El ex primer ministro italiano y senador Silvio Berlusconi (Milán, 1936) murió en el hospital San Raffaele de la capital lombarda por causa de complicaciones relacionadas con la leucemia que lo aquejaba desde hace tiempo. Su funeral será el miércoles 14 en la Catedral del Duomo, en el centro de su ciudad natal.
El empresario y político tenía 86 años y en los últimos meses había sido ingresado por problemas de salud en múltiples ocasiones. Haber rebasado varias veces el estado crítico se había sumado a su leyenda de uomo forte, “il Cavaliere”.
“Uno de los arquitectos de la Italia popular de finales de los 90 y comienzos de este siglo (…) sin duda, la figura más influyente del último cuarto de siglo en Italia”, lo describe El País; mientras The New York Times habla del ”temerario magnate de los medios que revolucionó la televisión italiana utilizando canales privados para convertirse en el primer ministro más polémico y procesado del país”.
El extravagante magnate de los medios asumió como primer ministro por primera vez en 1994. En el momento de su muerte dirigía el partido de centro derecha Forza Italia, que formó coalición bajo el mandato de la primera ministra Giorgia Meloni tras su triunfo de septiembre de 2022.
Berlusconi fue además el presidente con más años de servicio en la historia del equipo de fútbol AC Milan. Durante dos décadas estuvo al frente de la escuadra, período en el que el “Diavolo“ vivió sus hitos mayores y se afianzó como “el mejor equipo del mundo“.
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— AC Milan (@acmilan) June 12, 2023
“Un combatiente“
Meloni publicó un mensaje de condolencias poco después de saberse la noticia.
“Silvio Berlusconi era sobre todo un combatiente (…) Con él, Italia aprendió que no debía dejarse jamás imponer límites ni darse por vencida. Con él hemos combatido, vencido y perdido muchas batallas“, dijo en video la líder del gobernante partido de derecha Fratelli di Italia.
El ministro de Defensa, Guido Crosetto, reaccionó a la noticia diciendo que la muerte de Berlusconi deja “un enorme vacío“.
“Termina una era. Adiós, Silvio“, escribió Crosetto en un tuit, en el que también dice que “quería mucho“ a Berlusconi.
“Un delincuente“
Berlusconi fue varias veces juzgado en tribunales italianos. El resultado de seis de los procesos se modificó políticamente para terminar con sin condena, en virtud de leyes aprobadas por la mayoría parlamentaria.
Berlusconi afirmó que se trataba de “una persecución judicial manifiesta, contra la cual estoy orgulloso de resistir, y el hecho de que mi resistencia y sacrificio le dará a los italianos un sistema judicial más justo y eficiente me enorgullece aún más“.
“789 fiscales y magistrados se interesaron por el político Berlusconi entre 1994 y 2006 con el objetivo de subvertir los votos del pueblo italiano“, añadió hablando de sí mismo en tercera persona y citando estadísticas que, según él, constituían un “calvario que incluye 577 visitas de policías, 2 500 audiencias judiciales y 174 millones de euros en facturas de abogados pagadas por mí“.
Los cargos en su contra han incluido abuso de poder; soborno y corrupción de policías, jueces y políticos; colusión; difamación; malversación de fondos; extorsión; contabilidad falsa; asociación mafiosa; lavado de dinero; perjurio; fraude fiscal; influencia en la prostitución de menores; y manipulación de testigos.
No obstante, sólo sería condenado por fraude fiscal; pena que, sin embargo, marcó el inicio de su ocaso.
“Soñador pragmático“, de los cruceros a la cúpula del poder
Los inicios de Silvio Berlusconi, hijo de una familia de clase media, se remontan a los cruceros; en los que trabajaba como cantante y animador en los años 50. Después fue vendedor de aspiradoras puerta a puerta.
De agente inmobiliario primero a fundador de una empresa luego, en 1961: junto con el constructor Pietro Canali fundó Cantieri Riuniti Milanesi Srl. Es solo la primera de una serie de actividades, no del todo claras, que lo conducirían al éxito.
“Así, llamando a las casas de los italianos y conociendo sus fragilidades aspiracionales, edificó su imperio sobre el cemento de grandes complejos urbanísticos en Milán“, apunta El País.