Cuba: Postales turísticas

Foto: Kaloian.

Foto: Kaloian.

Desde que Cuba se abrió
al negocio del turismo
el país ya no es el mismo,
todo, de pronto, cambió.
No lo digo solo yo.
Todo el mundo lo ha vivido.
Y resulta entretenido
meter en las mismas cajas
ventajas y desventajas
que este negocio ha traído.

 

Por ejemplo, se ha llenado
el país de personajes
pintorescos, con lenguajes
nuevos, con tono impostado.
El “turisteo” ha cambiado
el cariz de la persona.
Y en la turística zona,
a mí, entre otros necesarios,
el “revendedor de diarios”
es el que más me impresiona.

 

El viejo periodiquero
se ha tornado un personaje
curioso para el paisaje
del gran turismo habanero.
Magro, arrugado, viajero,
madruga y el sol lo premia.
Con estilo anti-academia
lo mismo al sol que a la luna
revende el Granma, el Tribuna,
el Juventud, la Bohemia.

 

Los yumas lo ven de pie
con los diarios en la mano.
Y ay, qué estampa de cubano,
con su gorrita del Che.
Revende diarios. Y qué.
La inflación va en el reintegro.
Y yo del “bisne” me alegro.
Los nuestros –dice pletórico–
son los únicos periódicos
que tienen mercado negro.

 

El revendedor de prensa
pasó del anonimato
a posar un largo rato
para los yumas. Inmensa
solución que a su despensa
sienta bien, el brazo en alto.
Y ellos, los del news-asalto
ahora son –¿suerte o tristeza?–
top models de la pobreza
en pasarelas de asfalto.

 

Y siempre está el que se borra
de las turísticas brumas
cansado de que los yumas
le quieran comprar la gorra.
Un cascarrabias que ahorra
sonrisas (¡para matarlo!).
Nunca podrán “sobornarlo”,
dice con agrias aristas,
harto de que los turistas
pretendan entrevistarlo.

 

El viejo periodiquero
sabe que esto es “un trabajo”.
Vende diarios a destajo.
“Mi búsqueda”, “mi dinero”
“mi salve”, ¿ok, compañero?.
“No es fácil, qué voy a hacer”.
Mas no acabo de entender
(todos están “quendes”, piensa).
para qué compran la prensa
si no la pueden leer.

 

Y el que vendía café
(a “caña” cada tacita)
ahora ya no necesita
ni venderlo. Se le ve
en otras jugadas que
a veces ni disimula.
Saca la cuenta y calcula.
Ya tengo 70 “tacos”:
es mejor vender tabacos
a 1 cuc, un euro o un fula.

 

Por culpa de los turistas
ya no hay cubanos “normales”,
ahora todos son “geniales”,
ahora todos son “artistas”.
Bailadores. Deportistas.
Grandes especuladores,
Ahora ni los parqueadores
quieren bajar de nivel
metidos en su papel
de guías y observadores.

 

Un joven le quitó el techo
al almendrón que tenía
porque un yuma lo quería
descapotable. -¡Qué has hecho!
-¡Soy joven, tengo derecho!
-¡Mi carro! -¡Ay, saca la cuenta,
Puro! El turismo alimenta.
Los yumas quieren pasear,
despeinarse y fantasear
con que están en los 50.

 

La vieja que se disfraza
de vieja y fuma tabaco.
El gordo que se hace el flaco
en el centro de una plaza.
El manisero que arrasa
con el pregón del maní.
El sonero de Maisí
que alquila un cuarto en La Habana
y quiere que una alemana
aprenda a bailar changüí.

 

La mucama del hotel
–delgada hasta la anorexia–
que practica toalla-flexia
zoológica… qué nivel.
Un cisne blanco y con él
un pato azul y otro verde.
Y un majá (pa’ que se acuerde).
Y un pez negro… A simple vista
está “bajeando” al turista
pero este, qué va, se pierde.

 

Por supuesto, la fulana
con traje de jinetera,
fajándole a la cartera
y vigilando a la fiana.
Y el jinetero que gana
mucho más, expuesto menos.
Y el trans (mulato con senos).
Y el proxeneta. Peor.
Y el buquenque. Abusador.
Y que todos somos buenos.

 

Y el músico callejero
con caneca en el bolsillo
cantando en cada pasillo
(o descantando) un bolero.
Y el mataperros pionero
pidiendo chicle y monedas.
Y el “Míster, ¿dónde te hospedas?”.
Y el “¿busca una paladar”?
Todos queriendo medrar
todos quieren 4 ruedas.

 

Aquí donde se enarbola
cerveza con dos espumas
los yanquis son yuma-yumas,
son “homo-burguer-and-cola”.
Es una fauna que sola
se domestica, adaptada.
Gorrita. Cara sudada.
Hablando hasta por el codo.
Y le echan ketchup a todo
y se emborrachan con nada.

 

Hay yumas-yumas, visitas
del norte turbio y sombrío.
Que almuerzan un sándwich frío,
coca-cola y papas fritas.
Bailan cuando los invitas.
Ríen cada dos por tres.
Para todo dicen yes,
oh, Quiba, un guiño, una seña
mientras alguien les enseña
“qué volá”, pero en inglés.

 

Vaya postales turísticas.
El loco. El que se hace el loco.
El curda. El que pincha poco.
La vidente de auras místicas.
Agrupaciones artísticas
sudando música y ron.
El chofer del almendrón
con cara del siglo XX.
El guía. El ex-combatiente.
El ex-todo. Exhibición.

 

Ahora parece que el mar
se pasea entre las ruinas
porque en todas las esquinas
huele a protector solar.
Hasta en el peor lugar
y en el barrio más común
el sol calienta y según
exige el tropicalismo
se sabe cuando hay turismo
por el olor a after-sun.

 

El turismo tiene pros
y contras para el cubano.
Intentemos de antemano
comentar sobre los dos.
A su favor: Marx y Dios
de acuerdo en que es necesario.
En su contra: lo precario
se maquilla solamente.
A favor: el buen ambiente.
En contra: el impacto diario.

 

Pro: dinero que circula.
Contra: el “parte” nacional.
Pro: La Habana no es igual.
Contra: todo se calcula.
Pro: la ciudad “disimula”.
Contra: en la fealdad.
Pro: más vida en la ciudad.
Contra: dos clases sociales.
Pro: hay aperturas mentales.
Contra: la desigualdad.

 

Ventaja: mueve dinero.
Desventaja: el kit sexual.
Ventaja: el fasto social.
Desventaja: el jinetero.
Ventaja: charter, crucero.
Desventaja: anfeta-ambiente.
Ventaja: viaja más gente.
Desventaja: se compara.
Ventaja: el cambio de cara.
Desventaja: lo indecente.

 

A favor: hay más comida.
Y zonas de buen ambiente.
Y al menos alguna gente
mejora el nivel de vida.
Menos miseria escondida
en tugurios y trapiches.
Hay lumínicos y afiches.
Nuevas empresas se fundan.
Y por lo menos abundan
negocios y timbiriches.

 

Ahora cualquier chica fina
se hace guía en Varadero
y gana mucho dinero
entre salario y propina.
Como es joven se imagina
que está tocando la gloria.
Que el turismo es su victoria,
y pincha con honradez
a la vez practica inglés
y además aprende historia.

 

British-turistas (ingleses).
Ger-turistas (alemanes)
Y turistas-tulipanes
(es decir, los holandeses).
Franco-turistas (franceses).
Mex-turistas. Chin-turistas.
Nipon-turistas (¡qué artistas!)
E italo-hispano-turismo
que buscan siempre lo mismo:
nativos tercermundistas.

 

Especímenes curiosos
por sus cambios de color.
Del blanco al rojo vapor
(con efectos glamurosos).
Color cangrejo (horrorosos)
Color langosta (contentos)
Color ladrillo (violentos).
Especímenes muy raros
usando bálsamos caros,
lociones, cremas, ungüentos.

 

Vienen queriendo bailar
y destrozan el casino.
Acostumbrados al vino
el ron los suele noquear.
Vienen queriendo ligar
y son ellos los ligados.
Oh, cazadores cazados.
Víctimas de baile y ron.
Siempre regresa el avión
repleto de enamorados.

 

Así que el negocio este
tiene cloacas y alas,
cosas buenas, cosas malas,
cuéstenos lo que nos cueste.
Es normal que se le preste
atención, sin nerviosmo.
Por eso dejo ahora mismo
On-Décimas oportunas
y traviesas con algunas
anécdotas de turismo.

 

1. De cómo un periodiquero ejerce de periodiquero y un turista ejerce de turista en plena Habana Vieja, cualquier día del año

Un viejo periodiquero
pregona: ¡Descubran, yes,
cómo estafaron a diez
turistas…! ¡Diez, ¡no exagero!
¡Compren! ¡Estafa! ¡Dinero!
¡Tremendos estafadores!
-Deme uno. Un fula. ¡Horrores!
Y al poco rato escucharon:
-¡Eyyyy, miren cómo estafaron
a once turistas, señores!

 

2. De cómo un turista-ecologista quiso saber sobre la calidad del aire en Cuba, y la respuesta –inequívoca– que le dio un paisano

Un eco-turista inquiere
sobre su aire a un cubano.
-Este es el aire mas sano
del mundo. ¡Aquí nadie muere!
-¡No exagere, no exagere!
Cuando llegué, hace un momento,
vi un entierro. Y lo lamento.
Y le respondió el señor:
-Ah sí, era el enterrador:
se murió de aburrimiento.

 

3. De cómo un turista europeo llamó a emergencia afectado por el sol, y los remedios –inequívocos– que le dio el médico de guardia

Al número de emergencia
un yuma telefoneó
desesperado y pidió
que lo atendieran de urgencia.
– ¡Ayuda! –Tenga paciencia,
dijeron del otro lado.
¿Qué pasó? -¡Que me he quedado
dormido en una toalla,
boca arriba, en plena playa
y ahora estoy todo quemado!

 

Esta noche, al acostarse
–dijo el médico, discreto–
unte su cuerpo completo
con crema, debe encremarse
de Aloe Vera, empaparse,
no queda otra alternativa.
Y con calma curativa
como si fuera algún juego
tómese dos viagras luego
y acuéstese boca arriba.

 

Lo del Aloe lo entiendo
(prescripción facultativa)
lo de dormir boca arriba
también, cierto, es estupendo.
Pero lo que no comprendo,
doctor, lo que me ha asombrado
es para qué me ha mandado
las viagras… ¡Ey, no se niegue!
¡Es pa’ que no se le pegue
la sábana en lo quemado!

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