“¿Dónde se forma una clase?”

Foto: Desmond Boylan.

Foto: Desmond Boylan.

Me cuentan de una europea, residente en Cuba, que decidió matricular a su hija pequeña en una guardería privada. Cobraban muy caro y ofrecían una serie de servicios que parecían atractivos. Al poco tiempo, sin embargo, tuvo que buscar otras opciones para su niña: casi nada de lo que anunciaban era real, las empleadas carecían de la preparación necesaria y el salario que reciben es muy bajo, en comparación con el precio que cobran los dueños por cada niño que acogen.

Mi nieto Ismael está en un círculo infantil llamado “Que siempre brille el sol”. Ubicado en el reparto Guiteras, se caracteriza por la profesionalidad de quienes trabajan allí: desde la directora hasta las auxiliares de limpieza, pasando por las seños que atienden directamente a los menores, la enfermera y el administrador.

Además de la profesionalidad de uno y otro, entre el espacio donde está mi nieto y aquel de donde la europea tuvo que sacar a su hija las diferencias son notables. Como trabajo con las palabras, comienzo por ellas: los estatales se llaman, desde su creación, “círculos infantiles”. Los privados, “guarderías”. Adoptaron una denominación más universal, pero que jamás se empleó en Cuba. Ismael es atendido por “seños”. En algunas guarderías quienes trabajan son “nanas”.

La segunda diferencia, esta sí abismal, son los precios. La atención en los círculos infantiles es subvencionada. Los padres pagan solo 40 humildes pesos cubanos. Cerca de mi casa hubo una guardería que costaba alrededor de 240 mensuales (10 CUC, digamos), una cifra razonable para los gastos en que deben incurrir y las ganancias que aspiran obtener, pero que escapa al bolsillo de muchos ciudadanos de a pie.

El surgimiento de guarderías se debe, en primer lugar, a que los círculos infantiles no son suficientes y es mayor la demanda de madres necesitadas de un lugar donde cuiden a los hijos mientras trabajan. También sé que no todos los círculos infantiles conservan las condiciones de ese en que juega y aprende mi nieto.

He buscado en Internet (Revolico, Porlalivre, Cubísima) anuncios de guarderías. No encontré muchos, pero algunos me llamaron la atención. El que supongo deba ser más económico ofrece “confor, juegos, aprendisage y mucha alegría, reciven alimentacion balanceada”. Juro que solo he añadido dos comas a la frase para hacerla más legible. “Sin comentarios”, se dice en estos casos.

En los anuncios que encontré, los precios son muy superiores al que pedían mis vecinos. Dos de ellos tienen establecidos como base 80 CUC. Uno ofrece “culeros desechables, toallitas húmedas, colonia, cremas…”, y se imparten en él clases de inglés y de teatro; en el otro se incluyen “uniformes, zapatos, ropa interior, cepillo de dientes, toallas, etc. (rotulados y personalizados para cada niño)”, aunque, según me informaron por teléfono, “con culeros desechables el precio aumenta a 100 CUC”.

Entre la persona que paga 40 CUP, o incluso la que no encuentra matrícula en un círculo infantil, o no le gusta el que queda cerca de su casa y prefiere apretarse el cinturón y destinar 240 CUP para el cuidado de su hijo, y quien puede pagar 80 o 100 CUC (1920 o 2400 CUP) hay una diferencia abismal. Ahora mi pregunta cambia: ¿Quiénes son esos padres? ¿Las guarderías se nutren solo de extranjeros residentes en Cuba? No lo creo.

Son las mismas diferencias que existen entre los que comen sistemáticamente en restaurantes con precios altísimos (según, incluso, estándares internacionales) y quienes salen corriendo a la cola de la carnicería cuando corre la voz de que llegó el pollo que les salvará la comida de esa noche.

En una reseña hecha por el Noticiero Nacional sobre la más reciente reunión del Consejo Nacional de la UNEAC, vi al ensayista y editor Desiderio Navarro opinar sobre los posicionamientos políticos que podría tener en el futuro esta nueva clase en formación. Busqué más detalles en la prensa. Los medios digitales o impresos no reprodujeron lo dicho allí por Desiderio.

Lo llamé por teléfono y me hizo un resumen que aquí sintetizo aún más:

Dijo Desiderio que Obama y el gobierno cubano tienen el propósito común de desarrollar un sector privado en Cuba. La diferencia con el gobierno cubano está en que Obama, además, desea empoderarlo como clase. “¿Dónde se forma una clase?”, se pregunta Desiderio. En la reunión de la UNEAC, habló de cómo, a nivel de poblado, pueblo y hasta de pequeña ciudad, esos nuevos ricos se van volviendo las “clases vivas”, con mucho poder en todas las esferas —servicios, medicina, cultura, etcétera—. Convierten su capital económico en capital social, político, cultural.

Explicó Desiderio que las clases no se forman, ni toman conciencia de sí como clase en un repentino descubrimiento de la noche a la mañana, sino en determinados lugares de high life que, a la vez que les permiten realizar y reproducir su status, son un instrumento y signo de distinción respecto al resto de la sociedad: las más costosas guarderías, aulas de repasadores e instructores especiales de idiomas o artes, clubes nocturnos, centros turísticos, etcétera, cuyo solo precio los vuelve exclusivos. Es ahí donde se conocen y reconocen, se entrelazan económica, social y matrimonialmente, y descubren y formulan sus intereses comunes. Para imponer estos intereses al resto de la sociedad necesitarían empoderarse políticamente. No es casual la extendida aparición del letrero “La casa se reserva el derecho de admisión”, modo eufemístico de decir que “La casa se reserva el derecho de exclusión”.

A propósito de estas inquietudes, una amiga me comentó de un concierto cuyas entradas costaban 100 CUC y fueron revendidas hasta a 250, sin que luego quedara una butaca vacía.

También he encontrado anuncios de lugares donde se imparten clases según “una fusión de diferentes métodos famosos mundialmente, sobre todo el método de María Montessori” (50 CUC por dos frecuencias semanales; 70 por tres), y otra que se anuncia como un “gran proyecto formado por psicólogos extranjeros” (desde 50 CUC al mes).

No sabemos, acaso nada más podemos suponer, quiénes pertenecen a esa clase, cómo se accede a ese nivel económico. Considerar que solo está constituida por cuentapropistas es, cuando menos, una ingenuidad. Lo peor es que también en ella están personas que han adquirido sus riquezas por medios ilegítimos.

Uso estos datos elementales, que están a la vista de todos, no para revelar una verdad oculta, desconocida, sino para insistir en algo con lo que convivimos ya casi naturalmente, pero cuyas consecuencias apenas han sido objeto de reflexión (menos aún de debate).

Luego de 1959 en Cuba se crearon condiciones para una enorme movilidad social y se derribaron la mayoría de las barreras que parcelaban las clases. Durante varias décadas, el acceso a la educación fue el modo que muchos encontramos para cumplir aspiraciones que antes nos hubieran resultado utópicas.

Hoy la sociedad cubana está volviendo a reorganizarse, pero esta vez de acuerdo con los dictados del dinero. ¿Qué implicaciones tendrá ese reacomodo en el destino de la Nación? ¿Será la formación de una nueva burguesía con conciencia nacional, que defienda la soberanía de Cuba? ¿Cómo serán sus alianzas con el poder político? ¿Comprenderá la nueva burguesía que la equidad y la justicia social son imprescindibles para el equilibrio del país?

Salir de la versión móvil