La caravana con cerca de 5 000 migrantes que esta semana salió de Tapachula, en la frontera mexicana con Guatemala, se fracturó el jueves después de recorrer apenas unos 50 kilómetros. Un grupo sigue caminando hacia el norte. Otro, que integran sobre todo mujeres y niños rezagados, intenta conseguir algún documento temporal mexicano para moverse en el país sin peligro de ser detenidos.
En declaraciones a la agencia AP, el venezolano Junior Ramírez y su familia de unas 15 personas optaron por pedir los documentos. Este jueves esperaban frente a un puesto del Instituto Nacional de Migración, en las afueras de Huixtla, donde la caravana pernoctó el martes y el miércoles antes de dividirse.
“Hasta ahora no nos han dicho si nos los van a dar o no [los documentos], a otros compañeros ya se los dieron y ya se fueron. Lo único que queremos es seguir adelante”, dijo Ramírez, quien pasó la noche del miércoles frente a las instalaciones oficiales esperando su turno.
Según explicó Luis García Villagrán, activista del Centro de Dignificación Humana, que acompaña la caravana, las autoridades están emitiendo documentos que les dan a las personas entre 30 y 180 días para salir del país por alguna de las fronteras o para iniciar los trámites de regularización pidiendo refugio.
El activista agregó que quienes los consiguen suelen apartarse del grupo y seguir por su cuenta el camino hacia el norte ya que, en teoría, con ellos no deberían ser detenidos.
Esta caravana, la más grande de este año, está integrada en su mayoría por venezolanos que provienen de Colombia, pero también por centroamericanos y caribeños.
Salieron de Tapachula el lunes en protesta por la lentitud de los trámites para poder migrar de forma regular, pero también para llamar la atención de los líderes del continente que esta semana están reunidos en Los Ángeles en la Cumbre de las Américas para hablar, entre otros temas, de migración.
Durante los últimos meses las autoridades mexicanas optaron por desactivar otras caravanas ofreciendo a los migrantes autobuses y la posibilidad de regularizar su situación en otros estados.
Frente a las instalaciones de Migración, situadas en plena carretera, una pareja de venezolanos, Josué Mendoza Rojas y Josmar de Nazaret Cárdenas, intentaba decidir qué hacer: si esperar en la Aduana o alcanzar a la caravana en el siguiente poblado.
“Está todo congestionado”, dijo Mendoza mostrando la confusión que se vivía y cómo los propios migrantes estaban intentando organizarse haciendo listados por su cuenta. “Hay muchas listas, tienen como 40 listas y algunas gentes se están yendo así sin el papel, dicen que van a seguir la marcha”, indicó. “Todavía no sabemos qué hacer”.
La pareja salió hace dos meses de Venezuela. En Tapachula, donde pasaron un mes, pidieron asilo, pero les dieron cita para agosto. Y ante la falta de recursos para esperar hasta esa fecha, decidieron sumarse a la caravana.
El año pasado México batió récords al recibir más de 130 000 solicitudes de asilo, el triple que en 2020, cuando apenas superaron las 40 000, por lo que la oficina que las gestiona está desbordada.
En lo que va de 2022, según cifras oficiales, ya se han recibido casi 50 000 solicitudes, un 20% más que durante el mismo periodo del año pasado.