Hay una escena en Thelma y Louise en que el personaje de Susan Sarandon le dice al policía que las sigue: “Bueno, no estamos en el fin del mundo, pero desde aquí se ve.” Esta frase del espléndido filme de Ridley Scott me viene una y otra vez a la mente por estos días de pandemia. Quizás no estemos asistiendo al fin del mundo, pero sí, con toda seguridad, al fin de un modo de percibirlo.
Ya lo he dicho en otra ocasión. Aquel párrafo martiano sobre el “aldeano vanidoso” que piensa que el mundo entero es su aldea no ha resistido al paso del corrector de la realidad. Efectivamente, la comarca, cualquier comarca es el mundo. O dicho de otro modo, el efecto mariposa, la sinergia, la concatenación de hechos aparentemente aislados, son de las pocas certezas que podemos esgrimir en esta etapa desolada. Debido a la globalización, lo que antes parecía vanidad es, al instante, un imperativo de supervivencia. El mundo es un único territorio indivisible.
Estos tiempos agónicos dejarán varias evidencias reveladoras. Una de ellas develará que las epidemias no andan creyendo en el grado de desarrollo económico de los países. Hacen mayores estragos no sólo donde más pobreza encuentran, sino, además, donde los sistemas de salud son menos equitativos y eficientes. Y si antes lo intuíamos, ahora lo sabemos: las malas decisiones políticas en tiempo de paz también pueden costar centenares de miles de vidas. Así es que en lo adelante debe aumentar la vigilancia ciudadana sobre los detentadores del poder, legítimos y no. No es un tema de ideologías, sino de supervivencia.
Por estos días sobre el horizonte veraniego de la Isla va perfilándose una luz. Llevamos varias jornadas con números favorables (más altas que nuevos ingresos, control y superación de episodios de contaminación autóctona…); nuestra curva de incidencias anda, incluso, por debajo del modelo pronosticado como favorable. En la población hay percepción mayoritaria de que el estado cubano está gestionando bien la crisis. Los científicos han cobrado un protagonismo inusitado; se les oye, se les atiende, se les ofrece el lógico protagonismo que la situación demanda.
Obvio que ese capital político renovado deberá ser utilizado para, una vez que pase la emergencia, atacar con decisión aquellas caducas concepciones políticas y económicas que nos tienen sumidos desde hace décadas en un empecinado estancamiento.
Muchos clamamos por la erradicación de las indisciplinas sociales que, fuerza es decirlo, no las trajo la pandemia. El desabastecimiento de víveres, la dura cotidianidad, no nos hace propiamente tolerantes ni amables. Quien debe formarse en más de una interminable cola al día para “capturar” la proteína imprescindible o los productos que contribuyan al mantenimiento de la higiene en la casa, no está para “sutilezas”. Tenemos una larga historia de colas. La diferencia es que antes perdíamos años de nuestras vidas intentando palear la escaseces, y ahora podemos perder la vida toda en una quincena a causa de no evitar esos mismos tumultos.
Si salvamos el ingente temor a morir infectados con el Covid-19, nada de lo que nos afecta por estos días es nuevo en el panorama nacional. Durante decenios y decenios hemos probado fallidos mecanismos económicos. Incluso la libreta de racionamiento, esgrimida en ocasiones como un logro de la equidad, resulta, al decir de más de un especialista, un elemento inhibidor de la producción.
En verdad quisiéramos que, tal como se han escuchado a los epidemiólogos, en lo adelante se les dé su lugar a los científicos de todas las otras ramas del saber. Ellos trabajan con los distintos ángulos de la realidad, la investigan para conocerla. Y si se conoce el escenario, entonces se puede accionar sobre él para propiciar el tan necesario desarrollo.
Se dice científicos y pocas veces se piensa en politólogos, historiadores y sociólogos. Si el agrónomo puede determinar el mejor suelo para tal cultivo, los científicos sociales están en capacidad de alertar sobre cómo se recibe el discurso oficial, ellos saben si el relato que baja verticalmente resulta creíble o es expresión de concepciones elaboradas por una burocracia que se estratifica, retarda la evolución e intenta una y otra vez la práctica aviesa de dictar normas de conducta a la realidad: gobernar a partir de lo que uno quisiera que fuera y no sobre la base de lo que es; la mejor manera de ampliar la brecha entre emisor y receptor.
El bloqueo norteamericano es un dato inobjetable. La filosofía de plaza sitiada, de guerra fría, también. Hemos sido, por temporadas, más o menos pobres. Las relaciones entre Cuba y EEUU a nivel de estado han vivido etapas malas y peores. Es algo que, parece, no está próximo a cambiar. Lo que sí puede cambiar es nuestra actitud ante los problemas que demandan soluciones creativas, flexibles y valientes. Por temor a equivocarnos no podemos incurrir eternamente en equivocaciones con las que estamos dramáticamente familiarizados.
Una rémora como Acopio, en el sector de la agricultura, aún sigue ahí, presumiendo su talante ineficiente. Al trabajador privado se le llama “cuentapropista”, que es un modo de expresar que se le ve, en el mejor de los casos, como un compañero circunstancial, siempre sospechoso. La fórmula de hacer más con menos hay que someterla a urgente análisis: si se hacía menos con más, sencillamente se estaban derrochando los recursos. Tampoco es plausible la consigna “siempre se puede más”; si esto funciona, entonces es que se ha hecho menos de lo posible; quien tenga una simple noción sobre el coeficiente de resistencia de los materiales sabe que, a partir de un punto crítico, todo colapsa, desde un cable hasta un saltador de longitud; ergo: no siempre se puede más.
De la pandemia tendremos que salir juntos. De nuestros acuciantes problemas económicos y sociales, también. Quien opina distinto o contrario al discurso oficial no tiene por qué quedar al margen, ni mucho menos ser demonizado. Los dirigentes, funcionarios y cuadros políticos son falibles, y están en la obligación de dialogar con el amplio espectro de la nación. Ni la prensa oficial ni la independiente son buenas y veraces per se. La excelencia no es exclusividad de nadie, y todos tenemos derecho a intentar alcanzarla. Nuestra Constitución, perfectible también, no debe someterse a interpretaciones sesgadas de acuerdo a los vaivenes de la política; está en juego que sea una herramienta eficaz para ejercer derechos y tributar deberes, o simple letra muerta.
La población cubana se pregunta cuándo acabará la pandemia, pero no sólo. Quiere saber qué vendrá después, cómo saldremos adelante en medio del durísimo contexto que se avecina. Puede que las estrategias no estén aun claramente formuladas. Con más razón debemos contribuir en bloque a encontrar los derroteros que nos garanticen una vida menos sacrificada que hasta hoy. Hemos seguido día a día las estadísticas de la pandemia. Queremos continuar teniendo acceso a otras estadísticas que nos ayudan a conformarnos una opinión de cómo el estado distribuye los escasos recursos de qué dispone, y opinar sobre ello. Se ha hablado de la necesidad de terminar con el síndrome del secreto, pero es difícil lograrlo cuando el que tiene la información es, al mismo tiempo, quien debe decidir si es pertinente o no divulgarla.
Pienso que estamos unánimemente de acuerdo en que los problemas nuevos, que pueden ser los mismos de siempre en un contexto otro, no deben atacarse con soluciones viejas.
Es momento de dirimir de una forma definitiva, al menos entre los cubanos de hoy y de cualquier lugar de residencia, el viejo conflicto entre pesimismo y optimismo. Un camino certero, pienso yo, es ver la dificultad como oportunidad. Creo que el largo intento de crear un modelo propio, justo y, sobre todo, eficiente, nos pone en capacidad de decir con Gramsci: “Soy pesimista debido a mi inteligencia, pero soy optimista debido a mi voluntad.”
Me gustó!!!! Si, hay que hacerle caso a los científicos de las ramas del saber. Claro no quiere decir que siempre tengan la razón, porque Newton y Einstein se equivocaron.
Pidamosle a dios salir de la pandemia, roguemos que los medicos, cientificos y biologos del mundo descubran una vacuna que proteja y/o cure los enfermos del COVID-19, que dios ponga su mano ponderosa para que se salve todo el MUNDO.
Salir de los acuciantes problemas sociales y economicos que golpean al cubano es algo extremadamente complicado y y practicamente inalcanzable, muchos factores lo impiden como por ejemplo: bloqueo impuesto por USA, bloqueo interno y falta de liquidez monetaria, pero sobre todo y fundamentalmente porque tenemos un gobierno tan extremada inepto e inoperante que no ha sabido, ni sabra sacar el pais adelante a sabiendas de que existen esas problematicas, dia a dia solo producen justificaciones y consignas, con eso no se triunfa en lo economico y sin economia tampoco se triunfa en lo social, somos continuidad.
En resumen ni hay inteligencia, y mucho menos voluntad, 6 decadas asi lo confirman, nadie puede convencernos de que ahora sera diferente.
Nunca he visto en mi pais un gobierno más operante que el actual , y no creo que sea inepto , es muy fácil opinar de lejos, y para los hombres de voluntad no hay nada inalcanzable
Una explicación perfecta de la situación actual..
El enfrentamiento a la Covid-19 demuestra nuevamente que las estructuras, métodos y mecanismos existentes en Cuba son efectivos para situaciones de emergencia. Lamentablemente los resultados son generalmente opuestos cuando se trata de temas de la vida diaria. Las esgrimidas fortalezas del sistema centralizado no han sido tan efectivas para la cotidianeidad, esa que ocupa el 99 porciento del tiempo. Coincido en que la situación actual debería ser aprovechada para darle otro enfoque a problemas de larga data que venían agudizándose desde el pasado año, empeorando en los últimos meses y que van desembocando en crisis en estos momentos. Soy escéptico en cuanto a la esperanza de que el poder central en Cuba se incline a promover intercambios con pensadores provenientes de ninguna rama de la ciencia que no sean aquellos probadamente afines a sus intereses. El filtro político desecharía de inmediato a quienes no se haya proclamado previamente fieles seguidores de las líneas oficiales. No se desea el debate, ni siquiera el diálogo, lo único aceptable es la repetición de los conceptos y criterios elaborados por los “think tanks” en las oficinas del Partido. No es desconocido que desde hace años existen estructuras especialmente diseñadas para de modo absolutamente secreto estudiar y definir políticas. Está demostrado que incluso destacados Doctores en Ciencias, residentes en Cuba, profesores en las universidades cubanas, incluso siendo militantes del Partido no son llamados a participar en los estudios y mucho menos son consultados. Ellos se ven obligados a dar sus opiniones (posiblemente con mucho cuidado) en medios alternativos como este donde la población en general no tiene acceso. Paradójicamente un pueblo proclamado como culto, con varios cientos de miles de graduados universitarios es considerado incapaz de pensar. No hay perspectivas de que tal situación cambie. Saludos.
Quiero pensar que cuando el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, en una de las últimas reuniones, precisamente dedicadas al tema económico y el comienzo de las actividades de la economía, planteó la necesaria inclusión de las PYMES y las Empresas Estatales, además de lo conveniente de ello en el enfrentamiento a la pandemia, incluso a la voluntad de si era necesario adoptar nuevos acuerdos consultando con las instancias debidas. Es porque, se ha hecho evidente que deben cambiarse las formas de pensar y de actuar.
El éxito del enfrentamiento a la pandemia del Covid-19 está en la exieriencia de enfrentar ciclones, epidemias, sequías, un duro y difícil periodo especial en el primer lustro de los 90s, que marcan más bien una defensiva. Ahora hay que golpear a la riposta, y llegar a la Victoria en el asalto final con ventaja en las boletas, hay muchas fortalezas, está en la ciencia acumulada; el apoyo interno y de buena parte del mundo al proceso revolucionario; aún se cuenta con algunos de los más destacados líderes de la generación histórica que llegó al poder en 1959; el agotamiento del modelo de globalización neoliberal y el avance económico y tecnológico de China unido al poderío militar de Rusia, además del crecimiento de otras economías como India y otras de Asia; la ascensión al poder de gobiernos de corte progresista como el de López Obrador en México y Alberto Fernández en Argentina, además del agotamiento del modelo brasileño que de una de las primeras economías mundiales está fuera de los primeros lugares que lo hicieron estar en el BRICS. Por tanto, el entorno cambiará inexorablemente, Cuba está dentro de él, con mucha presión económica y siendo parte del debate por la presidencia de USA, con un gobierno que apostó por incrementar la presión sobre la economía y campañas de descrédito a la obra de la Revolución, que quieran o no, esta epidemia, en lo político y social ha reafirmado como un ejemplo, falta cambiar la gestión de la economía y para ellos deben ser llamados todos los que puedan aportar ideas, conceptos, estrategias, capital, mercado, modos de gestión y constituir un nuevo y eficiente impulso. En condiciones donde no debe haber ingresos por el turismo hasta tercer triemestre del próximo año, según pronósticos de la Organizacion Mundial del Turismo. La tensión en el medio Oriente con amenazas de incrementar las amenazas de guerra, la caída de los precios de petróleo y la escalada de agresiones contra Venezuela. Mientras hay que alimentar un pueblo, hay que reanudar la economía y continuar creciendo, con ello se está jugando, una vez más, la supervivencia de un proyecto Revolucionario y su pueblo.