“Qué tiene de malo”

"Wonderwoman".

"Wonderwoman".

Hace unos días, por razones profesionales, me llamó la atención un titular de Juventud Rebelde: “¡Lo más esperado en estrenos de películas para el 2017!”. A veces no puedo evitar la ingenuidad y entré en la noticia creyendo que se anunciarían algunas de las películas que se estrenarán en Cuba a lo largo de este año. Nada de eso. En una segunda mirada al artículo, firmado por Lester Capote, me di cuenta de que eran estrenos “mundiales”. Se ofrecían, primero, quince títulos con sus sinopsis y fechas aproximadas de estreno (las tres primeras: StarWars: episodio 8, Guerra mundial Z 2 y Avatar 2), y luego una lista más larga, organizada cronológicamente, mes a mes, de acuerdo con la fecha en que saldrán a la luz pública.

El artículo me pareció una muestra de la actitud colonizada que revive cada vez con más vitalidad en nuestros medios, y en nuestra sociedad. Lo comenté por correo a un grupo de amigos, y uno de ellos, a quien mucho aprecio, me preguntó: “¿Qué tiene de malo que se informe sobre lo que va a suceder este año en el cine fuera de Cuba?”

No sé si la expresión exacta que marca mi incomodidad es “tiene de malo”. Aunque el artículo mismo es muy malo. Ante todo, cuando se indaga en Internet se hace evidente que esa supuesta universalidad no lo es tal. La información fue tomada, casi palabra por palabra, de sitios españoles. En realidad, lo que hizo el periodista fue dar a conocer al lector cubano cuáles serán algunas de las películas que se estrenarán en España durante 2017. Lo hizo, además, con la técnica que conocemos como “corte y pega”: casi todas las sinopsis se pueden leer literalmente en Las películas más esperadas de 2017 (sitio que él no coloca entre sus fuentes) y la lista mayor está tomada de Próximos estrenos en cines 2017 (que sí menciona).

Me llamó la atención que en el catálogo principal de Juventud Rebelde los quince títulos son producidos por grandes estudios de Hollywood: ni uno solo europeo, latinoamericano o incluso del cine independiente de los Estados Unidos (en la relación más extensa sí se mencionan algunos españoles, y Desierto, del mexicano Jonás Cuarón, que acaba de ser premiada en el Festival de La Habana).

Si se compara estrenosdecine.net con el artículo de Juventud Rebelde salta a la vista la omisión en este de algunas cintas que provienen de otras cinematografías o que están sustentadas por modelos estéticos diferentes del que predomina en Hollywood. En el periódico cubano fueron suprimidas La autopsia de Jane Doe (André Øvredal), Le Fils de Joseph (Eugène Green), Terra Formars (Takashi Miike), Felices sueños (Marco Bellocchio) y El viajante (Asghar Farhadi), exhibida en diciembre en el festival habanero.

Como parte de esta avalancha informativa sobre los próximos estrenos, El País, diario que cada vez parece más un manual de autoayuda, publicó un artículo de uno de sus críticos de cine, Gregorio Belinchón, con el título “Las 17 películas más esperadas de 2017”. Allí, además de algunas de las obras citadas por Capote, se reseñan películas de varios autores españoles: Agustín Díaz Llanes, Pablo Berger, Fernando Franco, Fernando León, y entre esos diecisiete directores están también Asghar Farhadi (El viajante) y Michael Haneke (Happy End).

Vuelvo ahora a “lo que tiene de malo”. Lo malo es la hegemonía de una cultura, de una cinematografía, sobre todas las demás; lo malo es la imposición de un modelo por encima de los otros; lo malo es homogeneizar, borrar las diferencias, las diversas maneras con que otras realidades, otros contextos, otras sensibilidades necesitarían encontrar su expresión artística. Al comenzar este año el crítico Rolando Pérez Betancourt comentó en Granma que “De nuevo las 20 películas más vistas durante un año en ‘el mundo’ son las mismas 20 más vistas en Estados Unidos”.

En el complejo universo del cine, los eslabones más contradictorios de la cadena son la distribución y la exhibición. Algunos países, como Francia o Argentina, han podido establecer cuotas en pantallas para sus propias películas; en México, por el contrario, el cine está incluido en el Tratado de Libre Comercio, lo que deja sin defensa alguna la cinematografía nacional. En toda Latinoamérica, y también en algunos países de Europa, cada año se realizan muchas películas, de atendible valor artístico, que no logran estrenarse en circuitos comerciales ocupados casi en su totalidad por el cine de Hollywood. En otras ocasiones, una obra colombiana o ecuatoriana cuando llega a las pantallas tiene que abrirse espacio a través de la descomunal propaganda con que viene una película estadounidense que se estrenará en la misma fecha.

Está bien que los lectores del periódico de la juventud cubana conozcan qué es lo que sucederá en los cines del mundo. Pero de todo el mundo, y aún más en los de Cuba. A las películas de Hollywood les sobra difusión. Me parece muy bien que a cualquier persona le guste el cine que producen los grandes estudios, incluso, que pronto tenga esas quince cintas que Lester Capote menciona entre las favoritas de su vida. Me parece mal que a ese mismo espectador no se le den las opciones para conocer otro tipo de cine, que no tenga la oportunidad de elegir. La libertad es, sobre todo, la libertad para elegir.

El pasado 15 de noviembre, el ensayista y crítico Dean Luis Reyes publicó en este mismo sitio un texto titulado “El cine cubano que no se ve”. Allí se informa sobre un nutrido grupo de películas, realizadas de modo independiente, que no han tenido aún su estreno comercial en Cuba. Pasados dos meses, esa lista es aún mayor.

El cine cubano que no se ve

Me hubiera gustado que Lester Capote, al igual que lo hace Belinchón en El País para el caso español, nos hubiera informado cuándo se estrenarán comercialmente, por ejemplo, las cubanas Espejuelos oscuros, de Jessica Rodríguez; La obra del siglo, de Carlos M. Quintela (ganadora de importantes premios internacionales); Caballos, de Fabián Suárez; El tren de la línea norte, de Marcelo Martín; Jirafas, Venecia y Sharing Stella, todas de Kiki Álvarez, a las que ahora se suman otras, como El techo, de Patricia Ramos.

Pero quizás esa es una pregunta que Lester Capote no pueda responder. ¿Tendrá ya el ICAIC programado el estreno de estas películas que he mencionado? Contra la descomunal ofensiva mediática desplegada desde los centros hegemónicos, ¿qué está haciendo Cuba y, en especial, la institución encargada de promover el cine, para defender, jerarquizar, promover, estimular la cinematografía nacional, que cada vez más se produce de forma independiente?

Tengo la sospecha de que el artículo publicado por Juventud Rebelde no es una golondrina solitaria, y que la irresponsabilidad, la desidia, las paranoias mal enfocadas, algunos intereses que se van creando, son responsables también del regreso a Cuba de mentalidades y estructuras coloniales que fueron desmontadas a partir de 1959.

 

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