El próximo viernes arrancará en Panamá el Campeonato Panamericano de Béisbol, categoría juvenil, en el cual Cuba participará con un talentoso plantel dirigido por Mario Luis Valle, quien tendrá bajo sus órdenes a un grupo que sobresale mayormente por la fortaleza de sus lanzadores.
La selección antillana forma parte del grupo B junto a Bahamas, Colombia, Venezuela y Canadá, ante quienes pugnará en primera instancia por avanzar a la siguiente ronda y conseguir un boleto al Mundial del 2019, que se efectuará en el Gijang-Hyundai Dream Ballpark, en Corea del Sur.
Cuba, además, buscará el título continental, esquivo en las últimas ediciones, siempre dominadas por Estados Unidos. Y justo en el plantel norteño los antillanos encontrarán a un rival con sangre cubana: Yohandy Morales.
Introducing the 2018 18U National Team.
Time to go get 🥇 #ForGlory🇺🇸 #NoMatterWhat pic.twitter.com/YleGYWfxRn
— USA Baseball (@USABaseball) 21 de noviembre de 2018
El infielder floridano es el hijo del antesalista habanero Andy Morales, recordado por su brillante actuación en el partido amistoso contra los Orioles de Baltimore que la selección nacional jugó y ganó en el Camden Yards de Maryland, en 1999.
Ese castigo que le propinó a los Orioles, con jonrón de tres carreras incluido, le sirvió para exhibirse y despertar el interés de varios equipos en las Mayores. A sabiendas, Andy salió de la Isla a probar suerte y firmó con los Yankees de Nueva York, pero su aventura fue un absoluto desastre.
“Parecía el inicio de algo muy grande, pero no fue así. Y no voy a justificar nada. Sencillamente, no trabajé lo suficientemente fuerte para imponerme, no tuve el tesón, la paciencia, la entrega. No tomé en serio a las Grandes Ligas y eso al final me costó caro”, dijo Morales al colega Jorge Ebro, de El Nuevo Herald.
Ya en Estados Unidos, el antesalista continuó su vida y tuvo a su hijo Yohandy, quien nació con talento natural, pues desde bien pequeño ha integrado los elencos nacionales de Estados Unidos.
Con el conjunto de las barras y las estrellas ha participado en diversos certámenes continentales y globales, conquistando, incluso, la corona del orbe en la categoría Sub-12, disputada en el 2013 en Taipei de China.
Yohandy tiene sangre cubana, como es lógico, pero ha desarrollado toda su vida en Norteamérica, donde aspira a convertirse en un jugador de Grandes Ligas, el sueño frustrado de su padre.
De acuerdo con diversos reportes de scouts, el torpedero y antesalista dispone de las herramientas para llegar cumplir sus expectativas profesionales. Actualmente mide seis pies y cuatro pulgadas, pesa 180 libras, tiene las extremidades largas y mucho margen para crecer y fortalecerse, características físicas ideales para un atleta que comienza ahora su etapa juvenil.
En cuanto a los rasgos de su juego, todos elogian su capacidad defensiva y coordinación, la naturalidad para perseguir la bola hacia los costados y hacia adelante, así como la velocidad de movimientos a la hora de sacar la pelota del guante.
Todavía está en pleno proceso de desarrollo, por lo que la fuerza de su ya potente brazo aumentará paulatinamente, mientras se proyecta como un bateador de poder que deberá lidiar con la fluidez de su mecánica a medida que aumente de peso.
Más allá de sus herramientas, Yohandy cuenta con una fuente inagotable de conocimientos y experiencias en su padre, quien puede darle los tips para resolver situaciones en el diamante y aconsejarlo para que marche por el buen camino cuando no esté en el juego.
“Mi padre siempre conversa conmigo, siempre me recuerda de lo bueno y lo malo que te puede pasar en este juego. Él no quiere que dé un paso en falso y me recuerda que el camino al éxito está lleno de esfuerzos y sacrificios. Que la ética de trabajo es imprescindible para ganarse el respeto de todos. Si la vida me premia con llegar a las Mayores, será como si mi padre también lo hubiera hecho”, afirmó en diálogo con el Herald.
Por su parte, Andy asegura que siempre le recuerda a su hijo que el béisbol es un desafío constante, que implica sacrificio y deseos para ir “por más, por esa milla extra”.
Yohandy quiere seguir sus pasos, pero el otrora estelar antesalista piensa que él puede ir mucho más allá. “En todo lo que pueda ayudarlo, siempre me tendrá a su lado. Él es como un espejo en el cual me miro, y al final espero que su imagen sea superior a la mía”.
Ahora el chico tiene el reto del certamen panamericano, el cual Estados Unidos ha dominado en las últimas ediciones por encima de Cuba, el país de sus ancestros. Quizás el destino lo coloque frente al plantel de la Isla, integrado por algunos hijos de grandes rivales de su padre.
En la nómina antillana destacan Norge Carlos Vera, Loidel Chapellí y Osmani Alejandro Urrutia, nombres que, si Andy los escucha, los relacionará de inmediato con Norge Luis, el as de “La Aplanadora”, con el gemelo Loidel, espada zurda de los elencos agramontinos, y con el “Señor 400” de la pelota cubana, el gran Osmani de Macagua 8.