Podemos ser todo lo entusiastas que queramos sobre la 60 Serie Nacional de Béisbol, podemos hasta elogiar la organización del campeonato —mucho mejor que en años anteriores pese a la compleja situación sanitaria que vivimos—, pero la realidad es que, deportivamente hablando, el clásico de las bolas y los strikes está en ruinas, agonizando…
Cierto que el regreso del béisbol a los diamantes de la Isla nos proporciona una nueva fuente de entretenimiento y debate en estos convulsos tiempos de pandemia, pero ello no significa que estemos disfrutando con lo que consumimos. Es más, yo diría que cuesta, y muchísimo, quedar atrapado por algún partido del torneo.
A todos nos gusta el suspenso típico de la pelota, saber quién ganó, cuántos jonrones se dieron y quién cargó con las culpas de la jornada, aunque de momento es mucho mejor negocio esperar al final del día y escuchar los resúmenes de resultados que ver, de punta a cabo, cualquiera de los múltiples encuentros que se transmiten por la televisión nacional o las plataformas digitales.
Siempre hay sus excepciones, lógicamente. Por ejemplo, este domingo se dio un buen duelo de lanzadores entre Frank Madan (Camagüey) y Elier Carrillo (Villa Clara) en el feudo de los Toros, subcampeones nacionales. Los tiradores se enfrascaron en una guerra de ceros, definida en el noveno por cohete impulsor del trotamundos Yordanis Samón.
En la fecha anterior, Industriales y Granma tuvieron otra gran batalla de pitcheo protagonizada por el veterano Leandro Martínez (Alazanes) y el prometedor Brian Chi (Leones), igualmente decidida en las postrimerías por jonrón de Lisbán Correa, el slugger más temido de la Serie.
Esos juegos han servido para limpiar el alma, para refrescar la vista y oxigenar el campeonato en medio de tantos innings insufribles e interminables, con ramilletes de carreras (hemos tenido 25 entradas con cinco o más anotaciones de un solo equipo), fiesta de batazos, descontrol, desfile de lanzadores y errores de toda índole.
El agujero negro del pitcheo
Uno de los puntos que más preocupa de la Serie es el agujero negro en que está el pitcheo cubano. No los relevistas, no los abridores, todos. Para no divagar, vamos a ilustrar en varios puntos algunos de los problemas más graves.
– El promedio de ponches por cada nueve entradas es de 4,8, bastante bajo comparado con los estándares de otras ligas profesionales. Un total de diez novenas se encuentran por debajo de la media, con números rojos para Isla de la Juventud (3,12-20 ponches en 57.2 innings), Villa Clara (3,39-22 ponches en 58.1) y Cienfuegos (3,60-22 ponches en 55).
Esto es solo una prueba más de la pobre progresión de nuestros lanzadores en cuanto a control, comando, profundidad de repertorio, inteligencia táctica y, por supuesto, en la velocidad.
– La efectividad del campeonato anda por 5.40 (con WHIP de 1.67). Pinar del Río y Camagüey, en teoría los mejores cuerpos de pitcheo del país, presentan un promedio de carreras limpias de 6.71 y 5.61, respectivamente.
En total, cinco escuadras (Artemisa-Cienfuegos-Mayabeque-Las tunas-Pinar del rio) exhiben efectividad superior a 6,00, y de ellos Cazadores, Elefantes y Huracanes están por arriba de 7,00.
Sorprende en este apartado Industriales, con 3,36 (2do), además de ser el único elenco que da más de dos ponches (2.17) por cada boleto (50 estrucados y 23 pasaportes). Nadie podía pronosticar esto después del calvario del pitcheo azul en los últimos años.
– La línea ofensiva del campeonato es .300/.383/.441/.824, números que reflejan la magnitud del castigo que están recibiendo los lanzadores.
El promedio de jits de cada equipo por partido anda por 10,75, y solo dos conjuntos (Camaguey-8.11/Industriales-8.32) permiten menos de nueve imparables por cada nueve entradas.
Hasta el momento, el 26,7 % de los jits han sido extrabases, con 111 jonrones (en 56 choques), lo cual representa un brutal aumento respecto a las primeras siete fechas de las seis Series anteriores.
Aqui tenemos la muestra de la mano del especialista Arnelio Álvarez. Sus números son muy esclarecedores.
Serie 54: 50 cuadrangulares en 55 juegos
Serie 55: 59 en 55
Serie 56: 56 en 52
Serie 57: 65 en 55
Serie 58: 53 en 54
Serie 59: 68 en 53
¿Han mejorado tanto nuestros bateadores de la noche a la mañana? No creo, todo esto es fruto de la utilización de la pelota Teammate.
– El promedio de boletos por cada nueve entradas es de 4,26. La mitad de los equipos están por encima de la media de la liga. Devastador.
El dilema de las rotaciones
Por alguna extraña razón, diversos comentarios se inclinan a pensar que los mentores están sufriendo mucho con sus bullpens, pero los números demuestran que en la rotación las lagunas también son notables.
Sin ir muy lejos, en el 32 % de las aperturas (36 de 112) los abridores no han podido completar cinco entradas en la primera semana del campeonato, con graves problemas en la parte trasera de cada rotación. Los siguientes datos ilustran un poco mejor el asunto:
– 1ro y 2dos abridores: 64 aperturas-13 (20,3 %) no han completado cinco capítulos
– 3ro, 4to y 5tos abridores: 48 aperturas-23 (47,9 %) no han completado cinco capítulos
Como vemos, hay más carga de trabajo de los líderes de cada staff, quienes han subido ya dos veces a la colina con resultados bastante positivos, algo predecible si tenemos en cuenta que son los mejores lanzadores del torneo. Entre ellos se reparten 28 de las 40 (70 %) salidas de calidad (al menos seis innings de labor y tres limpias o menos permitidas) que se han dado en la Serie, mientras los miembros secundarios de cada rotación han logrado solo 12 aperturas de nivel.
A los abridores les batean .282/.360/.409/.769, con efectividad de 4,82 y WHIP de 1,50. Además, el 27,6 % de los jits que han recibido son extrabases (54 jonrones) y, en términos globales, aceptan casi diez imparables (9,86) por cada nueve entradas de labor.
Aunque el promedio de 3,67 boletos por partido no es tan desastroso para el nivel de la liga y sus lanzadores, hay manifiestos problemas de descontrol tomando como referencia solo la faena de las rotaciones. Por ejemplo, hasta diez equipos superan la media de pasaportes del campeonato, con números rojos de Cienfuegos (5,93), Mayabeque (4,76) y Artemisa (4,60), por solo mencionar los peores.
Por supuesto, siempre hay excepciones, muestras positivas en medio del desastre. Llama la atención el trabajo de Guantánamo, conjunto que ha sido un auténtico desastre en los últimos años. Pues bien, en este arranque han dado la clarinada y suman cinco salidas consecutivas con al menos cinco episodios completados y menos de tres anotaciones permitidas.
Los desconocidos Eyner Fernández (dos) y Luis M. Martín, el experimentado Frank Navarro y Dairon Mena, zurdo que despierta algunas expectativas, son los responsables de esta línea. ¿Será solo un golpe de suerte o un regreso real de los Indios del Guaso a la pelea? El curso de la temporada nos dará la respuesta.
Sí parecen tener armas para mantener la consistencia todo el curso los abridores de Camagüey, a quienes les han bateado muy poco (179/.272/.256), aunque su efectividad es de 4,00. Igualmente, las rotaciones de Santiago de Cuba (efectividad de 3,24 y línea de .211/.305/.336), Matanzas (3,50/.237/.307/.331), Industriales (2,82/.237/.310/.355) y Granma (2,08/.244/.296/.290) dan muestras de integralidad en un certamen dominado por la ofensiva.
Los santiagueros, apoyados en Carlos Font y un grupo de tiradores veteranos (Alberto Bicet, Pedro Agüero y Danny Betancourt), han realizado una faena consistente y por eso son lideres del campeonato.
Lo mismo sucede con yumurinos y capitalinos. Los actuales campeones se sustentan en la experiencia de Yoanni Yera y Jonder Martínez y en el ímpetu de Dariel Góngora y Renner Rivera, mientras los Leones apuestan todo a la sangre nueva de Brian Chi, Yandi Molina, Eddy Abel García y compañía.
El caso de los Alazanes es digno de enmarcar. En cada una de sus siete aperturas los serpentineros han caminado al menos hasta el quinto episodio y nunca han permitido más de tres carreras. En la Serie Nacional esto califica como suceso paranormal.
¿Apagafuegos o incendiarios?
A pesar de que los abridores de Granma han llevado los partidos a terreno aparentemente seguro, no siempre han podido traducir esa efectividad en victorias porque sus relevistas han recibido fuerte castigo (.365/.453/.476) y han desperdiciado ventajas ganadoras (perdieron dos juegos contra Industriales el fin de semana del noveno inning en adelante).
Pero la situación de los apagafuegos es caótica en sentido general. No hay que hablar mucho, los datos reflejan claramente el desastre:
– Efectividad de los relevistas: 6,36
– WHIP: 1,94
– Línea de los contrarios: .327/.417/.491/.908
– Promedio de boletos por cada nueve entradas: 5,23
– Promedio de jits por cada nueve entradas: 12,22
– Por ciento de jits que han sido extrabases: 25,6 %
Con semejantes números, es un verdadero milagro que en una semana los relevistas solo hayan desperdiciado 11 oportunidades de salvamento.
Lo más preocupante de todo esto es que hemos cubierto solo una semana de una temporada que será considerablemente más larga que las de los últimos años. Cuando avance el torneo y aumente la carga de trabajo hasta niveles desconocidos para muchos atletas que solo saben lo que es jugar 45 partidos, entonces la situación podría empeorar
¿En serio? ¿Peor? Pues sí, lamentablemente. Volvemos a lo mismo. Podemos ser todo lo entusiastas que queramos, la 60 Serie Nacional de Béisbol, deportivamente hablando, es un campeonato en ruinas, por donde quiera que se le mire.
Nota: Las estadísticas generales son tomadas del sitio oficial de la Federación Cubana de Béisbol.
Una sola semana periodista, una sola semana.
Extraña en el artículo, la omisión prestada a la atípica coyuntura. Más allá de lo enrevesado que pudiese resultar el reajuste calendarial de desafíos debido a la pandemia, verdaderamente habría que resaltar su impacto decisivo (a mí entender) en los entrenamientos. Interrumpido en más de una ocasión, nuestro “Summer Training” se redujo acaso a un mes de sostenida práctica, adoleciedndo de topes interprovinciales así como de distintas estrategias de ejercitación concentrada. Desde un teléfono no es posible rectorar la preparación de un equipo perfectamente. Por mucho ímpetu que hubieran puesto los atletas, “desde casa” nada es igual.
Dentro de todo esto, el área del picheo saca la peor parte, pues es sabida su delicadeza y complejidad acorde a los ciclos de entrenamiento, adaptación y descanso. Los brazos de nuestros lanzadores requieren de un seguimiento, chequeo y riguroso control por parte de sus entrenadores. Llamativo y a la misma vez ilustrativo, resulta el caso de Roberto Hernández, al igual que otros pitchers del staff espirituano, quienes de una serie a otra han mostrado marcadas inconsistencias (tomando como referencia reitero: una semana) Nada, que es el picheo el eslabón más débil de esta cadena beisbolera forjada en tiempos de Covit19.
Solo valdría establecer un examen igualmnte comparativo entre los primeros meses de copetencia en el mejor béisbol del mundo. Ilustran los numeros ofencivos iniciales de esta temporada respecto a la pasada. Conscientes de la variada incidencia de un enclenque entrenamiento, los dueños y gerentes de las distintas franquicias pulsaron por retener en los campos de primavera a los jugadores, más el avance exponencial del virus, obligó igualmente al necesario receso.
La omisión de este factor por tan avezado periodista, ante todo me llama a dudas. Pues reconosco la profesionalidad con que ha trabajdo y sigo asiduamente sus redacciones y comentarios, sobre todo en lo que a MLB y la actuación cubana se refiera.
En fín, creo que ante cualquier señalamiento y crítica hacia la Serie Nacional, única receptora interna hasta el momento de nuestro deporte nacional, motivo de culto por sí solo; habría que hacer un análisis en frío de los números y llamarse a la taimada reflexión. Sólo de ahí se verterán señalamientos verderamente apegados con la realidad.
El avance propio del campeonato, avisorado en el artículo como catastrófico de por sí, pudiera ser su propia salvación. Todo está en que los brazos (si son manejados con suficiente sapiencia) entren en calor y se acostumbren al rigor competitivo. Puede entonces que las aguas tomen su nivel y el bateo, retorne a su lugar tradicional (no tan alejado como pudiese pensarse).
Saludos para On Cuba, medio alternativo por exelencia para los de esta Isla.
Una sola semana periodista, una sola semana.
Extraña en el artículo, la omisión prestada a la atípica coyuntura. Más allá de lo enrevesado que pudiese resultar el reajuste calendarial de desafíos debido a la pandemia, verdaderamente habría que resaltar su impacto decisivo (a mí entender) en los entrenamientos. Interrumpido en más de una ocasión, nuestro “Summer Training” se redujo acaso a un mes de sostenida práctica, adoleciedndo de topes interprovinciales así como de distintas estrategias de ejercitación concentrada. Desde un teléfono no es posible rectorar la preparación de un equipo perfectamente. Por mucho ímpetu que hubieran puesto los atletas, “desde casa” nada es igual.
Dentro de todo esto, el área del picheo saca la peor parte, pues es sabida su delicadeza y complejidad acorde a los ciclos de entrenamiento, adaptación y descanso. Los brazos de nuestros lanzadores requieren de un seguimiento, chequeo y riguroso control por parte de sus entrenadores. Llamativo y a la misma vez ilustrativo, resulta el caso de Roberto Hernández, al igual que otros pitchers del staff espirituano, quienes de una serie a otra han mostrado marcadas inconsistencias (tomando como referencia reitero: una semana) Nada, que es el picheo el eslabón más débil de esta cadena beisbolera forjada en tiempos de Covit19.
Solo valdría establecer un examen igualmnte comparativo entre los primeros meses de copetencia en el mejor béisbol del mundo. Ilustran los numeros ofencivos iniciales de esta temporada respecto a la pasada. Conscientes de la variada incidencia de un enclenque entrenamiento, los dueños y gerentes de las distintas franquicias pulsaron por retener en los campos de primavera a los jugadores, más el avance exponencial del virus, obligó igualmente al necesario receso.
En fín, creo que ante cualquier señalamiento y crítica hacia la Serie Nacional, única receptora interna hasta el momento de nuestro deporte nacional, motivo de culto por sí solo; habría que hacer un análisis en frío de los números y llamarse a la taimada reflexión. Sólo de ahí se verterán señalamientos verderamente apegados con la realidad.
El avance propio del campeonato, avisorado en el artículo como catastrófico de por sí, pudiera ser su propia salvación. Todo está en que los brazos (si son manejados con suficiente sapiencia) entren en calor y se acostumbren al rigor competitivo. Puede entonces que las aguas tomen su nivel y el bateo, retorne a su lugar tradicional (no tan alejado como pudiese pensarse).
Saludos para On Cuba, medio alternativo por exelencia para los de esta Isla.