La estrategia y el desarrollo

Cuba enfrenta una nueva estrategia de desarrollo en un momento de extrema complejidad económica y social.

Foto: Javier Arrizurieta

Once principios, dieciséis áreas claves y más de 370 medidas es, sin dudas, un enorme esfuerzo en pos del propósito de “preparar una Estrategia de Desarrollo Económico y Social, donde se ratifique que no podemos seguir haciendo las cosas de la misma manera”. El proceso de elaboración de ese grupo de medidas ha sido de los más expeditos que hayamos conocido “ El 10 de mayo fueron emitidas las indicaciones del Primer Ministro a todos los organismos, con los cuales se trabajó el diseño de las medidas, (…) el 14 de julio fue presentada la Estrategia al Buró Político; el 16 de julio fue aprobada por el Consejo de Ministros y ese propio día, se informó a nuestro pueblo de manera general su alcance y contenido en el programa de la Mesa Redonda.

Posteriormente, fue publicado un tabloide con la información.” Recordaba el Ministro de Economía quien rindió cuentas en la en la recién terminada sesión de la Asamblea Nacional.

Las razones de la urgencia son bien conocidas, de una parte, la demora en poner en práctica un grupo de medidas aprobadas varios años antes en los documentos rectores de la transformación de la economía nacional y su impacto en el desenvolvimiento económico del país, de otra, el profundo impacto de la COVID-19 en nuestra economía y por último, esas más de 132 medidas que la administración Trump ha implementado siguiendo las indicaciones de Marco Rubio.

Anuncia administración Trump nuevas medidas contra remesas a Cuba

Acometer esas 370 medidas en condiciones “normales” es de por si un gran reto, acometerlas en las condiciones que enfrenta hoy la economía nacional es mucho más que eso. Veamos pues brevemente algunas de esas condiciones.

El crecimiento promedio anual del producto interno bruto en los años que van del 2015 al presente año apenas alcanza el 0,2%1, mientras los pronósticos estiman en alrededor de –8% el decrecimiento del PIB para el 2020. La formación bruta de capital mantiene una participación en el PIB por debajo del 19%2 y parece improbable que en el corto plazo pueda rebasarla atendiendo al comportamiento del PIB y a la imposibilidad de reducir aún más el consumo.

De otra parte, la asignación de recursos de inversión evidenciaba la necesidad de una corrección sustancial a favor de sectores como el agropecuario, la industria manufacturera y azucarera y el de ciencia y tecnología. El siguiente gráfico ofrece una foto de esa distribución en los últimos años.

Mientras, las posibles fuentes de ingresos externos del país siguen muy comprometidas. Hay que tener en cuenta, además, las tendencias de la inversión extranjera directa (IED) anunciadas en el reciente reporte de la UNCTAD.

La crisis económica mundial provocada por la COVID-19 de una parte, el bloqueo norteamericano de otra y nuestra alta dependencia de un reducido grupo de bienes no permiten esperar resultados mejores que en el 2019 en las exportaciones de bienes, aunque es posible esperar una leve recomposición de los ingresos por servicios profesionales. Tampoco debe esperarse una expansión sustancial de los ingresos por estos servicios.

Por su parte, la caída de los ingresos por turismo y una drástica reducción de las remesas que puede estar por encima del 40% impacta negativamente sobre la demanda efectiva y sobre la dinámica, tanto de los sectores productivos como de los comerciales, y hace más comprometida aún la liquidez real del país. De igual forma las medidas tomadas por la administración Trump respecto al uso de tarjetas emitidas por entidades cubanas también impactan negativamente en ingresos de telefonía que en el año 2018 rebasaron los 700 millones de dólares.

A la vez, Cuba enfrenta una compleja situación en cuanto a su deuda, que no tiene su origen en la pandemia, pero que sin duda se ha vuelto más compleja por los efectos de esta sobre la economía mundial y sobre la cubana. Los impagos no solucionados a proveedores y las recientes dificultades para honrar los compromisos con el Club de París restringen sustancialmente la capacidad de maniobra del país, más si se tiene en cuenta que el país no puede ser objeto de crédito por parte de las grandes instituciones financieras internacionales.

“El acuerdo establece que, si Cuba no cumple con un cronograma de pago anual en su totalidad dentro de los tres meses posteriores a la fecha límite del 31 de octubre, se le cobrará un interés de mora del 9% por esa parte. Cuba debe un estimado de $ 85 millones este año.

Cuba informó una deuda externa de 18.200 millones de dólares en 2016, y los expertos creen que ha aumentado significativamente desde entonces.”

Es con esta difícil situación que se acometerán este grupo de medidas dirigidas a sobrevivir, intentar mejorar la vida cotidiana de los ciudadanos y ciudadanas de Cuba, producir cambios estructurales profundos y también profundos cambios en el funcionamiento económico.

Si atendemos a la situación descrita más arriba, al hecho de que el “ordenamiento monetario” provocará un redimensionamiento de la empresas estatales y de las organizaciones que pertenecen al sector presupuestado, se entiende entonces la renovada importancia que alcanza en esos procesos el sector no estatal, en especial la multinombrada pequeña y mediana empresa y las cooperativas no agropecuarias así como el ansiado listado negativo de trabajos por cuenta propia, por varios años entre preteridas y congelas. Debe recordarse que, aún cuando la tasa de desempleo apenas rebase el 1,2%, alrededor de 1,2 millones de cubanas y cubanos, en condiciones de trabajar no lo hacen hoy, cuestión que puede variar en un escenario de mayor apertura a los sectores antes mencionados.

En breve, apenas en unas horas, volverá a ocurrir un suceso sobre el cual los cubanos, ya sean los de “aquí” o los de “allá” apenas si tenemos alguna influencia, sin embargo, ese evento, la elección del presidente de Estados Unidos de Norteamérica (ojo, que no es América y que también existen otro Estados Unidos) por lo general ha tenido, tiene y tendrá, alguna influencia sobre Cuba y sobre los cubanos de aquí y de otros lugares (no solo de allá). Para Cuba ese suceso tendrá consecuencias mejores o peores en dependencia del color del cual se pinte el despacho oval, sin embargo, más allá del color que adquiera el óvalo del 1600 de la Avenida de Pensilvania el cambio de Trump por Obama demuestra que Cuba, sin dejar de tener en cuenta el “fatalismo geográfico” debe precaverse de repetir una de las peores pandemias que hemos sufrido históricamente, la excesiva dependencia externa. 

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Notas:

1 Se estima tasa de crecimiento del 2019 en 0,5%

2 Datos del 2018

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