La crisis generada por la COVID-19 ha implicado para muchas personas el aislamiento en sus hogares. Así, generalizó un estilo de vida donde los otros pueden ser vistos como amenaza, debido al riesgo de transmisión del virus.
En ese contexto, se modificaron las formas de trabajar, estudiar, celebrar y vincularnos, al igual que se trastocaron muchos proyectos personales. Mirar al futuro es ahora una propuesta que genera ansiedad e incertidumbre. El mundo tal cual lo conocíamos cambió.
Esa remoción de nuestras bases construidas hasta hoy no es un problema menor. Vimos colapsarse los sistemas de salud (y la escasa atención primaria para trabajar en la promoción y prevención) y constatamos que los sistemas educativos no estaban preparados para la educación virtual (lo cual, debo decir, privó de aprender a muchas personas sin acceso a la tecnología necesaria, incluida la internet). Muchos negocios cerraron y, con ello, miles quedaron desempleados. Hemos experimentado diferentes duelos.
En tales circunstancias, algunas personas han sucumbido a la depresión, y otras han optado por vivir un día a la vez, como si pensar en el mañana fuera imposible de manejar.
Pero nuestra mente tiene la capacidad de anticiparse bajo cualquier circunstancia para, con esto, poder prepararnos en el presente. Cuando lo hacemos, disminuye la ansiedad o la angustia, de alguna manera. Aun cuando el futuro sea complicado por lo que ahora vivimos y avizoramos, siempre será mejor proyectarnos para minimizar daños y sufrimientos que nos desborden.
En esta primera entrega de la sección de Psicología y Bienestar de OnCuba, te invito a adentrarnos en este tema.
¿Qué es la anticipación?
La anticipación es una capacidad que tiene el cerebro para responder de forma adelantada a un estímulo, por lo que alude a la posibilidad que tenemos de actuar previendo de alguna manera lo que puede acontecer. Evidentemente, no es algo que podemos asegurar en su totalidad, no se trata de adivinar el futuro.
La capacidad de anticipación es una categoría que se ha estudiado ampliamente en la Psicología del Deporte. Hoy quiero proponerles algunas consideraciones para que identifiquen la importancia de entrenarnos en desarrollarla. A los deportistas se les prepara para que sean capaces de anticipar las tácticas de sus “adversarios” en la lucha competitiva, para asegurar su éxito. Por tanto, es algo que podemos potenciar y cuyos efectos se traducen en alcanzar nuestras metas en la vida.
Para nuestro bienestar integral, es muy importante considerar esta capacidad que tenemos.
¿Cómo es posible prever el futuro?
Las experiencias de vida nos aportan un marco de referencia, pues adquirimos conocimientos de nosotros mismos, de los otros y de nuestro entorno. Es por eso que, por ejemplo, un estudiante puede pasar de niveles de enseñanza y estar orientado en cuanto a las conductas que debe seguir en la escuela, aun cuando sea una “nueva experiencia”.
¿Por qué sucede esto? Porque formamos conceptos, interiorizamos patrones vinculares y aprendemos roles como el de estudiante. También, si vivimos un evento en el que ser irresponsables con una tarea nos puso en una situación donde nos recriminamos, aprenderemos (en el mejor de los casos) a ser responsables porque ya conocemos las posibles consecuencias.
Con estos sencillos ejemplos, podemos comprender el papel que juega nuestra experiencia en la capacidad de anticipación. Sin embargo, no debemos olvidar que a veces no nos sentamos a reflexionar sobre los sucesos de nuestra vida cotidiana y, por tanto, no obtenemos los aprendizajes. Aquí, no estamos desarrollando la capacidad de anticipación. Por lo que un hecho futuro, en vez de hacernos sentir seguros y orientados de las posibles consecuencias y respuestas que debemos considerar, nos angustia, nos pone ansiosos, inseguros, etc.
Por tal motivo, se hace necesario dedicar tiempo a analizar qué está pasando conmigo, cómo estoy afrontando los conflictos, cuáles estrategias de solución de problemas están siendo efectivas, cómo me siento y cómo manejo esas emociones. Todas son preguntas que debemos hacernos.
Si avanzamos sin hacer pausas para cuestionarnos, difícilmente vamos a crecer como personas. Extrayendo aprendizajes de sus experiencias de vida cotidiana e incluso siendo observador, para aprender de las vivencias de otros, usted podrá anticiparse al futuro.
Nuestra actividad cognoscitiva, nuestros pensamientos, no se construyen de nuevo cada vez: una acción del pensamiento contiene en sí misma el pasado o la experiencia acumulada. Ir por “delante de” es una de las claves para experimentar cierto grado de control de ti mismo y de tu entorno, para que puedas sentirte más seguro, ser previsivo y conseguir tus sueños.
Por ejemplo, si nuestra realidad actual nos indica que esta crisis económica mundial repercutirá en nuestra estabilidad futura, lo que debemos hacer es realizar cambios en el manejo de nuestras finanzas, plantearnos estrategias de ahorro y hacer modificaciones a nuestro estilo de vida, en la medida de lo posible, para que la crisis no nos sorprenda. Asimismo, buscar otras fuentes de ingreso, explorar alternativas más asequibles y fortalecer nuestros recursos psicológicos para evitar el estrés.
Evidentemente, lo que no dependa de ti escapa a tu control, pero no se trata de adivinar exactamente qué va a pasar, se trata de prever y anticiparnos a ello. Conociéndote, teniendo claras tus metas, habiendo considerado tu experiencia de vida, siendo analíticos y críticos de nuestra realidad, podremos en el “aquí y ahora” proyectar el futuro sin angustiarnos.
Sin afanarnos ni preocuparnos por el mañana, se trata de ocuparnos en el presente de aquello que, desde nuestra capacidad de anticipación, nos ayudará a vivir mejor.
Nota de la editora:
Psicología y Bienestar es una sección pensada especialmente para los lectores de OnCuba. Déjennos sus dudas en los comentarios, y las tomaremos en cuenta para próximas entregas. Pueden seguir el trabajo de la psicóloga Yaima Águila Ribalta en cada edición quincenal de esta sección y en su canal de YouTube.