rojo llegó a las chapas cuando se quiso “ordenar” la circulación de autos rentados para el turismo. Gracias a esta distinción de color, los “tur” se erigieron como una subespecie rodante. Da lo mismo si Subaru o si Volvo. Durante muchos años fueron proscritos para cubanos. Salir o entrar de uno de ellos podía ser arbitrariamente malinterpretado. Por fortuna, los cubanos de la Isla ya pueden ir tras el volante.

En 2002 se complejizó todavía más el panorama visual en la vía, al ampliarse la gama de tonalidades. La sociedad contada por sus carros, era representada por diez colores. A los ya tradicionales se les agregaba un nuevo rojo marrón para estatales y el naranja era dedicado para automotores de instituciones religiosas, la prensa extranjera y empresas extranjeras. Una reunión muy ilustrativa: todos en los bordes del núcleo duro, en una economía poseída principalmente por un Estado declarado socialista y laico. ¿Por qué naranja?

Las fuerzas militares adoptaron, para diferenciarse entre ellas, dos tipos de verdes: el oliva típico y otro de matiz azuloso. Y por último, en el medio, ni privado ni estatal, un sector sometido a indefiniciones que en los modelos de organización social y económica anteriores no se resolvieron, pero que hoy parece renacer: las cooperativas.

A los múltiples colores había que agregar en este difícil conjunto de semas, el uso de las letras iniciales para identificar las provincias: la “H” para La Habana, salvo cuando iba acompañada de K, una k “extranjerizante” que señalaba la vida “en dólares” de los vehículos y sus dueños. La O para Holguín, porque la H ya estaba tomada, y así…

En estos días, la Edición Extraordinaria No. 011 de la Gaceta Oficial, acaba de hacer pública la Resolución No.1 del Ministro del Interior según la cual todas las chapas de identificación de vehículos de motor, remolques y semirremolques pasarán a ser blancas a partir del segundo trimestre de 2013.

Todas blancas, con una letra y seis números de color negro. Para las motos, cinco. Y en el extremo izquierdo, en altas todas, dirá… CUBA.

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