LGT

Portada de su disco Bummm!

Portada de su disco Bummm!

Primero lo primero: estas siglas no valen por lo que parece, esto es, Lesbianas, Gays y Transexuales, como tampoco por Liga Gerontófila Transilvana, Leyendas del Golf de Tanzania, Legión de Guardaespaldas Tísicos o Lupanar de Guarras Tullidas, sino que denominan a una banda de rock nativa de Hungría, Locomotiv GT, formada en 1971 y desaparecida en septiembre de 2016.

En los setenta, cuando estudiaba en la Lenin, nos tenían a dieta con el rock. En los bailes de los miércoles por la noche pasaban los últimos hits y algunos clásicos de los Beatles, pero no sólo no podíamos soñar con ver a esas bandas en vivo, sino que ni siquiera las conocíamos por fotos. La primera vez que pusieron a ABBA y Boney M –que no cultivaban precisamente el rock pero eran de afuera-– en Colorama, un domingo por la noche, la asistencia a la entrada de pase fue ejemplar: todo el mundo quería llegar a tiempo para verlos en los pequeños televisores de la escuela. Y a los Beatles, aunque Santiago Álvarez los metió fugazmente en un Noticiero ICAIC, en un montaje que más bien se burlaba de ellos, la televisión cubana no los puso hasta bien avanzados los ochenta. Mi amigo Luis Felipe, que tenía una cámara de cine de súper 8, los filmó directamente de la televisión. Sin el sonido, claro: con esas cámaras sólo podías hacer películas mudas. Aun así, nos sonamos la película varias veces.

A cambio teníamos el rock socialista. Que también nos gustaba, aunque no entendiéramos una palabra de polaco, alemán, húngaro o rumano y muy poco de ruso, porque veíamos que en los países del Este europeo podías dejarte crecer el pelo y formar una banda, salir en la televisión y aun hacer giras… al menos por otros países del Este. (En Cuba sabías que existían los Almas Vertiginosas, los Secciones Ocultas, los Kents y grupos así, pero para verlos en vivo tenías que formar parte de una cofradía que se susurraba el secreto de boca en boca, acostumbrada a pernoctar, y no de grado, en estaciones policiales. Lo más domesticado del rock cubano, los Dada, aparecía de cuando en cuando por televisión, y hasta grabaron, pero carecían de garra. Era la época en que los funcionarios de Cultura decían que la batería era un instrumento imperialista). Estaban, entre otros, Czeslaw Niemen y Notozó de Polonia, los Karat, los Puhdys y los Kreis de la RDA, los Sturcite de Bulgaria, Zodiac de la URSS y, los mejores de todos, los húngaros: Omega, Express, Skorpio, General, Five Moto Rock, Kati Kovacs, Fonograf… y Locomotiv GT. Muchos vinieron a Cuba, incluso varias veces, y varios coincidieron en La Habana en 1978, durante el XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes.

Aquí vale recordar los programas Ein kessel buntes y Rund, ambos de la RDA, donde los nativos sedientos de imágenes y timbres foráneos vimos a ABBA, a Boney M, a Smokie. Pop sinflictivo, como diría Zumbado, pero era mejor que nada. De hecho, algunos de los videos presentados en Colorama que mencioné hace un rato fueron tomados de ahí.

Hace un par de años un socio de Playa me copió un Grandes Éxitos de Locomotiv que tuvo que sacar de un viejo acetato digitalizado. Fue la gloria misma. Como queda dicho, mi húngaro no es muy fluido, pero en la Lenin tampoco entendía nada de inglés y lo disfrutaba igual. Muchos de los temas los ponían a rabiar en Now!, Sorpresa y Nocturno, aquellos programas de radio que solían transmitir ese tipo de música, así que fue un trallazo de nostalgia pura.

El rock socialista dejó como saldo mucha basura –admitamos que también la había, y no poca, entre maravilla y maravilla en los hit parades americanos y británicos- pero algunas cosas sonaban bien. Niemen, Karat, Fonograf, sonaban objetivamente bien. Y desde luego, Locomotiv GT, Loksi para sus coterráneos, quienes a menudo incorporaban una sonoridad latina, con percusión menor bien ostensible en la mezcla, a la manera de no pocas bandas occidentales en esos tempranos setenta: Barrabás, Osibisa y, principalmente, Santana. No sólo tenían fanáticos en tierra magiar o en predios del CAME: en plenos setenta hicieron giras por Inglaterra y EE.UU., compartiendo escenario con estrellas del calibre de Génesis y Joe Cocker. En 1974 Jimmy Miller, el productor de algunos de los mejores discos de los Rolling Stones, trabajó con ellos en Londres, en un álbum (cuyo título era el nombre de la banda) cantado en inglés; es fama que el propio Miller tocó instrumentos de percusión y Jack Bruce, el legendario bajista y cantante de Cream, añadió una discreta parte de armónica en uno de los temas del disco. Por esos años grabaron también cuatro álbumes como banda acompañante de la extraordinaria vocalista Kati Kovacs, otra con presencia sistemática en la radio cubana de entonces. No voy a enumerar aquí mis temas favoritos del cuarteto de Budapest para no llenar tres líneas de consonantes, pero les aseguro que son un montón; sólo resaltaré los álbumes Bummm! (1973), Mindig Magasabbra  (1975), Locomotiv GT V (1976) y  Zene, Mindenki Másképp Csinálja 1977) además de la ya referida grabación londinense. Añadiré que una vez disfruté de su actuación en directo, en el Karl Marx, y tengo la imagen tremenda de la banda allá adelante, tocando ¡con batería! y, unas filas detrás de mí, un tipo con barba y cabellos largos y su novia, de pie, bailando abstraídos como en medio de una liturgia. Eso en los setenta era suicida, era llamar a la policía a gritos.

Recientemente he visto el video de un concierto de LGT en 2007 en su tierra natal: los entonces ya casi sesentones Gábor Presser, Tamás Somlo (fallecido en julio pasado), János Karácsony y János Solti interpretaban viejos temas para un público en adoración que coreaba la mayoría de los estribillos y en no pocas ocasiones el texto íntegro de las piezas. Algunas de estas bandas (LGT, Omega, Puhdys) sobrevivieron a la caída del muro; la mayoría no. Como casi todo el arte producido en el bloque socialista, sus trabajos son difíciles de conseguir. Lo mismo ocurre con el cine de entonces: una buena dosis de mierda, pero también obras extraordinarias, ahora punto menos que ilocalizables.

No es justo botar el bebé con el agua sucia.

Salir de la versión móvil