Diego tiene 34 años. Desde mediados de febrero inició los trámites para acogerse al “Proceso de Parole Humanitario para cubanos, haitianos, nicaragüenses y venezolanos”. La política viene siendo aplicada por la Administración Biden desde el 5 de enero de 2023 con el objetivo de reducir el número de migrantes que entran de manera irregular a territorio estadounidense por la frontera sur. El programa es réplica del dirigido a la población ucraniana, “Unión por Ucrania”, y fue ensayado con los migrantes venezolanos en 2022.
La particularidad de esta variante radica en condicionar la elegibilidad de los aspirantes a contar con una “persona de apoyo” o “patrocinador” que se responsabilice financieramente por quienes pretenden establecerse en Estados Unidos. Los beneficiarios son evaluados caso por caso y reciben la autorización de viajar y establecerse en el país por dos años, con permiso de trabajo desde su arribo.
Bajo la iniciativa se anunció la aprobación de 30 mil personas al mes, aunque no se precisa el número de “beneficiarios” por cada uno de los países incluidos en el Programa. Hasta el momento se conoce que alrededor de 14 mil cubanos se han beneficiado de él.
En este contexto, el hermano de Diego, que vive en Florida desde hace cuatro años, lo urgió para que obtuviera su pasaporte, el de su esposa y el de la madre de ambos para iniciar las gestiones del “parol”. Con ello, la familia se ha sumado a los miles de cubanos que han iniciado el procedimiento para vivir en Estados Unidos. Según las opiniones y experiencias publicadas en redes sociales hasta el momento, el proceso puede ser dilatado y casuístico.
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En busca de oportunidades
Residente en Marianao, Diego, trabajador por cuenta propia y con estudios preuniversitarios incompletos me comentó que, en cuanto su hermano habló de la posibilidad de reclamarlos, estuvo de acuerdo. El joven de 34 años subsiste en los últimos tiempos realizando trabajos simultáneos: ha sido mensajero de empresas que distribuyen alimentos y productos de ferretería en La Habana y mesero en un negocio privado.
Me confiesa que “ni el cuerpo ni el dinero alcanzan para llegar a fin de mes, no hay quien aguante estos precios… y yo sé que hay gente que no tiene qué comer. Mira, yo tengo que andar en guagua para hacer repartos de un lado a otro de La Habana: empezar en Alamar y terminar quién sabe dónde, sin hablar de las colas y la lucha para conseguir comida. Aquí no hay opciones. Por lo menos allá [Estados Unidos] el salario te ayuda a vivir un poco mejor y trabajando lo mismo. En Cuba no hay oportunidades, trabajas para nada, luchas y luchas y no tienes nada, terminas sin nada. Allá por lo menos te pagan mejor”. Por eso, Diego decidió “aprovechar la cosa esta del ‘parol’ para tener un futuro mejor”.
Diego, como tantos otros cubanos, está concentrado en realizar las gestiones necesarias para llegar con éxito a Estados Unidos, un lugar que percibe como la puerta a nuevas oportunidades: “Yo sé que puedo hacer cualquier cosa, lo que sea para ganarme la vida allá. Por eso estoy concentrado en hacer los trámites lo más rápido posible; sobre todo, porque corre el rumor de que esto se acabará”, dice haciendo alusión a la demanda interpuesta por varios gobernadores estadounidenses para frenar el Programa.1
Tiempos burocráticos
Ante la amenaza de su finalización, él y muchas personas en Cuba buscan opciones para acortar los tiempos burocráticos y obtener el pasaporte lo más rápido posible. Una vez obtenido el documento, la persona que funge como patrocinadora puede iniciar el trámite en el portal electrónico del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos (U.S. Citizenship and Immigration Services, USCIS), lo cual implica abrir una cuenta en la página de USCIS y llenar el Formulario I-134A, Solicitud en Línea para Convertirse en Persona de Apoyo y Declaración de Apoyo Financiero. Allí el patrocinador debe referir y demostrar con la documentación requerida que posee ingresos superiores al 125 % anual, según el número de miembros del hogar.
El valor de ingresos por persona lo determina la Federal Poverty Guidelines (Guía Federal de Pobreza) del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos. En el trámite debe incluirse a los beneficiarios como miembros del hogar del benefactor, incluso si en la práctica no residirán en él, además de bienes y otros activos que pueden favorecer la aprobación de la solicitud para que los beneficiarios puedan viajar y asentarse en Estados Unidos. Una vez evaluada la factibilidad económica para que los futuros migrantes no se conviertan en una carga pública, llega la información al patrocinador y al beneficiario, así como el permiso de admisión y de viaje de este último.
Para las personas poco familiarizadas con la jerga y la compleja burocracia migratoria estadounidense, los procedimientos suelen ser confusos. Requieren, además, de una diversidad de recursos (información, dinero, abogados) para reducir los tiempos de espera. Por otra parte, como puede comprobarse en distintos grupos sobre el tema que han aparecido en redes sociales, abunda la desinformación. Además, la amenaza permanente del cierre de la iniciativa ha potenciado la preocupación y el estrés entre quienes viven el proceso.
El planeta Internet
Mientras en las calles de la isla se hace sentir el malestar en los bolsillos y cocinas, las redes sociales son un hervidero a causa del parole.
En el “planeta Internet” hay personas averiguando sobre el proceso en general; buscando patrocinadores; solicitando ayuda para el llenado de planillas; queriendo conocer los pasos necesarios para que el trámite sea exitoso; preguntando sobre la documentación que es necesario llevar a EE. UU. (tarjetas de vacunación, actas de nacimiento, de matrimonio, etcétera); buscando tramitadores y el costo de sus servicios; y un largo etcétera de asuntos.
Todos tienen la expectativa de que sus esfuerzos migratorios lleguen a buen puerto; todos comparten el estrés y la angustia del proceso; a todos los ilusiona arribar a Estados Unidos para “el anhelado reencuentro”, “tener un futuro mejor” o “largarse del maldito lugar éste, donde no hay luz ni gas, pero lo que siempre hay es cola pa’ to’”, como refieren algunos entrevistados en Cuba y que participan en el proceso.2
En grupos de Facebook, Messenger y WhatsApp pueden encontrarse personas de toda Cuba: de Las Tunas, Contramaestre, Perico, Puerto Padre, Unión de Reyes, Cienfuegos, San Juan y Martínez, Artemisa, Santa Clara, el Cerro, Holguín o Santiago de Cuba. La gente se conoce y reconoce; comparten el café virtualmente y recetas de ¡hasta té de tila o de cilantro para el estrés!
Se acompañan en este proyecto de salida, más benigno que el de meses anteriores, pero que implica poner en marcha otros “activos” o “recursos”: recurrir a un familiar o amigo que esté de acuerdo con ser “patrocinador”; hacerse fotografías; encontrar un tramitador que los ayude; iniciar el trámite del pasaporte —proceso que está tomando meses—; mientras se padecen los imponderables de la cotidianidad nacional, como la falta de electricidad, de conexión a Internet, o de ambas cosas.
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Para emigrar a Estados Unidos ya no se trata, como en meses anteriores, de buscar hasta debajo de las piedras el dinero necesario —que solía ascender a miles de dólares— para pagar un pasaje hacia otro país, usualmente Nicaragua, y emprender desde allí “la travesía”: un viaje por tierra que implicaba atravesar fronteras nacionales de varios países y transitar caminos inhóspitos y peligrosos para arribar a la frontera sur de Estados Unidos y entregarse a la Patrulla Fronteriza.
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Economía migratoria informal
Aunque los costos del proceso son heterogéneos, los patrocinadores en Estados Unidos pueden realizar el trámite gratuito a través de la página de USCIS y, de ser necesario, contratar los servicios de una firma de abogados, cuyas tarifas fluctúan en razón de los precios de la agencia y el tipo de problema jurídico/migratorio del caso.
Pero, además, ha florecido y se ha diversificado “la economía y la tramitología migratoria informal”, ahora en clave transnacional. Trabajadores de instituciones como el Carnet de Identidad adelantan el turno en “colas virtuales” por un costo de 50 dólares o más; personas que buscan patrocinadores entre los paisanos en Estados Unidos que, en caso de no contar con familiares, amigos o almas caritativas que auxilien en esa función, pueden cumplir con el encargo por un precio de 2000 dólares o más; personas que ayudan en la realización e ingreso al portal de USCIS de la documentación requerida de patrocinadores y beneficiarios (proceso completo), cuyo costo puede ascender a 100 dólares, o 2000/ 3000 pesos cubanos para el caso de los beneficiarios solamente, una vez que el patrocinador inició el trámite desde Estados Unidos.
Si a ello se añade el monto del viaje, que depende de la ciudad de destino y la aerolínea, el costo monetario del parole es inferior a lo invertido para arribar a la frontera sur de Estados Unidos y mucho menos peligroso, aunque implique soportar las demoras administrativas de USCIS y el estrés de la espera mientras existe el riesgo de que el programa esté en conteo regresivo.
Días de espera migratoria
Para los cubanos residentes en la isla que esperan el parole, asentarse en Estados Unidos representa mejorar sus condiciones de vida, reencontrarse con la familia. No falta el que menciona en los grupos virtuales que su objetivo es “escapar del infierno en que se ha convertido la isla”. Algunos se lamentan, después de haber arribado a Estados Unidos, de la decisión tomada, pues han tenido que dejar atrás a “los otros”, y lo expresan con dolor.
En los grupos virtuales en los que he participado como investigadora, además de la taza de café que acompaña y abraza, está presente el acto de confortar ante lo desconocido y contingente, y el choteo y la “jodedera” para ponerle buena cara al mal tiempo. Chistes, frases, memes, hasta canciones sobre el “parol” o el patrocinador, quedan como memoria de esta reciente experiencia migratoria insular.
En estos días Diego, y muchas cubanas y cubanos como él, se han mudado a Internet, y ensamblados a las redes sociales, se acompañan y esperan juntos. Soportando apagones y carencias, personas de todas las edades y lugares intercambian información, alegrías y consejos hasta que llegue el día de arribar a la tierra que, piensan, les ofrecerá un “cachito pa’ vivir”.
Notas:
1 A pesar de que veinte estados con presencia de gobernadores republicanos presentaron una demanda en contra del Programa en febrero de 2023, su revisión ha sido postergada, al menos, hasta el 12 de junio de 2023. Ver al respecto, https://www.univision.com/local/miami-wltv/parole-humanitario-seguiria-vigente-3-meses-segun-documentos-corte-texas.
2 Esta información es parte de las entrevistas y trabajo de campo etnográfico realizados por la autora, in situ y online, para el estudio de la migración cubana de los años 20 del siglo XXI.