La corrupción está de moda, aunque todos sabemos que es tan vieja como la sociedad política y la institucionalización del poder. Hoy casi todo el mundo está de acuerdo en que la corrupción no es un mal solo de los de abajo, sino de los de arriba, y en los foros internacionales y las grandes cumbres de jefes de Estado existe consenso sobre los daños que ocasiona. Realmente, entonces, lo que está de moda es reconocer la corrupción como un flagelo que se debe combatir, pero casi nadie ha aclarado el fundamento elemental de lo que se corrompe.
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