Los pronósticos se cumplieron y la selección masculina cubana de voleibol quedó eliminada de la lucha por las medallas en el Campeonato Mundial, luego de sucumbir 3-1 en octavos de final frente a una Italia que tiró de oficio y aprovechó al máximo las múltiples fallas del rival para colarse entre los ocho mejores equipos del orbe.
En la Arena Stožice de Ljubljana, Eslovenia, los transalpinos dominaron el juego y supieron controlar los embates del plantel dirigido por Nicolás Vives, que otra vez fue muy inestable y poco resolutivo en momentos decisivos.
Los italianos salieron delante con pizarra de 25-21 en la primera manga, pero los cubanos devolvieron el golpe en el segundo con idéntico marcador. En ese escenario, los europeos sacaron a relucir su mayor experiencia y consiguieron desestabilizar al cuadro caribeño, sin pegada en la defensa de la net, con muchas lagunas en el servicio e imprecisiones en la recepción.
La combinación de esos factores provocó la victoria de los europeos en el tercero y cuarto set con tanteadores de 26-24 y 25-18. En estos dos parciales, Italia logró ocho de los 12 bloqueos que totalizaron en el partido, aprovechando en gran medida el desbalanceado ataque cubano, que para ese momento estaba casi totalmente recargado hacia Jesús Herrera.
“Fue un muy buen partido y creo que la clave para nosotros fue servir mejor en el tercer y cuarto set. Ganar ese tercer set fue fundamental ya que nos dio la confianza para jugar aún mejor en el cuarto set. Todo el equipo jugó muy bien y estoy muy contento con nuestra actuación en un partido tan difícil”, dijo tras el encuentro el joven auxiliar Alessandro Michieletto, uno de los talismanes de la azurra.
El zurdo anotó nueve puntos, algunos de ellos con potentes ataques zagueros que no encontraron resistencia antillana. Además, su poderoso servicio hizo estragos en la línea defensiva cubana, totalmente descoordinada en distintos tramos del choque.
El opuesto Yuri Romano (14 unidades) y el auxiliar Daniele Lavia (11) fueron los mejores anotadores del plantel italiano, aunque los centrales Roberto Russo, Simone Anzani y Gianluca Galassi también fueron determinantes con siete bloqueos.
Los chicos del mentor Ferdinando Di Giorgi tuvieron una ofensiva muy bien distribuido por el pasador y capitán Simone Giannelli, a diferencia de Cuba, que recargó su ataque sobre el opuesto Jesús Herrera, el único con verdadera capacidad para perforar las líneas italianas.
El opuesto antillano marcó 23 puntos, de ellos 19 en ataque y tres en servicio, y fue el arma recurrente de los pasadores Adrián Goide y Liván Taboada, quienes le dieron bolas sucesivas en muchos trances del duelo. Herrera cumplió con creces, pero echó en falta el apoyo de los auxiliares, sobre todo Miguel Ángel López y Osniel Mergarejo.
Entre estos dos hombres, de los más importantes en el equipo cubano, solo anotaron ocho puntos, mientras el otro auxiliar, Marlon Yant, se quedaba en 11 unidades, aunque con cuatro errores en el servicio y un bajo 15.38 % de eficiencia en 26 oportunidades de ataque.
De los centrales, Robertlandy Simón aportó 11 cartones con una notable efectividad en el ataque y dos bloqueos, pero no pudo hacer daño con su servicio. Por su parte, el capitán Liván Osoria tuvo muy poco impacto en el juego y solo marcó cinco puntos, de ellos uno en la defensa de la net.
En total, Cuba cometió 44 errores (22 de ellos en servicio), el 45.4 % de los puntos italianos, que respiraron aliviados por los continuos fallos en momentos decisivos. Los antillanos no fueron efectivos en momentos decisivos, regalaron muchas bolas y dieron muestras de desesperación y muy poca capacidad para mantener la estabilidad en el juego. Además, el alto mando no supo mover sus piezas con cautela y, una vez más, parecieron trabajar sobre la base de la intuición, algo fatal en un deporte en el que las decisiones tácticas se sustentan en profundos análisis de datos.
Con la victoria, Italia avanza a cuartos de final, instancia en la que se medirán al ganador del duelo entre Francia y Japón. Cuba, por su parte, se despide con plena conciencia de que tiene una generación joven y talentosa, la cual necesita seguir sumando horas de vuelo para intentar hacerse de un espacio en la élite del voleibol masculino.