Están muriendo tantas ballenas grises en la costa occidental de Estados Unidos que los científicos y voluntarios que lidian con los cadáveres quieren utilizar playas privadas para que estos gigantes del océano puedan descomponerse en paz.
Solo en esta semana han llegado a las costas del estado de Washington 29 cadáveres de ballenas, la mayor parte a playas públicas. Las autoridades ahora batallan para encontrar extensiones de arena remotas y privadas con propietarios que no tengan problema en albergar a las criaturas en descomposición más grandes que un autobús escolar y con una peste acorde a su tamaño.
“La opción preferida es, en todo momento, que puedan descomponerse naturalmente”, dijo John Calambokidis, un biólogo investigador del grupo Cascadia Research basado en Olympia, Washington. “Pero cada vez se complica más encontrar lugares en donde puedan podrirse sin crear un problema. Esto es algo inusitado”.
Al menos 81 cadáveres de ballenas grises han llegado a las costas de California, Oregon, Washington y Alaska desde el 1 de enero. Si se suman las de México y Canadá, el número de ballenas encalladas alcanza los 160 y sigue en aumento, dijo Michael Milstein, vocero del Servicio Nacional de Pesca Marítima de Estados Unidos.
El mes pasado, científicos estadounidenses declararon un “inusual evento de mortalidad”, designación que autorizó recursos adicionales para responder a las muertes y el inicio de una investigación.
Los primeros propietarios de una playa privada en responder, una pareja del estado de Washington, recibieron un cadáver a principios de mes. Mario Rivera y su esposa veterinaria, Stefanie Worwag, primero pidieron permiso a sus vecinos y utilizan cuantiosas cantidades de cal para acelerar la descomposición y reducir el olor. Diario visitan los restos y lo consideran una oportunidad científica.
“Se descompone bien. Ha habido un par de días en esta semana cuando salí a cortar el césped y pensaba, ‘ufff’”, dijo Rivera en relación con el olor del macho de 12 metros (40 pies) a 137 metros (150 yardas) de su casa.
Aunque los científicos están lejos de tener una respuesta a los numerosos decesos, Calambokidis se pregunta si las fluctuaciones en la cadena alimenticia debido al calentamiento global han tenido un impacto desmedido en las ballenas porque su población ha aumentado.
“Aunque no se ha duplicado comparado con el año pasado ¿entonces por qué se han incrementado tanto las muertes? Tiene que haber alguna otra variable”, dijo.