Miles de personas protestaron el domingo en Brasil contra la decisión del presidente Jair Bolsonaro de alentar celebraciones cuando se cumple otro aniversario del golpe de Estado que dio inicio a la última dictadura militar brasileña.
“Dictadura nunca más” fue el grito que unió diferentes mítines en Río de Janeiro, Sao Paulo, Brasilia y otras ciudades brasileñas.
El domingo se cumplieron 55 años del derrocamiento del presidente Joao Goulart por las fuerzas armadas, un golpe que dio inicio a una sangrienta dictadura que ocupó el poder 21 años.
De acuerdo con la Comisión Nacional de la Verdad, órgano que investigó los crímenes de ese período durante el gobierno de la expresidenta Dilma Rousseff, al menos 434 personas fueron desaparecidas y hubo más de 30.000 detenciones ilegales y torturas.
Bolsonaro, quien defiende la idea de que no hubo un golpe sino una “revolución” que impidió el ascenso del comunismo en Brasil, ordenó al Ministerio de Defensa que preparase celebraciones en los cuarteles.
Furiosos con la decisión del presidente ultraderechista, muchos brasileños salieron a las calles para mostrar su repudio.
“Este año debemos estar más en guardia que nunca. El gobierno está instalando peligrosamente un discurso de profundo odio”, subrayó Marcos Souza, un empleado bancario de 37 años. “Bolsonaro manifiesta su amor por la dictadura porque cree que con la violencia va a resolver los problemas del país, como creían los uniformados en esa época”.
A través de la asesoría de comunicación del palacio del Planalto, el gobierno difundió el domingo un video reivindicando una vez más el golpe militar.
“Era un tiempo de miedo y amenazas. Los comunistas detenían y mataban sus propios compatriotas, había mucho miedo. Aclamado por la prensa y por el pueblo en las calles, Brasil se acordó que tenía un ejército nacional y apeló a él. Gracias a eso la oscuridad pasó y se hizo la luz”, afirma un hombre mirando a la cámara. “El ejército nos salvó. No hay cómo negarlo ni se puede cambiar la historia”.
Consultado por The Associated Press, Planalto se negó a informar quién produjo el video.
La instrucción de Bolsonaro para celebrar a la dictadura debió pasar por la justicia, que el viernes había prohibido los festejos, aunque un nuevo fallo el sábado finalmente permitió que los militares continuaran celebrando el golpe.
Con una extensa trayectoria en el Congreso, donde fue diputado por 27 años antes de asumir la presidencia, Bolsonaro reivindicó varias veces el período de la dictadura.
En una de sus más famosas y polémicas intervenciones, cuando votó a favor del proceso de destitución de Rousseff en 2016, llamó a celebrar la memoria del coronel Carlos Ustra, torturador de Rousseff.
“¡Torturas. Asesinatos. No acabó el 64!”, cantaban los manifestantes en el centro de Río, y comparaban la violencia del período militar con la situación actual.
Muchos aprovecharon la fecha para pedir justicia por el asesinato de la concejal izquierdista Marielle Franco, acribillada el 14 de marzo de 2018 tras participar de una actividad de mujeres. Otros, también, reclamaron la libertad del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
A diferencia de lo que sucedió en Argentina, Chile y Uruguay, en Brasil los delitos cometidos durante la dictadura no fueron juzgados.
Pese a que el gobierno de Rousseff creó una comisión de especialistas y juristas que investigaron el período, en el gigante sudamericano aún rige una ley de amnistía de 1979 ratificada por la Corte.
“Brasil se convirtió en una burla mundial” desde que Bolsonaro asumió la presidencia, comentó Carmelena Nassar, una jubilada de 67 años. “Estoy para defender el futuro de mis hijos y nietos. No podemos volver a sumergirnos en un período de torturas y asesinatos como el que pasamos”.
En Sao Paulo, miles protagonizaron una “marcha del silencio” en el Parque Ibirapuera, en la capital paulista. En silencio, dieron una vuelta a un lago con velas en las manos “por las víctimas de la violencia del Estado”.
El revuelo traspasó el ámbito de la justicia. Una marca de cerveza de Río de Janeiro sacó una publicidad en los diarios en que pedía a los consumidores que si pensaban comprar la cerveza para celebrar el golpe “mejor no lo hicieran”.