La Televisión cubana en La Florida

Cuando a inicios de año se hizo pública la posibilidad de que comenzara en Miami la grabación de una continuación de la teleserie cubana Su propia guerra, hubo una expectativa enorme. La fuente de semejante aviso fue la cuenta de Facebook del actor Orlando Fundichely, quien indicó a sus seguidores que, pese a lo esperado, no iba a tomar parte en el nuevo proyecto.

A mediados de agosto fue la premier del capítulo inicial de la nueva entrega del policial cubano más popular de la década de 1990. El teatro Trail de Miami sirvió para presentar el episodio inaugural, titulado “Segunda opción”. Allí se presentará de mes en mes cada uno de sus seis capítulos, que sus realizadores pretenden llevar también a otras ciudades estadounidenses, como Tampa, New Jersey y Las Vegas, mientras negocian con proveedores de contenidos como Netflix para incluirlo en su carpeta de productos.

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Según Memo Zurita, su director no se trata de “hacer una continuidad de la segunda parte de la serie, sino aprovechar el marco de que el elenco completo del original Día y noche está en Miami”. De ahí que casi todos los intérpretes de los roles principales de la original repitan ahora, entre ellos Fidel Pérez Michel, Nancy González y el actor que fuera el héroe central, Alberto Pujols.

También asegura Zurita que su ambición es extender el interés por la serie al público latinoamericano, ya que ahora la trama de venganza y criminalidad incluye intérpretes de origen colombiano, serbio y estadunidense, que trasladan los viejos rencores habaneros al escenario de Miami y lo aderezan con el universo multicultural de la Florida.

A decir verdad, a primera vista extraña retomada de un formato como este es apenas una manifestación nueva de cuestiones que por años han alimentado las dinámicas de los medios de difusión en la Florida. La década pasada, la aparición de nuevos canales televisivos dirigidos a una audiencia menos ambigua que la del “televidente latino”, promovida durante décadas por plataformas como Univisión o Telemundo, hizo saltar el entorno de contenidos televisivos más allá de esa supuesta aspiración a representar a toda la comunidad hispanohablante de Estados Unidos de América.

Señales como MegaTV o AmericaTV segmentaron el público meta de su parrilla hasta producir una serie de espacios donde destacó en general el carácter nacional o regional del mensaje. Así, programas como Esta Noche Tonight y Seguro que Yes, con el comediante Alexis Valdés como eje y una serie de actores y guionistas de procedencia cubana, aspiró siempre a contener en su gracejo a una audiencia de origen caribeño, aunque apelara también a otros grupos de Centromérica y el resto de Latinoamérica. Su humor, no obstante, a menudo se colocaba en claves referenciales demasiado locales, por no decir que a menudo los chistes eran apenas comprensibles por cubanos –pienso sobre todo en los monólogos del personaje “Magdalena la Pelúa”.

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Asimismo, la emigración de Cuba hacia Estados Unidos en ese período adquirió incluso un matiz profesional bien diferenciado: una broma común en la televisión cubana de hoy asegura que en estos canales hay un “segundo ICRT”, aludiendo a que muchos técnicos, guionistas y realizadores de sus plantillas actuales proceden directamente de la vida activa de la televisión cubana. Así, el presentador Carlos Otero ha ensayado, en su trabajo actual en La Florida, versiones demasiado semejantes al popular programa de variedades Sabadazo, que condujera en Cubavisión.

Todo lo anterior parte de un fenómeno demográfico y social definitivo. A través de la oleada migratoria de los años 90 y hasta la fecha, las generaciones de cubanos asentados en Estados Unidos en general nacieron y crecieron en la Cuba socialista. Su imaginario simbólico se sostiene en buena medida en hábitos de consumo cultural nativos; su memoria colectiva referida al país de origen se tiñe de relatos y afectos trabados en relación con los medios de difusión cubanos. Recuérdese que la terrible crisis del Período Especial tenía a la televisión como escenario de consuelo, alivio y escape a la dureza del día a día.

Los casi tres millones de cubanos desperdigados por el planeta, por ejemplo, ya han ejercido antes su soberanía de la memoria. En la segunda mitad de la pasada década, encendió en la web una viva apetencia por los dibujos animados producidos en Europa del Este que se transmitían en Cuba. De ese reclamo nació http://www.munequitosrusos.blogspot.com, un repositorio virtual creado en 2005 y animado por una cubana residente en España, donde se alimenta la necesidad de evocar la infancia perdida.

Ahora esa demanda latente adquiere dimensiones insospechadas con la creación de CUBAMAXTV, canal ofertado en el servicio de televisión por cable de DishLATINO, compañía líder del mercado de paquetes de programación en español e inglés, con unos 14 millones de suscriptores. La señal ofrece telenovelas, largometrajes, programación variada y musical, así como espacios para niños y jóvenes, seleccionados de la producción televisiva cubana de los últimos tiempos.

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La parrilla de programación para la segunda decena de septiembre ofrece un servicio de 24 horas con teleseries como La cara oculta de la Luna, Tierras de fuego, Latidos compartidos y Al compás del son; policiales como UNO; series juveniles como Mucho ruido y SOS Academia; espacios como Confesiones de Grandes y Hábitat; programación para niños que incluye Claro Clarita y La sombrilla amarilla, y humorísticos como Jura decir la verdad, Deja que yo te cuente y Vivir del cuento. Este último programa, simultáneamente la joya de la corona de CUBAMAXTV y el espacio más popular de la televisión cubana actual, ha devenido en espectáculo escénico que lleva a sus protagonistas de gira por Estados Unidos.

Estamos apenas iniciando un nuevo episodio dentro del tejido natural que articula a Cuba con su comunidad emigrada. Un fenómeno que supone poner a funcionar una fábrica cultural inmensa e inagotable.

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