Me inclino ante la sabiduría de la clase política vietnamita que simultáneamente y exitosamente lidia con los traumas de la guerra, la reconstrucción y la reunificación del país, las consecuencias del colapso de la Unión Soviética, las discrepancias con China, la reconciliación con los Estados Unidos y las reformas internas.
Entre todos los países socialistas, Vietnam ha sido el que ha tenido con Estados Unidos la mayor confrontación en forma de una dilatada y feroz guerra con sagas de sufrimientos y desastres difícilmente superables, pero también, luego de alcanzada la paz, ha logrado una relación estrecha, estable y beneficiosa.
En ello han concurrido intereses mutuos e iniciativas de ambas partes. Estados Unidos no parece haber presionado políticamente a Vietnam para alejarlo de sus antiguos aliados ni exacerbar las diferencias con alguno de ellos, especialmente con China. Por su parte, Vietnam no ha hecho concesiones políticas ni dado muestras de debilitamiento ideológico y, actuando con exquisito pragmatismo, ha seguido el curso que mejor conviene a sus intereses nacionales.
En 1995, salvando las reservas dejadas por 15 años de una guerra en la cual, excepto bombas atómicas, Estados Unidos empleó contra Vietnam todo su arsenal y el poderío de sus fuerzas armadas, ambos países restablecieron las relaciones diplomáticas.
Desde entonces, coincidiendo con reformas económicas estructurales profundas, respecto a los países capitalistas de Asia y sobre todo con relación a Estados Unidos, Vietnam ha aplicado una enérgica, dinámica y creativa política exterior que ha incluido los frecuentes contactos a los más altos niveles, incluyendo los ámbitos de la seguridad.
En el año 2000, el presidente Bill Clinton realizó la primera visita de un presidente estadounidense a Vietnam que, desde entonces se convirtió en un destino frecuentado por mandatarios norteamericanos. Allí estuvieron George Bush (2006), Barak Obama (2016), Donald Trump en 2017 y 2019 y ahora Joe Biden en 2023. Aunque no siempre como presidente, Bill Clinton ha estado cinco veces en Vietnam.
Sorpresivamente, en la víspera de la visita de Biden, el pasado día 9 el diario The New York Times, publicó un artículo en el cual especula acerca de: “Un acuerdo secreto de Vietnam para comprar armas a Rusia” lo cual desconcertó a no pocos observadores que no comprendían por qué Vietnam haría tal cosa en “secreto”.
El artículo del Times abundó en que: “Tales armas, servirían para mejorar las posibilidades del ejército vietnamita frente a eventuales conflictos con China”.
Como se sabe, entre China y Rusia existe una alianza estratégica que Rusia no arriesgaría por suministrar armas cuyas prestaciones signifiquen ventajas para un adversario de China. Por su parte, Estados Unidos tampoco arriesga su relación con Vietnam y, a pesar del embargo de armas a Rusia, en este caso, mira para otro lado.
Al referirse a la reciente visita de Joe Biden, Nguyen Phu Trong, secretario general del Partido Comunista de Vietnam, resaltó el carácter estratégico y: “El espíritu de amistad, igualdad, comprensión y respeto mutuos que reinó en el encuentro.
La parte norteamericana señaló que: “… Aprecia el papel de Hanoi en la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático y la región de Asia-Pacífico y reafirma su apoyo a un Estado vietnamita fuerte, independiente y próspero…” A su juicio: “… Los nexos en materia de defensa y seguridad se desarrollan activamente…”
En la política global Vietnam es un actor de primer orden, papel que desempeña con sobriedad y discreción, lo cual es una virtud. Allá nos vemos.
*Este texto se publicó originalmente en el diario mexicano Por esto! Se reproduce con la autorización de su autor.