Se suele creer que la próxima visita a Cuba de Joseph Blatter, Presidente de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), tiene como objetivo primordial el potenciar este deporte en la Isla. Y sí. Pero solo en parte.
Si desde hace unas décadas el fútbol constituye, para millones de personas en el mundo, una religión, una cultura anchamente compartida, Joseph Blatter podría ser visto, sin arriesgar demasiado, como el Sumo Pontífice de estos millones de seres, quienes, celosamente, han sacralizado la carrerita de pegarle al balón. Joseph Blatter es el Papa porque los santos ya existían en Pelé, Maradona, Cryuf, Zidane y, recién, en Messi.
Ahora bien, hay diferencias. Aun cuando ha sido acusada por escandalosos casos de corrupción, la FIFA no es el Vaticano. Se precia de ser una de las pocas entidades globales que lucha contra el racismo y la xenofobia. Ha logrado reunir a más países que la no vinculante ONU, haciéndose sentir en cualquier rincón, desde Tanzania hasta Islas Faroe. Incluso Cuba. Esto la FIFA lo ha hecho con trabajo, con un serio trabajo.
Por tanto Blatter, cabe esperar, no vendrá a La Habana a oficiar una misa de honestidad mientras el sistema futbolístico mundial se degrada a ojos vista, como sí sucede con la Iglesia católica. Él -y no Francisco I- no se tomará el trabajo de montarse en un jet privado desde Haíti -donde se encuentra actualmente- para llegar a La Habana y conversar de asuntos intrascendentes. Él no vendrá a Cuba a saludar fieles, desde el fifamóbil, poniendo cara de quien merece todos los honores. Blatter, no lo dude nadie, viene a chequear trabajo y luego, puntualizado qué se hecho en Cuba con el presupuesto de la FIFA, seguirá viaje hacia Panamá, sede del congreso de la CONCACAF.
Blatter vendrá por respuestas y soluciones. Respuestas: a los atrasos constructivos de la cancha sintética del estadio La Polar –primero en el país-, al curso de otros tantos proyectos FIFA a los que Cuba está adscripta, pero que se difunden poco. Tan poco, por ejemplo, que se desconoce el fondo destinado por la FIFA.
La visita de la máxima autoridad del fútbol estaba prevista, inicialmente, para octubre del pasado año. Pero Blatter pospuso su viaje con el objetivo de que, en unos meses, las autoridades cubanas tomaran cartas en favor del espíritu pronacional y competitivo de la FIFA, a raíz de la deserción de seis de los miembros del elenco cubano durante un partido de las eliminatorias mundialistas Brasil 2014, efectuado en Canadá.
Joseph Blatter, en la tarde noche de este martes, descenderá de su jet privado. No habrá frío en el Aeropuerto Internacional José Martí. De todos modos, Blatter no portará sotana. Solo traerá consigo unas simples preguntas a responder en dos días. Las respuestas las sabremos en próximas horas; pero de la migraña de los directivos del fútbol en Cuba apenas si tendremos noticias.