Tengo en la Franja de Gaza
a un amigo sin fronteras,
que no tiene más banderas
que las de la humana raza.
Hoy vive bajo amenaza.
Vive acumulando heridas.
Vive en casas destruidas.
Vive entre el miedo y la inopia.
Y arriesga su vida propia
para salvar otras vidas.
Yo tengo a un amigo en Gaza.
Un Médico Sin Fronteras.
Con vendas, guantes, tijeras,
enfrenta cada amenaza.
Este amigo se desplaza
ejerciendo de doctor.
No alardea de valor.
No posa de héroe. Es Raúl.
De Cruz Roja, casco azul
y bandera sin color.
Yo tengo un amigo en Gaza,
joven médico español,
sin más armas que el alcohol,
las jeringas y las gasas.
Muerto a muerto y casa a casa
mi amigo habla, llora, escribe.
Es decir, que sobrevive.
Es decir, que salva gente.
Sabiéndolo, es indecente
quejarme de algo. Prescribe
mi dolor del día día,
mi problema pequeñito.
Psicológico delito
mi ombligocentromanía.
Mi amigo está todavía
en shock frente a tanto horror.
Es médico. Es portador
de vida. Es anestesista.
Raúl Incertis se alista
en el bando del amor.
Ni balas ni casco azul
Ni banderas ni fronteras.
Me quedo con tus ojeras
y con tus miedos, Raúl.
Abro mi viejo baúl
de miedos propios y lloro
de vergüenza. Ateo, oro.
Incrédulo, creo en ti.
Habla, Raúl. Cuenta. Di.
Te haremos, todos, el coro.
“Pacientes. Amputaciones.
Y no queda material.
Un sótano hecho hospital
lleno de evisceraciones.
Y el ruido de los aviones.
Y politraumatizados.
Y cuerpos con varios grados
de quemaduras. Dolor.
Lágrimas. Miedo. Pavor.
Estamos horrorizados”.
“Traumatismos. Luxaciones.
Vísceras que huelen mal.
Escasez de material.
Y regresan los aviones.
Gangrena. Traumas. Muñones.
Sangre en todas las esquinas.
Llanto de las aspirinas
y castañeo de dientes.
¿Encontrar supervivientes
en una ciudad en ruinas?”
“Tumbados sobre la tierra
destroza todos mis sueños
el llanto de los pequeños:
tristes expertos en guerra”.
Quien habla es Raúl. Se cierra
su garganta. Calla un tanto.
Pasa un misil con su canto
de muerte aérea y artera.
Y Raúl, hombre-trinchera,
lanza en ráfagas el llanto.
Yo tengo un amigo hebreo
y otro amigo palestino.
Nos ha juntado el destino
de la música. Y les creo.
Yo sufro cuando los leo.
Yo sufro al verlos sufrir.
Viven en un sinvivir.
Cantan su amor a la tierra
y ante el horror de esta guerra
ya no saben qué decir.
Por eso, Raúl, mi amigo,
Raúl Incertis, mi hermano,
sueño con darte la mano
y oír su música contigo.
Ayuda y cuídate, digo.
Ayuda, cuídate y ven.
En Gaza o Jerusalén
haces falta y te apoyamos.
Pero aquí necesitamos
Muchos Raúles también.
Digo a los cascos azules
y a Médicos sin Fronteras
que habrá que buscar maneras
de clonar a los Raúles.
Cuando la paz tienda tules
blancos, Raúl, yo deseo
abrazarte sin rodeos
para hablar de otros asuntos
en Libertad 8, juntos,
o en la Sala Galileo.
Que canten Drexler, Marwan
y Jonathan Pocovi,
que canten todos por ti:
que compartamos el pan.
Vivir: el único plan.
La Música: único bando.
Todos juntos pregonando
con voz blanca y cielo azul
“Hágase la paz, Raúl”.
Y se haga la paz cantando.
Entrevista concedida por el anestesista español Raúl Incertis a la Cadena SER el pasado 11 de octubre desde Gaza, donde permanece: “Esto es el horror“.