Madrid es un sueño para los emigrantes jóvenes cubanos, sobre todo artistas, que deben lograr una visa y cientos de euros para el avión, sin imaginar la larga trama burocrática a vencer para tener residencia y trabajo.
“Lo más difícil indudablemente es encontrar trabajo, aún con papeles y lo otro es la renta”, dice X, un abogado de 31 años, que después de año y medio en Madrid no tiene papeles ni trabajo.
Se busca un “dinerito” repartiendo promoción comercial por la Sierra, caminando decenas de kilómetros diarios con tres compatriotas ingenieros, que aún con papeles, tampoco encuentran trabajo.
Dayana, una contable de una empresa de software que lleva 27 meses en Madrid, también se queja de la burocracia que frena su avance laboral pues “es muy lento actualizar mi estado legal aquí”.
Cerca de 200 mil cubanos viven en España, el 10% de ellos en la Comunidad de Madrid, donde más se concentran, y a donde han llegado miles en el éxodo imparable que vive la isla hace tres años impulsado por la crisis económica.
“Los gatos”
Pero viven en una ciudad que no duerme, y “siempre encuentras un sitio para comer, seguro” en la madrugada, dice Dayana.
Es la ciudad de los “gatos”, apelativo que se atribuye a Alfonso VI en 1083, cuando uno de sus hombres escaló la muralla de Mayrit con mucha destreza.
Pero se actualizó con la costumbre madrileña de parrandear de madrugada, de bar en bar.
Para ser “gato” hay que ser madrileño por tres generaciones.
“Es una ciudad de inmigrantes, poquísimos madrileños de pura sepa he conocido, pero ha sido espectacular convivir con ellos, sobre todo con mis compañeros de trabajo”, dice Dayana.
Los madrileños adultos, mayores de 50 años ”siempre saludan, siempre se despiden y te desean un buen día”, afirma X.
“La familiaridad de llegar a ‘la madre patria’ se concreta con la amabilidad y solidaridad que se siente hacia los cubanos”, afirma Yuro, un manager de artistas de 49 años, 17 de ellos en Madrid.
X y Dayana “flipan” con el transporte público de Madrid, la buena comida de los bares y la calidad del agua del grifo, tomable sin hervir.
Aunque la ciudad vive 24 horas al día, la nostalgia y las dificultades burocráticas les hacen coincidir en Lágrimas, un club de música cubana, donde se encuentran incluso con recién llegados.
Es cierto que se extraña el mar, admite Yuro, originario de Guanabo. El clima seco hace de Madrid una ciudad más fría, y la vida es mucho más agitada que en el resto de las ciudades españolas.
Gente de teatro y de cine
Tras la pandemia del covid en Cuba se agudizó la crisis económica hasta límites insospechados y se disparó un imparable proceso inflacionario.
Sin dinero para alimentos, combustibles, medicinas y con graves problemas de transporte y electricidad, se frenó la actividad artística.
Mientras cientos de miles buscaron vías para llegar a Estados Unidos, “la tierra prometida”, buena parte de la gente de teatro, cine y plástica pusieron proa a Madrid.
No es llegar al paraíso, pues hay que abrirse camino y trabajar en lo que aparezca.
“Sólo hay que respirar, tener paciencia, ser constante y luchar por eso que uno es”, dijo en una reciente entrevista la carismática actriz Grisell Monzón, (31 años) y que llegó en mayo de 2022.
En junio de 2023 la encontré de mesera en un elegante bar de La Castellana, pero ya había trabajado en teatro. Ahora está incluida en el elenco de la película en producción Adiós Cuba, del director Rolando Díaz.
“Casi todos mis amigos están en Madrid o en Miami”, comentó.
“Después de tantos años fuera, (la nostalgia) se cura, … pero la herida siempre queda abierta”, dice Yuro.
Hay cubanos en los cuatro puntos cardinales. El año pasado visité El Escorial, un pueblito montañoso de 16.800 habitantes en la Sierra de Guadarrama, a 48 km al noreste de Madrid.
El pueblo vive del turismo que visita el monasterio y el Palacio Real del lugar, donde están sepultados varios reyes de España y sus familiares.
El Palacio conserva además una de las colecciones de pinturas más ricas del mundo y una fabulosa biblioteca. Mi guía de privilegio fue Arles, un fotógrafo y artista plástico cubano, vasto conocedor del lugar. Al llegar al pueblo, me presentó otro artista plástico cubano. Concluida la visita, me sonrió un guardián del Palacio: también cubano.
“Estamos en todas partes”, pensé.
*Texto tomado del blog del autor, Desde las dos aceras. Se reproduce con su autorización expresa.
Emigrar es una carrera de resistencia. Se paga por el derecho de piso. No importa si es en Miami, Madrid o Shangai.