Economía cubana en el 2021: más allá de las cifras

Alcanzar un crecimiento en el PIB del 7% el próximo año es una meta muy tensa.

Foto: Ailen Maleta

Hace cuatro días, durante el sexto periodo ordinario de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en su novena legislatura, el vice primer ministro y titular de Economía y Planificación, Alejandro Gil Fernández informó que el PIB había decrecido un 11% en el 2020 y que se proponía en el plan para el 2021 un crecimiento del 7%. Alcanzar dicho objetivo parecería una tarea no tan difícil desde una perspectiva aritmética (la base de comparación es muy baja) pero eso es solo pura apariencia, sobre todo si se atiende a que la razones por la cuales se decrece en el 2020 no desaparecerán, al menos en una buena parte del próximo año, aun cuando en algún momento las vacunas contra el virus hagan su trabajo. Las otras, las estructurales, las que han determinado que la tasa de crecimiento de los últimos años apenas alcance el 1,6% permanecen, incluso algunas se han hecho más profundas y han complejizado aún más nuestra realidad, de ambas se ha hablado mucho, aunque nunca es demasiado.

Intentar crecer en el corto plazo y a la vez avanzar en una estrategia que tiene más de cuatro años de aprobada y que, si atendemos a los ejes estratégicos, no ha dado aun los resultados que se esperan hacen que ese 7% sea una meta muy tensa. Las condiciones actuales para intentar lograr ese objetivo son las de una economía muy debilitada, con un gran agujero negro en un sector tan sensible como la producción y comercialización de productos agropecuarios, decisivo para las personas que son objeto del plan; con alta dependencia de combustibles fósiles, que no alcanza a acelerar el cambio en la matriz energética, aun cuando se haya avanzado en ello —una sola bioenergética después de diez años— y que todavía arrastra empresas estatales ineficientes en las cuales el Estado debe invertir recursos para mantenerlas a flote (las transferencias al sector empresarial alcanzan a ser más del 25% de los gastos del presupuesto). Además, habría que alcanzar ese objetivo en plena aplicación de la “tarea ordenamiento” que en otras palabras no es más que un profundo ajuste estructural de nuestra economía, si bien encabezado por la devaluación de la tasa oficial y su “casi” unificación —queda un segmento dolarizado— pero que la rebasa y se extiende a todos los ámbitos de la vida cotidiana de las personas que viven dentro de ese plan.

El incremento del plan de inversiones en un 22% es, atendiendo a la situación  que atraviesa el país, significativo. Que el 60% de las mismas se concentre en los sectores priorizados también, al igual que su contribución al incremento del empleo.  Sin embargo, no es posible saber si se ha corregido la tendencia a colocar excesivos recursos de inversión en el sector turístico, algo que ha tipificado la distribución de la inversión en los últimos años, a pesar de la demora y poca seguridad en su recuperación. De hecho, dentro los programas que se desarrollarán en este 2021, aparece la terminación de 5 mil 56 habitaciones, lo que permitirá culminar 17 hoteles.

Es este un plan de corto plazo para impulsar la recuperación de la economía, pero sin dudas el corto plazo tiene un impacto decisivo en las aspiraciones de largo plazo. Llama la atención que la inversión extranjera directa (IED) no aparezca por sí misma, sino que está de alguna manera subsumida dentro de lo planteado para la zona especial de desarrollo del Mariel y también cuando se reconoce la necesidad de seguir fomentando los encadenamientos entre todas las formas de propiedad y gestión. Tampoco aparece de forma explicita en el epígrafe XI del documento del plan: Acciones en las que se debe concentrar el esfuerzo principal. Si la baja tasa de inversión como proporción del PIB ha sido uno de los factores que han contribuido a la baja tasa de crecimiento y a la débil capacidad de crear empleo productivo y, si es bien conocido que resulta muy difícil alcanzar mayores tasas con ahorro nacional, entonces la IED debería aparecer como parte de ese esfuerzo principal.

Sin dudas mantener el control sobre el endeudamiento externo es vital, pero lograr de alguna manera honrar a tiempo los compromisos de deuda y sobre todo diseñar instrumentos que en el corto plazo le permitan al país comenzar a salir de esta situación parecería también pertinente. Hace muy poco, Rusia declaraba la interrupción de sus proyectos de inversiones en Cuba por los incumplimientos de pago de la deuda renegociada. Antes, ya había ocurrido lo mismo con el Club de París. Hay otros pendientes, además de las deuda con proveedores. Es por eso, que incluso en el corto plazo, debería planearse cómo ir solventando dicha situación, la cual se ha convertido además, en uno de los grandes obstáculos para obtener nuevos flujos de IED y de financiamientos y ha conducido a que la calificación de riesgo-país haya ido a peor.

Crecer en un 19% en las exportaciones luego de la caída del 2020 no parecería difícil, sin embargo, es un gran reto si se tiene en cuenta la caída pronosticada del comercio mundial para los próximos años, así como la caída de las economías de nuestros principales socios comerciales. De otra parte, la estructura de la cartera de bienes exportables de Cuba no es la de más fácil colocación en el mercado, a lo cual hay que agregar las dificultades que genera el bloqueo norteamericano.

Tanto para el níquel como para el azúcar los pronósticos hasta el 2030 indican una posible tendencia al alza, aunque, los incrementos para el año 2021 no parecen significativos, por lo que garantizar los volúmenes de exportación (y de producción) en ambos productos será decisivo. En el caso del azúcar, si se atiende a los resultados de las últimas zafras, no parece haber suficientes garantías.

El pronóstico de los precios del plomo es también al alza por lo que es posible esperar un incremento de los precios del concentrado de plomo y zinc. La combinación de mejores precios y un incremento significativo de los volúmenes de exportación lo convierten en el único rubro con un crecimiento significativo, junto al ron que crece un 12% y cuyos mercados se aseguran de alguna forma gracias a las empresas mixtas creadas.

No existe información sobre las exportaciones de fármacos, renglón que ha adquirido relevancia dentro de la cartera de exportaciones de bienes.

Es bueno significar que el patrón de exportación de bienes consolida su dependencia de bienes de industrialización primaria, característica que nos ha acompañado desde la época de la colonia, con excepción de los fármacos biotecnológicos.

Los servicios médicos parece que continuarán siendo el gran caballo de batalla de las exportaciones. Los resultados de las elecciones parlamentarias en Venezuela, el triunfo de la izquierda en Bolivia y la probada eficacia de nuestros médicos en el enfrentamiento a la pandemia deben permitir volúmenes de ingresos que, si bien están lejos de los alcanzados varios años atrás, seguirán teniendo el peso fundamental en los ingresos externos del país.

En cuanto al turismo, duplicar la cifra de visitantes respecto al 2020, aun considerando la recuperación del segmento de los cubanos residentes en el extranjero, será difícil incluso si la nueva administración norteamericana revierte las medidas de la administración Trump (algo para nada seguro aun) y pueda ser posible también recuperar una parte de aquel mercado.

Hace ya mucho tiempo que el turismo dejó ser una aventura y se convirtió en una verdadera industria cuando los viajes estuvieron al alcance de cada vez mayor cantidad de personas, sobre todo de la clase media trabajadora. Hoy, lamentablemente, la pandemia y la crisis global han reeditado aquellas antiguas incertidumbres y han reducido los ingresos de esas mismas clases que alimentaban los flujos turísticos. No hay dinero suficiente, y no hay garantías suficientes como para eliminar la incertidumbre en el corto plazo. Así que, lograr un mayor número de arribos depende de un grupo de factores exógenos sobre los cuales las empresas turísticas cubanas no tienen capacidad de influenciar. Pero nada es imposible y va y aparece una grata sorpresa al final del año, ahora que ya tanto en Europa como en Estados Unidos y seguro que en breve Canadá, comenzaron la vacunación de sus ciudadanos.

Lograr crecer al 7% en el 2021 será una feliz noticia para todos los cubanos. Salir de los números rojos es fundamental, quedan, sin embargo, muchas piedras dentro de los zapatos que no permiten avanzar a mayor velocidad. Y los zapatos están muy ajustados. Esa burocracia, que parece inaprensible y difícil de ubicar, mencionada por el presidente Miguel Díaz Canel en su discurso de clausura del Sexto Periodo Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, es quizás la mayor todas esas piedras.  ¿Y si es la burocracia quien frena, entonces por qué seguir conviviendo con ella?

“Urge también que promovamos cambios más profundos a nivel estructural para desatar las fuerzas productivas, arrinconar a la burocracia y cerrarle los caminos a la corrupción”, dijo el presidente hace tres días en su discurso.

 Difícil es imaginar las razones por las cuales cerraremos este año sin haber aprobado y publicado un documento legal que viabilice la creación de pequeñas y medianas empresas, que de hecho existen, pero que no pueden desplegar su potencial plenamente por la falta de normativas legales que la promuevan y protejan. ¿Cómo promover entonces mejores y más eficientes encadenamientos entre todas las formas de gestión y propiedad?

Parece difícil poder explicar, que luego de más de tres meses de anunciada, la tan esperada “lista negativa” de las actividades por cuenta propia, siga dando vueltas sobre algunos buroes.

¿Y como explicar gastar los escasos recursos que el país tiene y que necesita para luchar contra la pandemia y para mantener los niveles imprescindibles en la educación y el resto del sistema de salud, en la “recuperación de la gastronomía estatal”, otro de los grandes agujeros negros que ha padecido nuestro economía y ha sufrido nuestro pueblo durante más de cinco décadas?

Es difícil explicar que luego de fracasos reiterados por años, aun demore una reforma profunda del sistema agroalimentario cubano que reconozca que el corazón de la producción de alimentos en Cuba está en las manos de los pequeños agricultores y las cooperativas y que se alinee con esa verdad.

¿A quien interesa demorar estos cambios, reconocidos como necesarios y más que demostrado por nuestra realidad cotidiana?

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