Una semana después del tiroteo en la escuela de Uvalde, Texas, que conmocionó a Estados Unidos, la pequeña localidad entierra este martes las primeras víctimas de la masacre, una de las peores de los últimos años en Estados.
Los funerales de los 19 niños y las dos maestras fallecidas el 24 de mayo por disparos de Salvador Ramos, de 18 años, se extenderán hasta mediados de junio.
Una de las primeras ceremonias fue a las 2 de la tarde, la de Amerie Jo Garza, una niña que acababa de celebrar su décimo cumpleaños cuando fue asesinada.
El funeral de otra víctima, Maite Rodríguez, de 10 años, se llevará a cabo a las 7 de la noche. La niña, que quería ser bióloga marina, era “amable, carismática, amorosa”, escribió su madre, Ana Rodríguez. “Esta pesadilla horrible y sin sentido, de la que no logro despertar, destrozó absolutamente mi vida y mi corazón”, agregó.
Los habitantes de Uvalde, como muchos estadounidenses, han expresado estos días su rabia e incomprensión ante la demora en intervenir de la policía.
Diecinueve agentes se quedaron en el pasillo de la escuela primaria Robb sin intervenir durante casi tres cuartos de hora, mientras Salvador Ramos estaba encerrado en un aula con alumnos. La policía finalmente entró y lo neutralizó.
Este drama ha despertado una ola de pedidos para regular más estrictamente el acceso al armamento en un país con más armas que habitantes y que sufre regularmente tiroteos mortales.
El presidente Joe Biden pudo escuchar de primera mano los reclamos de Uvande cuando fue a la escuela el domingo. La multitud le dijo: “¡Hagan algo!”
El presidente “debe aprobar leyes para que podamos proteger a los niños de los AR-15”, el arma semiautomática usada en la escuela Robb, reclamó Robert Robles, de 73 años.
El lunes, Biden prometió “seguir presionando” por una regulación más estricta de las armas de fuego. “No tiene sentido poder comprar algo que dispare hasta 300 balas”, subrayó.
Pero pasar de las palabras a los actos será difícil. La estrecha mayoría de los demócratas en el Congreso no le permite adoptar en solitario este tipo de legislación.
Cualquier proyecto de ley sobre este asunto necesita la mayoría en el Senado, y para ello es necesario el visto bueno de los republicanos, o al menos de una parte de ellos, tradicionalmente poco propensos a legislar sobre el tema.