¿Vuelven los bolos?

La visita del primer ministro de Rusia a la Habana ha concertado todo tipo de opiniones y también de especulaciones.

Foto: Pxhere.

¿Que tú crees mi herma? ¿Vuelven los bolos? Ha sido la gran pregunta de mi buen amigo. La pregunta hizo que me diera cuenta de cuánto queda aún en la mente de una parte de nuestra población sobre la relación entre Cuba y la que en su momento fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, en especial en aquellos que tienen mis años o un poquito más.

Hay figuras icónicas, desde lógicamente la “carne rusa” hasta el más duradero y resistente de todos los ventiladores jamás conocido en nuestra Isla, el “Órbita”, con ese diseño minimalista que lo hacía tan fácil de limpiar y aquel motor tan potente que resistía el “jan” que los cubanos le daban, la lavadura Aurika que tanto ayudo a las amas de casa cubanas y los refrigeradores rusos, esos mismos que después desmantelamos masivamente allá por el 2004.

La estrella de todos los objetos de consumo rusos es el Lada, devenido ahora en “auto de lujo” gracias al hecho de haber sobrevivido y a la “industria de piezas” y aditamentos de Lada, a cuya sombra ha florecido el comercio de piezas y partes directamente importadas desde Moscú y Miami, por ese segundo equipo de nuestro sistema de comercio exterior que son los cubanicios (cubanos+fenicios).

Paradojas de la historia. Nunca me había puesto a pensar cuán raro es ir a Miami a comprar piezas de Lada; es como aquella primera experiencia con los “muñequitos rusos”.

La visita del primer ministro de Rusia a la Habana ha concertado todo tipo de opiniones y también de especulaciones. Casi todas tiene una base real. Relanzar con relativa intensidad la relaciones con Rusia puede ser estratégico para nuestro país, en el corto plazo, porque de alguna manera constituye una vía que ayudaría a disminuir la presión de la administración Trump sobre Cuba en temas puntuales. Podría mejorar el abastecimiento y transporte de petróleo hacia la Isla en el corto plazo, y en el mediano, lograr una relación fluida con Rusia (aunque probablemente no equilibrada en términos económicos) que es un gran mercado y un gran productor de tecnologías y materias primas, algunas de la cuales son muy necesarias para Cuba, es una oportunidad que debe ser bien aprovechada. Es cierto que es un mercado lejano, pero también lo son China y Vietnam.

Hace ya muchos años, en la década de los cincuenta, Carlos Rafael Rodríguez recomendaba como una vía de “diversificar” nuestro comercio y consecuentemente disminuir nuestra dependencia absoluta de la economía norteamericana, la posibilidad de abrir el mercado soviético, propuesta que solo podría hacerse realidad luego del triunfo de la Revolución y de la creciente hostilidad de la administración norteamericana hacia Cuba que desembocó en el bloqueo.

La historia de esa relación, al menos en el ámbito de la economía, ha sido más que abordada y ha generado una gama amplia de opiniones, desde detractores furibundos hasta defensores a ultranza. La historia de su desaparición es también muy conocida y sus costos, que son los costos de una dependencia casi absoluta, también.

Cuánto hemos perdido en nuestra capacidad de importaciones en millones de dólares a precios actuales del mercado, pérdida en precio de exportaciones —es decir, la diferencia entre los precios que recibíamos conveniados con la URSS y otros países, y los precios del que llamamos basurero del mercado mundial, porque ahí va a parar a ese basurero el azúcar que sobra—: por pérdida de precio con la URSS hemos perdido en azúcar 2 469 millones de dólares; con Europa del Este, 270 millones 500 000 dólares; en níquel hemos perdido 30 millones; en otros productos, 14,4. Por disminución de los créditos que recibíamos —ya que nosotros no recibíamos nunca crédito del Banco Mundial ni de organizaciones financieras internacionales controladas por Estados Unidos—, 1 463 millones —estoy hablando de cifra anual—; con los países de Europa del Este, 162 millones. Por crédito que recibíamos del Banco Internacional de Inversiones Soviéticas, 13 millones. Por encarecimiento de las importaciones estamos perdiendo, además, 80 millones. Por dificultades para ubicar productos —cítricos, por ejemplo—, estamos perdiendo 144,6 millones; en otros, 55 millones. En total, por este concepto estamos perdiendo por año 4 701 millones de dólares, y no son las únicas pérdidas; se trata de pérdidas directas de lo que recibíamos por nuestras exportaciones.

Fidel Castro: Discurso el 5 de septiembre de 1992.

 

Luego de la desaparición de la Unión Soviética y por varios años, las relaciones económicas entre Cuba y la “nueva Rusia” prácticamente se congelaron. Cambiaron los países, cada cual emprendió una ruta diferente, desaparecieron las “condiciones comerciales favorables”, también los créditos blandos, etcétera. Y las empresas rusas, antes todas estatales y socialistas, trasmutaron casi todas en empresas privadas, bajo reglas de juego capitalistas.

Pero la historia ya fue. Lo cierto es que las relaciones económicas con Rusia se han ido recuperando poco a poco bajos estas nuevas reglas de juego.

Intercambio Comercial Cuba- Rusia (millones de dólares)

2013 2014 2015 2016 2017 2018
Intercambio Total 203174 193326 187974 223458 434993 451155
Exportaciones 19936 55716 56089 32290 20940 10740
Importaciones 1226735 1025134 1187061 1133902 1101869 1210222
Saldo -1206799 -969418 -1130972 -1101612 -1080929 -1199482
Fuente: Anuario estadístico de Cuba 2018, Cap. 8.

Cierto también que, como con otros países, padecemos de un balance comercial negativo. Lamentablemente nuestras exportaciones, que son bien reducidas, han disminuido progresivamente desde el 2014 y en el 2018 apenas son la quinta parte de aquel año.

Este año 2019, por primera vez en la historia de las relaciones entre ambos países, se realizó una feria de productos cubanos en Rusia y se anunció también la constitución de la primera empresa mixta ruso-cubana, con participación mayoritaria del socio ruso. Claro que ambas noticias nos llevan a preguntas casi automáticas: ¿Por qué demoramos tanto en hacer una Feria de Productos Cubanos en Rusia estando tan necesitados de exportar? En este caso, además, a un mercado que una vez conoció algunos productos cubanos, cierto que no muchos, y cierto también que este de ahora es otro mercado.

Y otra pregunta también es obligatoria, ¿por qué después de tanto tiempo solo tenemos una sola empresa mixta de capital ruso, cuando una parte importante de nuestras tecnologías, de esas que decimos son obsoletas, tienen origen ruso?

Pero la historia es la historia y agua pasada no mueve molino.

Desde hace unos años Cuba desarrolla varios importantes programas de modernización con capital ruso en la industria del acero; en la infraestructura ferroviaria, por un monto de 1880 millones de euros a invertir en diez años por la Empresa Estatal de Ferrocarriles de Rusia y se anuncian programas importantes en el sector energético, para la recuperación de pozos de petróleo y la perforación; y también en el sector de la aeronáutica, donde tan necesitados estamos.

 “Me preguntan si esta cooperación es rentable, si Cuba es realmente un pagador puntual de los préstamos concedidos. Debo decirles que no tenemos ningún retraso en los préstamos concedidos por VEB. Cuba se comporta como un buen pagador”, declaró la semana pasada Ígor Shuválov el jefe del banco ruso Vnesheconombank (VEB). Declaraciones similares hizo hace solo unos días el propio primer ministro ruso Dmitri Medvédev: ahora «nuestros amigos cubanos pagan la deuda, a diferencia de la situación que era hace 20 o 30 años, en la época soviética”.

En el 2020 Rusia será el país invitado en la Feria Internacional de Turismo, mientras el turismo ruso ha crecido, a pesar de que no existe aún ninguna empresa mixta o contrato de administración con alguna empresa rusa.

Hay incluso ventajas adicionales. Hace ya más de un año se crearon facilidades financieras –un fondo de compensación–, a través del cual las empresas rusas pueden usar parte de la deuda cubana para pagar gastos asociados a determinadas operaciones en Cuba, algo que de usarse reduce sus costos. No dispongo de información sobre su utilización, pero sin dudas es una ventaja potencial para los proyectos de inversión.

No creo que la historia se repita. Hoy una parte decisiva de la relación económica descansará en las empresas de allá y de aquí. Entender la cultura de hacer negocios de las empresas rusas es importante para las empresas cubanas. Es cierto que ese entendimiento debe tener doble senda, pero también es cierto que nosotros estamos más necesitados de alcanzar ese aprendizaje. Convertir los convenios en buenos negocios, de eso se trata. Aprovechemos las oportunidades.

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