Quizás no sean más que otros años, pero sin dudas son pesos pesados: la muerte hoy de Daniel Díaz Torres enluta al cine cubano y engrosa la lista de personalidades de la cultura nacional que han pasado a mejor vida en este 2013.
Un cáncer se lo llevó en nada, y con 64 años dejó de existir uno de los cineastas más prolíficos, mordaces y comprometidos de su tiempo, que al menos pudo despedirse con ese éxito de público que fue “La película de Ana”, una de las preferidas del pasado Festival de Cine de La Habana.
Al conocer la muerte, OnCuba contactó con su colega y amigo Manolo Pérez Paredes, el más reciente ganador del Premio Nacional de Cine: “Nos unía una larga amistad. Él fue mi asistente de dirección en El Hombre de Maisinicú y Río Negro, y después, cuando ya era director, solíamos intercambiar guiones y opiniones. Estuve a su lado durante toda la alharaca que generó Alicia en el Pueblo de las Maravillas, así como en los grupos de creación del ICAIC”.
Hacía un tiempo se comentaba en el medio cinematográfico sobre su enfermedad, larga y penosa según los obituarios que le tienen miedo a la palabra cáncer, pero aun así la reacción en el edificio de 23 y 12 ha sido de dolor.
Nacido el último día de 1948, Daniel trabajó en un centenar de ediciones del Noticiero ICAIC latinoamericano entre 1977 y 1981, y debutó como director de largometrajes con Jíbaro (1982). Sin embargo, su fama en grande llegó con la sátira Alicia en el pueblo de Maravillas (1991), con guión de Eduardo del Llano, un colaborador habitual, como el director de fotografía Raúl Pérez Ureta.
Alicia… causó revuelo nacional. Aún recuerdo en mi Santa Clara natal, que mi padre tuvo que verla como una tarea del Partido, como todos los militantes, porque era una película extremadamente sugerente, osada incluso para los cánones actuales, pero sin dudas una muy buena fábula… Se dice que le costó a Julio García Espinosa la presidencia del Instituto Cubano del Cine, y que motivó el regreso desde Francia de Alfredo Guevara para calmar los ánimos alebrestados entre los realizadores nacionales…
Célebre por su tono irreverente y dispuesto siempre a romper con los moldes de géneros como el policial, Daniel legó otras memorables parodias, como Kleines Tropicana (1997), Hacerse el sueco (2000) y Lisanka (2009). Solía decir que más que una carcajada, le interesaba provocar sonrisas amargas…
“No puedo separar un cine que pueda hacer reflexionar, siendo a su vez ameno… Y para mí la amenidad no tiene que ver con la superficialidad ni con lo frívolo. Sobre este tema vale la pena discutir. Claro que puede haber malísimas comedias, como hay muy malos dramas también. Y nadie está exento de que le salga mal una película. Pero eso no es achacable a un género”, dijo en una de las últimas entrevistas que le realizaron.
En el pasado Festival del Nuevo Cine Latinoamericano estrenó “La película de Ana”, una cinta con valores, pero indiscutiblemente salvada por una Laura de la Uz inmensa, cuya actuación le valió el premio Coral a la mejor intérprete femenina.
Daniel Díaz Torres fue también docente en la Escuela Internacional de Cine y fue un participante activo en el actual proceso de reestructuración del cine cubano. Su filmografía fue también un magisterio, amén de una gozada que sin dudas van a extrañar en el recinto de 23 y 12, aunque a dos cuadras sigan haciendo llamados para una película post-mortem…
La película de Ana. Fotos del rodaje