“A ver si así los pueden ver”, parece ser el mensaje que envía Gabriel Guerra Bianchini con su más reciente serie fotográfica, donde perros y gatos que deambulan por La Habana de los 500 años alcanzan en fotos una escala colosal, convirtiéndose en monstruos de aspecto dulce que compiten con edificios, monumentos y arcos emblemáticos de la ciudad.
“Se han convertido en gigantes esos que pasan inadvertidos”, es la fantasía que Bianchini ha llevado a la imagen, aspirando a aplicar “ojos que no ven, corazón que no siente” en sentido opuesto. “Al fin todas las personas podrán verlos. Principalmente quienes puedan hacer algo por ellos, adoptarlos o cambiar su desdicha”, comenta el fotógrafo.
En Cuba no existe una ley que reconozca los derechos de los animales, de modo que nada garantiza su bienestar, respeto y protección.
Días atrás se publicaron impactantes fotografías de un león famélico en el zoológico de Jovellanos, en Matanzas. Antes circuló en redes sociales un video de una yegua maltratada en el zoológico de Camagüey, señalado en varios artículos por episodios de maltrato animal. Imágenes horribles de un matadero de Santiago de Cuba también tuvieron un fuerte efecto entre los cubanos conectados. La lista es mucho más larga.
Fuera de las redes sociales, los mataderos y los zoológicos, el paisaje cotidiano en las calles cubanas muestra otra dimensión de esa insensibilidad, cuando perros y gatos enfermos, golpeados o en mal estado son una imagen naturalizada, aceptada como parte de la normalidad. Representan la forma de maltrato animal más visible y con la que convive mayor cantidad de personas. Es la que ha escogido Bianchini para su sensibilización, sumándose al empuje por una ley que proteja a estos y todos los animales en Cuba.
“Los encontré en mi barrio, La Habana Vieja, y algunos en Centro Habana. El perrito chino deambulaba por la Avenida del Puerto. Tenía en la piel marcas del sol y cicatrices. Después de hacerle la foto, lo acaricié un rato y luego me siguió a lo largo de la avenida. Se nota mucho el cariño que tienen para dar”, cuenta Bianchini a propósito de uno de sus “modelos”.
“El gato –añade– era más desconfiado. Tardé un rato en poder acercarme lo suficiente para tomarle la foto. Estaba refugiado bajo un auto en Centro Habana. Su cara estaba magullada, quizás por alguna pelea. Así los voy encontrando, en mi andar cotidiano”.
Ahora el primero custodia el Capitolio y el segundo se refugia bajo el Arco de Belén, en La Habana Vieja. El fotógrafo escoge estos puntos de la ciudad sin seguir un criterio específico, más allá de que tengan la altura, perspectiva e iluminación que puedan armonizar con los animales fotografiados. “Simplemente los ubico donde más realista pueda resultar”, concluye.
“¿Cómo se puede concebir que aún no tengamos una ley de protección animal?”, se pregunta. A principios de abril pasado cientos de personas y sus perros recorrieron cerca de 2 kilómetros portando carteles y lazos naranja y gritando consignas contra el maltrato a los animales y a favor de la aprobación en Cuba de una ley para su amparo y bienestar.
Durante los debates de la reforma constitucional, varias organizaciones defensoras de la causa de los animales y ciudadanos en general intentaron promover la inclusión en la nueva carta magna de alguna línea que expresamente sirviera de preámbulo a la ley. El documento final que fue aprobado y rige hoy la legalidad cubana, establece en su artículo 90 inciso j que son deberes de los ciudadanos “proteger los recursos naturales, la flora y la fauna y velar por la conservación de un medio ambiente sano”, con un enfoque fundamentalmente conservacionista. La palabra “animal” no aparece.
Tan pronto la serie se publicó en redes sociales, numerosos medios de prensa han retomado el tema. El próximo sábado, 10 de agosto, se organiza en Estudio 50 una jornada para la protección de los animales de la ciudad(*) y estas fotografías “se proyectarán sobre una nube de agua. Mañana comenzamos las pruebas”, adelanta Bianchini.
“La serie seguirá creciendo poco a poco y por supuesto que haré una exposición”, promete. “Por lo pronto me encantaría poder colocar una en gigante en el borde de un edificio. Ya estamos presentando la propuesta. Ojalá y pronto podamos celebrar esa ley, aunque lleve tiempo sembrar este amor por los animales en las conciencias. Por algo se empieza”. Bianchini, fotógrafo, apuesta a que entre por los ojos.
(*)La actividad del sábado 10 de agosto fue cancelada dos días antes por “problemas estructurales en la nave” del Estudio 50, informaron los organizadores.
Impresionantes fotos. Gracias