El escritor Luis de la Paz, llegado a EE.UU. en el llamado “éxodo del Mariel”, la salida masiva de cubanos de 1980, vuelve la página a esos tiempos en una novela inspirada en su estancia en un campamento transitorio, donde convivió con enfermos mentales, delincuentes, presos políticos y travestis.
“La experiencia del éxodo del Mariel no terminó para todos con la llegada a Cayo Hueso. Muchos pasamos por los campamentos para refugiados habilitados por el Gobierno norteamericano para procesar a los recién llegados del Mariel”, dice De la Paz en una entrevista con Efe.
El escritor está orgulloso de presentar este viernes en Miami Al pie de las montañas: Memorias del Fuerte (Editorial El Ateje, 2021), su nuevo libro para el que también diseñó la portada: un mapa negro de Estados Unidos que señala donde queda Fort Indiantown Gap.
Se trata, dice, de notas que tomó en Pensilvania, en uno de los tres campamentos habilitados para procesar a los recién llegados.
Han pasado 41 años desde que escribió el diario que sirvió de base a la novela y De la Paz, actual presidente del PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio, dice haber encontrado la mejor manera de hilvanarlo.
“Me senté a escribir la versión final durante la pandemia. Me vino el tono, la estructura en tercera persona que te permite más libertades”, explica el cubano que llegó a Estados Unidos con 23 años y ahora tiene 65.
UN 90 % DE LA NOVELA ES TESTIMONIAL
El libro comienza en un locutorio donde unos cubanos tratan de realizar su primera llamada telefónica a un pariente que se haga cargo.
“Estaban a punto de cumplir su primer mes sin ningún vínculo con el exterior”, se lee al principio de la novela. No tenían siquiera reloj, pues las autoridades de la isla habían confiscado todas sus pertenencias antes de abordar la embarcación que los llevaría a los Estados Unidos.
Entre artistas, profesionales y gente con oficios había criminales enviados a Estados Unidos con la etiqueta general de “escoria de la sociedad”, acuñada por Fidel Castro.
“Varias anécdotas se van contando sobre esa ‘fauna’ variada de enfermos mentales, delincuentes, religiosos, travestis que de hecho hacían espectáculos allí. Una sordidez que aportaba el mismo personal del fuerte”, explica el autor.
De la Paz afirma que su novela, basada un 90 % en testimonios, es “la otra cara de la historia”.
“Hasta ahora el ángulo era Cuba, la embajada (de Perú en La Habana, que fue el detonante del éxodo de unos 125 000 cubanos cuando miles primeramente pidieron asilo en la legación diplomática), Cayo Hueso, Miami. Pero hay un puente que se rompió entre Miami y los fuertes”, puntualiza el autor.
Según el novelista, los tres principales campamentos para “marielitos” fueron el de Fort Chaffee (Arkansas), Fort McKoy (Wisconsin) y el de Fort Indiantown (Pensilvania), donde él estuvo “unos meses” junto a escritores y editores como Rolando Morelli y el director de teatro Juan Roca.
“Allí había ron, marihuana, y eso nadie lo pudo traer de Cuba. Existen ensayos, estudios académicos sobre los fuertes, pero desde el punto de vista literario/testimonial esta es la primera novela, no sé por qué”, comenta De la Paz.
Según el autor, por su novela pasan personajes de todo tipo aunque uno, Efraín, es fundamental. Es un preso político que había sido de “los alzados del Escambray”, un grupo insurrecto y armado que se opuso a Fidel Castro y cuyas familias fueron deportadas a un lugar inhóspito en Pinar del Río.
“Un tipo lleno de cicatrices de bayoneta”, detalla De la Paz.
Efraín es uno de los presos sacados de la cárcel para un viaje sin regreso, lo enviaron a Estados Unidos sin que su familia supiera nada.
El personaje principal, Tomás –“que soy yo”- afirma en la novela que su madre desconoce su paradero.
Según adelanta el autor, la mayor parte de los personajes y las anécdotas son reales, lo que varía es quién las realiza.
EL MARIEL CONVERTIDO EN FENÓMENO CULTURAL
“Cuando empieza el éxodo de miles de cubanos diarios que el Gobierno de Estados Unidos no puede asimilar, decidieron abrir campamentos para procesar a las personas, entre otras cosas porque llegaban delincuentes infiltrados”, explica De la Paz.
El Mariel fue una válvula de escape que Castro utilizó para enviar no solo disidentes, sino también personas que cumplían condenas y fueron sacadas de las cárceles con la condición de marcharse definitivamente del país.
El puente marítimo de Mariel-Cayo Hueso (Florida) duró seis meses, dos semanas y dos días, desde el 15 de abril hasta el 31 de octubre de 1980.
“Manicero en Nueva York, 1980”, tributo musical a los cubanos del Mariel
“Fui testigo de eso. En el autobús en el que salí de El Mosquito (centro de internamiento en Cuba antes de abandonar el país) hacia el embarcadero había 50 y tantas personas, y subieron a delincuentes rodeados de hombres armados. Eran los que habían sacado de las prisiones”, dice el escritor.
De la Paz explica que otra manera de marcharse del país era presentarse como homosexual ante una comisión. Esa fue la que él utilizó y “una bella y joven funcionaria” le miró con desprecio y le espetó que en realidad él era un “maricón”, narra ahora.
“El éxodo del Mariel fue un hecho político y social que por circunstancia únicas se convirtió en un fenómeno cultural. Hacía 10 años que nadie salía ni entraba de Cuba”, concluye el escritor.
EFE/ Jorge Ignacio Pérez