El retorno a la raíz. Una idea, prácticamente la idea, que persiste en el discurso del Havana World Music (HWM). La raíz como base, como primer elemento, como materia prima para las músicas del mundo. Raíz que, por demás, permanece oculta, igual que las músicas.
“Lo que noto hoy en día es una falta de diversidad, y no solo en la música cubana. Las canciones y los cantantes se parecen y todos quieren cantar igual”, dice Eme Alfonso, directora artística del evento. “Cuando escucho eso me siento vacía, siento que no sé de dónde viene la gente”.
“Estamos en un mundo globalizado, donde te imponen timbres, maneras, costumbres”, comenta Carlos Alfonso, también director artístico. “Y sin embargo hay mucha música en el mundo que no se comercializa, que no tiene salida”.
Dos razones, una apuesta. Por la identidad y la cultura ancestral y folclórica, pero desde expresiones y maneras de hacer contemporáneas: “El concepto de música del mundo es muy abarcador, y nosotros queremos centrarnos más en aquella que trabaja desde lo local, pero con lenguajes globales”, agrega Raquel Ávila, directora de comunicación. La fusión de los viejos y nuevos mundos, de las viejas y nuevas formas de comprender esos mundos, resulta clave en el panorama de la world music.
En la edición anterior, por ejemplo, Eme Alfonso confiesa que estuvieron más cerrados en cuanto al tema genérico. “Yo, como directora artística, quería una línea única de world music. Pero ahora comprendo se trata de algo un poco más amplio de lo que puedo procesar. He estado en varios festivales internacionales de este tipo y me he dado cuenta de que son muy flexibles en cuanto a género. World music es más una alternativa, donde todas aquellas bandas típicas, tradicionales y defensoras de sus raíces tienen su espacio”.
“La world music ha sido en verdad un concepto bastante controvertido”, explica Raquel Avila. “Los países más productores, musicalmente hablando, crearon esa etiqueta para englobar toda aquella música que se hacía fuera. Engloba también a muchos países que no tienen industrias potentes a nivel internacional, como es el caso de Cuba.”
“Aquí lo que pasa es que no se ha difundido muy bien el término”, sigue Carlos Alfonso. “Y hay mucha gente haciendo lo que se dice world music, incluso los que hacen salsa.”
Ni difundido ni asumido. Sonoridades típicas como el son, mambo, salsa, rumba son reconocidas como world music para el resto del mundo. Para nosotros no. No se piensa en lo de uno como lo exótico. Porque la world music se representa hoy, precisamente por su condición de nativa, como exótica.
De ahí que el HWM se proponga reivindicar el concepto desde dentro. “Creímos que era algo que podíamos hacer, recoger toda la música en un mismo sitio, y dársela a conocer al público cubano. Y que vinieran otras bandas de afuera para que pudieran ver in situ la diversidad cultural que hay aquí. Se trata más un espacio de intercambio que nos pareció necesario propiciar”, aclara Ismael Sayyad, coordinador general.
“Necesitamos de esa retroalimentación. Por eso este año, a diferencia del anterior, los músicos que vienen no van a tocar solo con su banda, sino que van a interactuar con los de aquí, en una especie de encuentro que las propias residencias artísticas han solicitado”, dice Eme Alfonso. “Es el caso del Dj de Gotan Project, Philippe Cohen Solal, que estará junto al pianista Roberto Fonseca; y de Aziz Samahui, que tocará con Harold López-Nussa, Rodney Barreto y otros”.
Sobre los criterios de selección que maneja el festival para la selección de los músicos y grupos participantes, Eme Alfonso explicó que “la calidad, originalidad y el aporte a la cultura, son los tres primeros elementos que sigo. No se trata solo de tocar una música y llegar a la fama, es también buscar en un huequito lo que te hace único y especial, lo que te diferencia del resto, como lo hace el Instituto Mexicano de Sonido con la cumbia psicodélica, por poner solo un ejemplo. En el caso de los músicos extranjeros son ellos los que solicitan estar en el festival, nosotros no lanzamos convocatorias. Este año recibimos peticiones de 10 países, y de ahí elegimos siguiendo esos criterios”.
El HWM se propone además, muy ambiciosamente, no repetir sus bandas, pues “la idea del festival es que cada año tenga dinámicas completamente diferentes. Tenemos que darle oportunidad a todo lo que hay en la paleta de colores culturales que existe dentro y fuera de Cuba”, continúa Eme Alfonso. Raquel Avila añade que “como nosotros lo concebimos, se trata de un lugar para no para ir a ver un concierto de alguien que te guste, sino para descubrir cosas nuevas. Si presentamos siempre lo mismo, perdemos nuestra razón de ser.” Y cierra Eme, “No queremos ni anunciar los días que toca cada grupo, porque estaríamos logrando que el público vaya a ver solo que el interesa, y esa no es la idea”.
Otra de las novedades resulta la convocatoria Primera Base, para grupos noveles cubanos: “Es una convocatoria que se ha hecho para ayudar y buscar ese tipo de línea que muestra el festival”, resalta M. “Siento que le estamos dando oportunidad a grupos que no están tan apoyados, porque estar en los medios de comunicación hoy en Cuba es muy difícil. Si eres bueno, adelante, al escenario”. Y aunque cambiando un poco el tema, continúa: “El HWM es una manera de combatir la mala música, de la que estamos bombardeados. Ya no hay inquietud por investigar, la gente quiere hacer dinero, y la música es más que eso. Ahora mismo la situación de la música en Cuba es a mi entender un poco crítica. Llegó hasta un clímax en su momento, pero ha descendido hasta lo más profundo. Su comercialización la ha llevado a un extremo en el que creo hemos perdido la identidad. Con el festival intentamos retomarla, de alguna manera”.
“No le llamemos ya un festival, sino un proyecto que apuesta por la música desde la honestidad, y no por el comercio”, comenta Carlos Alfonso. “En Síntesis a veces entran músicos con perspectivas de viaje, y están equivocados, porque este grupo no se hizo para eso. Si viajamos bien, y si pasamos hambre, bueno, son las consecuencias por haber hecho este tipo de música. Igual sucede con el evento”.
Resulta que hacer world music, sea nórdica o caribeña, hacer una música tan de uno, aun compartiendo un lenguaje común, es un riesgo que ha decidido asumir la familia Alfonso junto a un grupo de extranjeros encantados de asesorar y coordinar proyectos culturales en Cuba. Basta con que el público pueda descubrir otros mundos, hacer pequeños viajes hacia donde nace cada música. Basta con que se lleven la idea.