Una Casa del Habano parece más bien una casa de familia. Sus trabajadores, horas antes de abrir las puertas labora sin descanso. Meseros visten y decoran los salones, el jardinero supervisa las plantas, vendedores actualizan los listados de las mercancías, el barman frota la barra en busca del brillo perdido la noche anterior. Todas las tareas se realizan en la mayor armonía, mientras conversan sobre el último juego de pelota, la calidad del transporte, o el añorado frío que no arribó a Cuba en el presente invierno.
Quizás, lo que distingue la faena de las últimas semanas es la rapidez con que se ejecutan. Ocurre que dentro de unos días, el 27 de febrero, la Casa del Habano de 5ta y 16 en Miramar ofrecerá una cena, acompañada de un espectáculo de música cubana en vivo para el deleite de los asistentes al XVI Festival del Habano, que se realizará en La Habana del 24 al 28 de presente mes, el mismo se dedicará a homenajear cuatro de las más prestigiosas marcas de Habanos: Hoyos de Monterrey, Trinidad, Partagás y H. Upmann.
Cada casa forma sus propios clientes, y la de 5ta y 16 no es la excepción. “La cena es una excelente oportunidad para que la visita de los participantes a la Feria se repita aquí en el futuro. Las posibilidades de intercambios técnico y comerciales son muy beneficiosas para ambas partes”, sostiene Carlos Robaina Pacheco, especialista en Relaciones Públicas de la residencia habanera.
“Buscamos crear día a día con todos los que nos vistan un clima de cordialidad y familiaridad. El trato es de forma personalizada, por igual para cubanos y extranjeros. Además de vender tabacos, les enseñamos a clientes principiantes cómo es el proceso para degustar un buen habano cubano, y efectuamos el ritual del encendido. Los asesoramos sobre la marca y vitola a escoger. También recomendamos la selección más idónea para llevar a casa”, puntualiza Robaina Pacheco.
Sin embargo, advierte que con los clientes experimentados no es igual. En ese caso la persona escoge el Habano, pues sabe lo que busca. “Entonces lo que hacemos es compartir con ellos, charlamos a la vez que fuman plácidamente del Habano. Ese es el acto que permite crear la familiaridad”.
Para que el clima de ecuanimidad no se rompa es importante que la Casa mantenga el grado de humedad y temperatura exacto. Solo así se consigue que el tabaco gane en aroma y prolongue su conservación.
Robaina Pacheco, nos plantea a la par que degusta un Habano que, “…un buen puro es como el vino, con el de cursar de los años pierde en fortaleza, pero gana en aroma. Ello constituye la respuesta del porqué es tan demandado internacionalmente”.
Al contar con un excelente servicio de gastronomía, los clientes tienen la posibilidad para descubrir combinaciones de productos que cautiven su paladar, mientras aspiran dócilmente el humo del Habano. “La privacidad de los salones les posibilita a los visitantes crear el espacio perfecto para conquistar y conocer los aromas suaves, medios y fuertes de los tabacos cubanos.
“La cena forma parte de una tradición que anualmente realizamos en homenaje al Festival, para ello contamos con el Restaurant Vegas Robaina y tres salones acogedores, remodelados recientemente: Romeo y Julieta, Simón Bolívar y San Cristóbal de La Habana, nombrados así en cortesía a tres afamados puros cubanos”, afirma Carilin Brito Rodríguez, jefa de la Unidad Comercial.