Cuando uno escucha sobre la retirada de una estrella de la música el anuncio siempre se observa desde el prisma de la sospecha. La lista de los que han asegurado su jubilación y luego han vuelto ante el ofrecimiento de un jugoso contrato comercial es, a través de la historia, inmensa.
Pero cuando lo afirma una cantante y compositora como Joan Báez la perspectiva cambia radicalmente. Tanto por su coherencia personal como por su compromiso con las causas que siempre creyó justas, es decir, las protestas contra la Guerra en Vietnam, el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, entre otras, sus palabras hay que tomarlas como un hecho cierto. Báez no se ha andado con medias tintas y su carrera ha estado en las antípodas de cualquier operación comercial.
La cantante se despidió de los escenarios a los 76 años con un concierto en Madrid donde repasó los temas de colegas de generación que la acompañaron desde el principio como Bob Dylan y otros de cuya pérdida, quizás en lo más hondo, nunca ha podido recuperarse del todo.
“Imagine”, de John Lennon, “Suzanne” de Leonard Cohen, o “Don’t Think Twice, It’s All Right”, de Dylan, fueron algunos de los temas que utilizó como banda sonora de su adiós de los escenarios que ha utilizado, además, como forma de protesta cívica.
La carrera musical de Joan Baez es monumental como lo es su activismo político y social. O sea, cualquiera que vea solo una arista de la artista estaría reduciendo la obra de uno de los símbolos de una generación que vio en el arte y en la música una forma para cambiar la sociedad, algo realmente tan caro a muchos de los artistas que cubren el panorama sonoro del presente.
De padre mexicano y madre escocesa, nació en Nueva York en 1941. Participó junto a Martín Luther King en las marchas por los derechos civiles, rechazó invitaciones a ofrecer conciertos en regiones que discriminaban a la comunidad negra –de hecho, llegó a realizar giras por universidades donde solo estudiaban alumnos negros– y fue, como se dijo, una de las líderes de las marchas contra la guerra de Vietnam.
Uno de los momentos más trascedentes de su biografía descansa en su participación en el cartel de Woodstock 69. En este mítico festival, que dio un espaldarazo al movimiento pacifista y la contracultura en Estados Unidos, se subió al escenario para ofrecer un recordado performance que luego sería incluido en el documental sobre el simbolismo de este histórico evento.
La cantante y luego activista inició su carrera discográfica en la misma arrancada de los años 60. Lo hizo con la publicación de su primer álbum, Joan Báez, en el que ya comenzaba a exhibir toda la grandeza como intérprete de folk y blues que sostendría su carrera. El disco fue una revelación en Estados Unidos y obtuvo una extraordinaria aprobación en el circuito musical.
Con apenas un año de diferencia, estrenó su segundo disco, Joan Baez Volume Two, y un año más tarde, presentó su tercer fonograma, Joan Baez In Concert.
Durante esos años, Bob Dylan comenzó su andadura musical hasta convertirse en uno icono del movimiento hippie –título que luego rechazaría con una sorpresiva vehemencia–, pero poco se ha dicho sobre el peso que tuvo Baez en la trayectoria del autor del himno “Blowin’ in the Wind”.
La cantante fue la que presentó por primera vez a un jovencísimo Dylan en sus conciertos, donde también cantaba sus canciones. Ese fue el punto de partida de la fama del controvertido músico estadounidense con quien mantuvo durante la época una relación amorosa. De ese romance nació “Diamonds And Rust”, una de las canciones históricas del repertorio de Báez.
La guerra de Vietnam fue un parteaguas en su carrera. La artista viajó al país asiático para sentir las consecuencias de la guerra en sus propias carnes y sobrevivió a los bombardeos de la aviación norteamericana durante más de una semana. La experiencia la inmortalizó en el disco Where Are You Now, My Son?, de 1973, en el que aparecen sonidos grabados por ella durante su estancia en la ciudad de Hanoi.
Su trabajo no puede ser reducido al mundo del folk estadounidense. Incursionó además en el pop, el góspel, el reggae –es bien conocida por los melómanos su poderosa versión del himno “No woman no cry”, de Bob Marley– y en la música latinoamericana. En 1974 publicó Gracias a la vida, un disco con canciones en español, que tomó el nombre del tema más emblemático y versionado de la chilena Violeta Parra.
La cantante siempre tuvo una especial influencia de la cultura latinoamericana. Durante la década del 80 trató de presentarse en países como Argentina o Chile, donde regían férreas dictaduras, pero no pudo lograrlo. En cambio, recibió amenazas de muerte y una vigilancia continua.
En 1989 ofreció un concierto en la ex Checoslovaquia, pero no pudo finalizarlo al ser interrumpida por oficiales del ejército. En la presentación había dedicado varias canciones a activistas por los derechos humanos.
En el público estaba el joven dramaturgo y político Vlaca Havel, quien se convertiría luego en uno de los líderes de la llamada Revolución de terciopelo, un movimiento que concluyó con el resquebrajamiento del poder político del Partido Comunista de dicho país en medio de las medidas de la Perestroika y la Glasnot impulsadas por el entonces presidente soviético Mijail Gorbachov. Finalmente, Havel pasó a ser el último presidente de Checoslovaquia.
En la carrera de Baez reside parte fundamental de la historia universal de las últimas décadas. En su poderosa voz gravita no solo el clamor y los lamentos del folk, sino el grito de varias generaciones en todo el mundo que han defendido sus derechos y que tuvieron en su momento en la voz de la estadounidense una aliada incondicional.
Ahora ya no estará más en los escenarios y el mundo la extrañará. Sus canciones, en cambio, permanecerán como testiminio de una época.
Como otros muchos aristas nunca la pude oir en Cuba. Recuerden que la música en inglés siempre era sospechosa. Es una artista de la raza de gigantes.
Yo descubrí a joan a fines de 2019, ,me fascinó y enseguida encontre la informacion que se retira de los escenarios. Me hubiera encantado ver alguno de sus recitales, artista inmensa, mujer única y una voz maravillosa, la musica no sera igual sin joan.