Tres cubanos fueron honrados recientemente con la incorporación al Salón de la Fama del Ajedrez en América, junto a otros diez ajedrecistas, personas e instituciones vinculadas al juego ciencia. El Gran Maestro (GM) Jesús Nogueiras, el maestro y educador Ramón Huertas Soris y el periodista, historiador y escritor Miguel Ángel Sánchez, recibieron esta satisfacción “por sus aportes y logros más notables en ese campo particular”, tal y como lo expresó el Maestro FIDE Gustavo Maass Garza, presidente del Salón, en el acto de la exaltación de sus nombres, realizado en Ciudad Juárez, Chihuahua, México1.
A uno de ellos dedico estas líneas, a mi amigo personal Miguel Ángel Sánchez, de quien bien conozco su pasión por el ajedrez, por lo que considero su inclusión en el Salón como un acto justo y merecido. Ajedrecista precoz, el juego ciencia formó parte importante de la adolescencia y juventud de Miguel Ángel, que participó en las competencias realizadas en Cuba en los años 60 y 70 del pasado siglo; llegó incluso a ser Subcampeón Nacional del Ejército, un torneo de buen nivel entonces.
Fue muralista (los operarios de los primeros torneos Capablanca In Memorian reproducían las partidas en unos tableros murales en las afueras del salón de competencia) y fiscal, y en la Olimpiada de Ajedrez de La Habana fungió como árbitro auxiliar. Además, comenzó su labor como divulgador al escribir reseñas y artículos sobre las competencias ajedrecísticas en distintos medios y, particularmente, en la excelente (ya desaparecida) revista Jaque Mate.
Pero, sin duda, un momento relevante de su vínculo con el ajedrez fue la redacción de la biografía Capablanca, leyenda y realidad, publicada en 1987, después de ganar el Premio Biografía de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), decisión que le correspondió a un prestigioso jurado integrado por Manuel Moreno Fraginals, Graziella Pogolotti y Francisco López Segrera.
El libro se agotó rápidamente de las librerías, tanta era la avidez de conocimiento de los cubanos sobre el gran campeón. El texto, escrito con una prosa elegante y fácil de leer, resulta una investigación rigurosa para la cual Miguel Ángel realizó un rastreo minucioso de fuentes hemerográficas y recibió diversas ayudas, entre ellas la del Maestro Internacional (MI) Eleazar Jiménez, buen amigo, quien había comprado la biblioteca personal del Dr. José Antonio Gelabert, figura clave en el ajedrez insular de principios del siglo XX y primer biógrafo cubano de Capablanca.
Eleazar le prestó a Miguel Ángel aquel conjunto de valiosísimos libros y revistas especializados, que agrupaba colecciones de revistas de ajedrez de Estados Unidos, Inglaterra, Argentina y Cuba. Otro tanto hizo el Maestro Internacional (MI) Eldis Cobo, que igualmente poseía una bien dotada biblioteca de ajedrez. Otros buenos amigos, los músicos cubanos Evelio y Cecilio Tieles, grandes aficionados al juego, tradujeron del ruso y francés materiales que no se conocían en castellano entonces (como las cartas de Alexander Alekhine a Capablanca referentes al match revancha entre ellos, que nunca se llegó a realizar, como se conoce). El libro fue un verdadero suceso editorial en la Cuba de finales de los 80.
Con posterioridad, Miguel Ángel se radicó en Estados Unidos y se ganó la vida como periodista en diferentes medios, pero nunca abandonó su atención a Capablanca. Siempre pensó enriquecer la primera versión del libro publicado en Cuba, y esta obsesión investigativa le permitió seguir encontrando a lo largo de años datos e información que procesó para la segunda edición, en inglés, sensiblemente aumentada y corregida, José Raúl Capablanca. A chess biography, a cargo de la editorial estadounidense Mac Farland, con una rama altamente especializada en temas de ajedrez, y que vio la luz en agosto de 2015.
Los amigos en la isla gestionaron una edición cubana de la nueva versión, que mantuvo el mismo título, la cual se hizo realidad dos años después, en 2017, por el sello Ediciones Unión. Exactamente tres décadas más tarde, los lectores cubanos podían acceder otra vez a las vicisitudes de la vida de Capablanca.
De mi autoría, en el prólogo del libro (“Capa, el hijo predilecto de Caissa”), ponderé la tesonera pesquisa de Miguel Ángel y su incansable búsqueda de los datos de la vida del genial jugador. La nueva edición fue presentada en los jardines de la Uneac, en La Habana donde, ante una nutrida asistencia, el autor rememoró momentos de su temprano vínculo con el ajedrez y los avatares del libro. De nuevo la biografía de Capablanca volvía ser un fenómeno editorial en Cuba. El libro, tanto en español como en inglés, ha tenido gran fortuna crítica.
Pero el ajedrez ha sido y es para Miguel Ángel un fenómeno que rebasa la atractiva e imponente figura de Capablanca, con todo lo enorme de su dimensión. Recientemente, en co-autoría con Jesús Suárez, publicó un interesante libro sobre las dos visitas físicas —y una virtual— a Cuba del genial ajedrecista estadounidense y campeón del mundo, Robert Bobby Fischer, entonces un adolescente temible en la primera de ellas (1956) y, una década más tarde, convertido en un jugador de nivel mundial en la Olimpiada de 1966. Entre ambas estancias, Fischer participó vía teletipo (no por teléfono, como a veces se dice) en el Torneo “Capablanca In memoriam” de 1965, convirtiéndose en la sensación del evento. Ya era la sensación del ajedrez mundial.
Bobby Fischer en Cuba, 2019, incluye, además de las exhaustivas historias de las visitas cubanas del genio, todas las partidas comentadas, 39 en total, y 2 recuperadas de la estancia de 1956, una verdadera hazaña detectivesca de Sánchez-Suárez. Es un libro de ajedrez y sobre ajedrez desde una figura emblemática del juego ciencia, otro gran aporte de Sánchez al tema.
Con prólogo de dos GM, el cubano Leinier Domínguez y el estadounidense Andy Soltis, el volumen examina con rigor las “tres” visitas de Fischer a Cuba. Está repleto de datos desconocidos hasta su publicación y es un sentido homenaje de los dos autores a una figura descollante del ajedrez de todos los tiempos. Algún día será necesario hacer la edición cubana del libro. Será un fenómeno editorial.
________________________________________________________________________________________________________________________
Nota:
1 Con anterioridad, habían sido exaltados los cubanos GM José Raúl Capablanca, tercer campeón mundial entre 1921 y1927, el GM Guillermo García y la XVII Olimpiada Mundial de Ajedrez que tuvo su sede en La Habana en 1966. De la historia, funcionamiento e integrantes, profundiza el Maestro FIDE (Federación Internacional de Ajedrez) Uvencio Blanco Hernández, vicepresidente del Salón, en el libro Salón de la Fama del ajedrez en América, publicado recientemente.