Al principio, era imperceptible, pero sí estaba. Los transeúntes que andaban aprisa no advertían su presencia. Poco a poco, el bailarín escandinavo se inclinó con movimientos suaves sobre el muro del portal esquinero en la avenida. De pronto, con una fuerte expresión visual, con increíble simplicidad, adoptó una perspectiva tridimensional. Es que durante los primeros minutos parecía plano. Yo me tuve que ir, pero cuentan que de esa forma atrapó la atención de cuantas personas pasaron por allí más tarde.
La primera bailarina de la compañía Danza Teatro Retazos, Sheila San Martín, también me confirmó haber disfrutado de experiencias similares. O mejor dicho, para ser más exacto, aprendió de ellas en un taller sobre danza escandinava que impartió el joven coreógrafo danés Jannik Elkaer, como parte del programa de actividades de la primera edición de las Jornadas de Intercambio Cultural con Países Escandinavos Tránsito Habana.
“Por lo general, todas las danzas europeas son similares”, me explicó Sheila al mostrarme interesado por este singular estilo contemporáneo.
“Ellos siempre tienen esa forma de bailar, un poco neutra. En sus rostros no se reflejan mucho sus emociones. Las transmiten a través de sus energías. Alternan la velocidad de los movimientos. Unas veces son más rápidos y otras más lentos. Eso es lo que hace que sean más interesantes al bailar. Durante la semana que duró el taller en La Habana, confirmamos que tienen una forma de expresión corporal muy distinta a la nuestra en la compañía”.
¿…y qué incorporarás de lo que aprendiste al estilo de Retazos?
Como una estrategia para atrapar la atención del público, los bailarines europeos por lo general empiezan a bailar lo más natural y orgánico posible. Poco a poco, después, aumentan la intensidad de los movimientos hasta lograr toda una armonía al danzar. Esta es una de las tantas cosas que aprendimos de ellos en el taller; para ponerlo en práctica con el público cubano; para aprender a ser más sutiles con los movimientos. Estas clases motivarán nuevas experimentaciones en la compañía.
¿Qué fue lo que más te gustó del taller?
Personas muy importantes de distintos lugares del mundo nos han impartido otros talleres, pero este ha sido diferente, desde mi punto de vista. A pesar de las diferencias culturales, hemos socializado de una manera muy rica. Y eso es lo importante para mí. No solo lo que se aprenda, sino que sea de una manera divertida, didáctica. Si uno aprende divirtiéndose, logrará en el escenario que el público disfrute igual.
A partir de las opiniones intercambiadas, ¿cuál ha sido la experiencia de estos bailarines europeos con el público cubano?
Aquí el público que pasa por la calle se detiene y mira lo que hace el bailarín. Según cuentan ellos, eso no sucede mucho en Europa por la celeridad de la vida. Valoran mucho la cercanía con los cubanos porque la experiencia es más cálida.
¿Cuál es la mayor importancia que le concedes a estas jornadas escandinavas?
Es muy importante porque los bailarines necesitamos alimentarnos de otros estilos para poder crear. No es suficiente ensayar todos los días con constancia. También es necesario intercambiar experiencias con otros colegas del mundo.
*Este texto es una colaboración del equipo de periodistas de la compañía Danza Teatro Retazos