Viene a propósito una advertencia: No se deje llevar por estereotipos. O esta otra: No todo lo que parece ser, es.
El Metal, el rock gutural, el molino de pelo largo sacudido violentamente con la cabeza, el dedo índice y meñique alzados y el resto que se abotona en lo que se conoce como mano cornuta y se asocia al satanismo, las pulseras, los piercings y una larga lista de rituales y derivaciones del consumo, no es menos que chocante relacionarlo con las purezas espirituales del cristianismo, para las que se proyecta mejor la imagen de una joven núbil con una falda hasta los tobillos y una Biblia estrechada contra el pecho.
Respecto del metal cristiano no hay mucho que añadir, salvo que carece de una definición estricta como género, y que los seguidores del rock pueden haber coreado mensajes píos sin enterarse siquiera, más aún en el caso de los hispanoparlantes, al escuchar Still Remains o P.O.D. (un acrónimo que significa Payable On Death).
Puede sorprendernos también, en mayor medida por lo agresivo de su sonoridad y su imagen y por hechos, el ejemplo de la banda californiana de metalcore As I Lay Dying, que tomó el nombre de una novela de Faulkner, con la que no guarda relación alguna, o sí, por los hilos psicológicos que conducen su narración. Al vocalista y líder, Tim Lambesis, se le acusó de intentar asesinar a su ex esposa. Algún monólogo interior debió haberse producido.
Ha sido habitual en los Estados Unidos que las agrupaciones cristianas se expandan a los distintos nichos de mercado. Los ateos los siguen. Los adoradores de Satán, quizá en menor cantidad. Este asunto de los públicos, los destinatarios, lo que se quiere transmitir, en resumidas cuentas, se vuelve algo promiscuo y coqueto. El cantante y compositor de Creed, Scott Stapp, evitaba hablar del carácter religioso que deslizaba por sus letras. Prefería dejar la interpretación a la audiencia antes que procurar exactitudes.
En Cuba no se ha elaborado, como tal, una historia del metal cristiano, de manera que contamos, si acaso, con un tema en construcción, pendiente de una escritura abarcadora. En ese camino, se formó discretamente una revista, la única según su director en promocionar la escena de los exponentes nacionales y de otras latitudes.
La revista, distribuida en formato pdf, se llama Jesús es mi Rock. Su director es Yusniel Valdés Puig, de 27 años, y vive en la provincia de Santiago de Cuba. No es el suyo un perfil “metalero”, pero ya he dicho que este texto no va a favor de los estereotipos, aunque para la ocasión convenga un dibujo que dé el contraste con lo que podamos entender por tal cosa de perfil metalero y de cierto modo acabe disolviendo una paradoja: A Yusniel no le abunda el cabello, por el contrario, lo tiene recortado al estilo soldadesco. Además demuestra esmero en el rasurado, además no tiene pulseras o púas, además no tiene perforaciones en las orejas o en la cara, además su cara no es la cara que pondríamos en un metalero, esa combinación de rasgos enigmáticos, hondos o deprimidos o glaciales o encendidos o contraídos.
Por otro lado, no sugiere tampoco el halo de alguien que escribe en la edición número 16, del año 2016, de Jesús es mi Rock: “Ya suman tres años desde que se publicó el primer número; y damos gracias a Dios que puso en nosotros la visión de llevar su palabra por este medio. (…) Gracias a todos los que nos apoyan, sin sus oraciones sería imposible hacer de Jesús el rock de nuestras vidas.”
En dicho número, Yusniel entrevista a Gabriel Villalobos, de la banda costarricense de Death Metal Aceldama, que significa campo de sangre (Hechos 1:18-19). Aceldama es el sitio donde se piensa que se ahorca Judas Iscariote después de traicionar a Jesús.
Así, con una distribución clásica de preguntas y respuestas, letra blanca en superficie negra, Villalobos le explica a Yusniel que la banda pretende compartir un mensaje de salvación a través de la música, que sus letras hablan de espiritualidad, esperanza, y critican la indiferencia con la que viven las personas actualmente. Y dice que las canciones se pueden resumir en el resultado vacío e inerte de la condición humana, cuando se lleva una vida apartada de Dios y la persona se entrega al pecado: desemboca en el homicidio, el vacío, la violencia, etcétera.
Hacia el final, Villalobos anuncia: “Nos gustaría decirles que el rock o metal en sí no necesariamente debe ser satánico”.
Un segundo artículo, extraído de la misma edición, dice:
“La Biblia no da órdenes contra los tatuajes o las perforaciones del cuerpo, pero tampoco da alguna razón para creer que Dios nos dejaría tatuarnos o perforarnos el cuerpo. Otro asunto a considerar es la discreción. La Biblia nos manda vestir discretamente (1ª Timoteo 2:9). Un aspecto de vestir discretamente, es asegurarse que todas las partes del cuerpo que deben estar cubiertas lo estén de manera adecuada. Sin embargo, el significado esencial de la discreción, es no llamar la atención. La gente que se viste discretamente, lo hace de manera que no llama la atención. Los tatuajes y las perforaciones del cuerpo, definitivamente llaman la atención. En este sentido, los tatuajes y las perforaciones del cuerpo, no son discretas.”
Este argumento medio tautológico publicado en una revista que promociona una cultura para la que el tatuaje es como un canon, que entrevistó a los brasileños con mangas de tinta de Antidemon, podría parecer a ojos críticos contraproducente.
Yusniel dice que ha tenido que lidiar por igual con defensores del rock y con líderes de iglesias y cristianos, porque nunca uno se entiende con toda la humanidad. Algunos prejuicios permanecen adentro de las iglesias, adentro no es diferente de la sociedad. Yusniel busca más orientación en servir a Dios por lo escrito en la palabra [Biblia] que por lo que comenta un pastor o un líder.
“[El metal] es un género sin mucho respaldo porque no forma parte de nuestra cultura, lo mismo sucede con el Rasta o el Hip Hop. En la iglesia, le dan una textura satanizada y miles de personas se dejan llevar por los demás, no por sus convicciones individuales, por lo que Dios quiere en la vida de cada uno, aunque creo que habrá quienes enfrenten los obstáculos para llevar adelante su visión y ellos cosecharán éxitos.”
El origen de la revista está por el año 2014, mientras participaba en el evento Rock de la Loma, haciendo una ponencia acerca del White Metal con el título de White Metal o Metal cristiano, junto al editor Omar Vega R. de la revista Subtle Death. Parte del impulso se debe a la lectura de un ejemplar impreso de la publicación mexicana Alcance Subterráneo; por entonces pensó crear una propia, dedicada por entero a lo relacionado con el Rock cristiano y el Metal cristiano y que fuera la primera en Cuba.
“Jesús Es Mi Rock, el nombre, se me ocurrió escuchando un tema homónimo del cantante Argentino Luis Barni y su Banda, conocido a escala internacional por el Pastor Rockero”, explica Yusniel.
Para el número inicial, hizo una entrevista a David Viera, director y guitarrista de la banda Antagon, de Florida, Camagüey. Una vez redactada le comentó de sus planes a Alfredo, hijo mayor de la pastora Niurka, de la iglesia en la que hasta el día de hoy se congrega. Alfredo ayudó con el diseño, después la enviaron a las amistades, llegando a un grupo de desconocidos. Por ahí aumentó el interés en recibirla, y por foros digitales en portales cubanos, donde intentaba atraer a cada usuario cristiano y metalero y donde muchos terminaban siendo interesados. Fue creado luego el blog jesusesmirock.cubava.cu con el apoyo de Dennis Quezada del municipio Calixto Gracia, Holguín. En el momento en que lograban una cantidad importante de visitas y descargas en el país y fuera, la plataforma cerró.
La revista no se limitó al mundo del rock, quiso reflejar todo lo relacionado con la música cristiana contemporánea. Yusniel asegura no tener afinidad con el periodismo, a diferencia de Yandy Ramírez Díaz, encargado de diseño y corrección. Su coordinador general, Alejandro Huerta Sánchez, es escritor.
— ¿Dónde ves tú revista de aquí a unos años?
— Distribuida por todo el país de manera impresa, ese es mi sueño. Cuando la revista llegue a imprimirse y a venderse, quizás nos arreglaríamos para sostenerla y no caer en problemas financieros. Nuestra perspectiva es que surjan bandas, incluyendo Iglesias Underground que acepten a las personas tal como son.
Al comienzo, Yusniel asiste por largo tiempo a una Iglesia Pentecostal, después a una Evangélica, después a una del ministerio Apostólico y profético, después ansía ejercer de Pastor en una Iglesia Underground.
Todos los que hacen la revista son cristianos que, por lo común, no exceden los 30 de edad. Cientos de lectores reciben las ediciones de Jesús Es Mi Rock por correo electrónico. En tres años no han recibido a cambio ninguna ganancia económica por lo que publican. Gastos constantes, sí. Cuatro veces al mes, Yusniel accede a internet pagando.
Trata de entenderse con la humanidad.
Muy bueno esto, gracias.