¿Cómo es ser un atleta cubano de alto rendimiento hoy? Era la pregunta que me asaltaba cuando me disponía a conversar con el triplista Cristian Nápoles. El deportista convencional que sólo se preocupaba por el entrenamiento y por ser el mejor en su especialidad, hace al menos una década, ha mutado. Ahora, manteniendo su disciplina deportiva, estos atletas tienen, a la par, nuevos intereses. Estando en activo emprenden negocios, son creadores de contenidos para redes sociales, aspiran a ser influencers y se promocionan como artistas. Es el caso de Nápoles, de 25 años y natural de Marianao, quien además es medallista mundial y panamericano.
Su historia de redención es digna de ser contada. En menos de un año pasó de estar excluido de la selección nacional e imposibilitado de participar en el Memorial Barrientos, a ser medallista de bronce en el Campeonato Mundial de Budapest, Hungría.
La vida, casi siempre injusta, permitió esta vez que Nápoles tuviera su momento en un salto. Unos centímetros menos, un paso mal dado, unos pinchos mal acomodados, y esta historia sería distinta.
De pequeño le gustaba la pelota y el salto de altura. Obtuvo medallas en los José Godoy In Memoriam, evento cumbre del salto de altura en Cuba durante muchos años. Sin embargo, una vez comenzó a participar en los eventos nacionales, se dio cuenta de que, por su estatura, además de la opinión de los entrenadores, no iba a llegar mucho más lejos.
“Mi papá me da la opción de subirme al equipo nacional en triple. Me fui desarrollando poco a poco, porque estuve en ballet, y los bailarines tienen los pies hacia afuera, lo cual me dificultaba el paso”, relata.
“¿Ballet?”, le pregunto, y me cuenta que en sexto grado estuvo apuntado en esa modalidad artística, cuando estudiaba en Playa en la escuela Mártires de Barbados. “Hicieron captaciones y me dijeron que era bueno. Me gustaba. La escuela era por el Paseo del Prado, hasta que me acomplejé, era un poco complicado. Después mi tía abuela, fallecida ya, me trajo al Pedro Marrero junto con mi mamá”, recuerda.
Mucho después nos encontramos conversando justamente en las gradas del mismo estadio, el que lo vio iniciarse hace más de 15 años en el atletismo. Ahora parece imposible que alguien pueda comenzar a practicar algo allí; en la fosa de saltos crece un matorral a su voluntad.
En sus primeros pasos estuvo indirectamente vinculado su padre, Juan Nápoles, reconocido entrenador de salto de longitud y miembro en la actualidad del equipo nacional. A su currículum se agrega el haber sido uno de los artífices de figuras como Juan Miguel Echeverría, Maykel Massó, Maikel Vidal y Lester Lescay.
“Para que no hubiese problemas, y comenzaran a hablar de que yo estaba ahí gracias a mi padre, conversó con otros entrenadores para que me entrenaran, siendo matrícula suya, y le dijeron que no”, recuerda Nápoles, oro en el Mundial de Cadetes de Cali 2015 y plata en el Mundial Juvenil de Bydgoszcz 2016, sólo superado por su coterráneo Lázaro Martínez.
Su primera experiencia en la categoría adulta en un evento de primer nivel sería en el Mundial de Londres 2017, cuando aún se encontraba en edad juvenil. “Me erizo cuando recuerdo ese evento. Mi abuela fallece, por lo que mi papá regresa a Cuba y yo me quedo entrenando con Yoelbi Quesada. Allí conocí a Will Claye, Christian Taylor, Nelson Évora, a quienes yo veía desde pequeño en la laptop de mi papá. Tenía 18 años, y verlos me dio una gran emoción”, relata.
“En ese Mundial me afectó la inexperiencia. Termino cuarto por tres centímetros, pero no estaba pendiente de eso. Évora saltó 17.19 y yo 17.16. Mis dos primeros saltos fueron foul, por lo que di 10 pasos atrás para iniciar la carrera, es decir, demasiado. Recuerdo que Alberto Juantorena, uno de los pocos de la Federación que me llama por mi segundo nombre, Atanay, me chifló y me dijo que tenía mucho que ganar y nada que perder. Luego es que salto el 17.16.
“Yorgelis Rodríguez, la del heptalón, había competido antes, y termina cuarta por 40 puntos. Me burlé de ella. Cuando termino de competir, desde las gradas me dice: ‘Mira para arriba’, y veo entonces que era cuarto. Antes ni me había fijado en la tablilla. Fue una experiencia bonita e inolvidable”, revela el triplista habanero.
Un año después, Cristian Nápoles sería campeón de los Juegos Centroamericanos de Barranquilla al vencer al talentosísimo y hoy campeón olímpico por España, Jordan Díaz. Sin embargo, más que el evento en sí, Nápoles recuerda sonriente la conformación del equipo, celebrada justamente en el Pedro Marrero.
“En ese tiempo ya me estaban ganando Jordan y Andy Díaz, a veces hasta Lázaro. Entonces nos dicen que para los Centroamericanos había uno fijo, que era Jordan. Le estaba ganando las competencias a todo el mundo siendo juvenil. Aun así, también participaría en la última confrontación, donde saldría el otro triplista hacia los Centroamericanos. Las gradas estaban llenas, me recordó cuando de niño hacía las competencias en este mismo estadio. Yo era el último en saltar. Viene Jordan Díaz y hace 17.40, olvídense de eso. Andy y Lázaro hacen 17 y pico corto, y vengo yo, hago 17.11 y me pongo segundo. Había que seguir saltando y terminé con una marca de 17.28. Voy a los Centroamericanos con Jordan y cojo el oro con 17.34, mi marca personal en aquel entonces. Jordan fue plata”.
En el Mundial de 2019 vuelves a tener un buen resultado, a pesar de comenzar tus diferencias con la comisionada Yipsi Moreno.
Después de los Juegos Centroamericanos, Yipsi estaba haciendo las cosas mal. Tomaba malas decisiones. Ella era la comisionada, no tenía que reclamarle nada directamente a ningún entrenador. No tenía que decidir en los planes de entrenamiento.
En el Mundial de 2019, en Doha, me sacan de último, por sus diferencias con mi papá, que al final también se separa del equipo nacional. Me sancionan por una indisciplina.
Al final fui directo al Mundial de Doha, sin competiciones previas, solo entrenando. Clasifiqué décimo con molestias. En la final, en el primer salto hice 17.36, en el segundo 17.38 y en el cuarto es cuando me lesiono. Quedé quinto.
¿Cómo fue entrenar durante la pandemia?
Ahí comenzaron los verdaderos problemas. Nos mandan a una burbuja en Camagüey. Yipsi pensaba que éramos militares. Incluso, nos exigía por el pelo, y algunos eran mayores de edad, padres de familia. Podía mandar en el tema deportivo, pero no en lo personal. Yo no era un santo, por lo que tuve mis problemas con ella.
Para los Juegos Olímpicos de Tokio me saca último de nuevo, y aun así pasé a la final. Terminé décimo. Jordan Díaz había abandonado, y Andy no pudo competir por una lesión y después se quedó.
Cuando regreso del evento me hago mi Ocha, el santo, y pido la baja del equipo nacional. La razón era buscar un club y seguir compitiendo por Cuba donde quiera que estuviese. Se ha hecho difícil que nos fichen juntos, atleta y entrenador (padre), y yo no quería separarme en ese entonces. Ahora puede darse esa oportunidad.
Realmente querías hacer algo sin precedente en el atletismo cubano. Entiendo que no fue muy bien acogida la idea…
Ese año, 2022, entrené en el Marrero. Era el Mundial de Obregón y yo estaba para competir con cualquiera. Hablamos para poder competir en el Memorial Barrientos, pero Yipsi se negó.
A finales de 2022, luego de que la destituyeran de su puesto, me llama el nuevo comisionado Rolando Carlos Charro. Me dijo que quería escuchar mis condiciones, le conté mis planes y él aceptó.
Luego de ese año alejado del Equipo Nacional de Atletismo y de competiciones oficiales, regresas por todo lo alto. Obtienes la medalla de bronce en el Mundial de Budapest 2023, logrando una vez más tu mejor marca en el evento importante.
Uno de los factores fundamentales de esa medalla fue, al igual que mi papá, mi preparador físico, Yoel Carrío. Recuerdo que no me sentía los saltos, el impacto, estaba ligero, además de que me mantuve estable, sobre los 17 metros.
Fuimos a los Juegos Centroamericanos de San Salvador 2023, donde salté 17.11, y Lázaro ganó. Estaba bastante inconforme porque yo era el campeón vigente y quería retener mi título, pero al menos se quedó en casa. Vivimos esa rivalidad en la competencia, pero fuera de ella nos llevamos muy bien. Me llevo bien con todos, hasta con Jordan, que es el más complicado.
Ya en el Mundial, durante la clasificación, me enredé. Fui décimo en la clasificación. Antes de la final estaba en el cuarto junto con mi papá, y pongo música. La primera canción que sale es “Me dicen Cuba”, de Alexander Abreu, y mi papá me empieza a decir que ese era el día, que se lo debía a mucha gente que me estaba mirando desde el cielo. Siempre que voy a competir me acuerdo de mis muertos.
En el primer salto hice foul, en el segundo hice 17.02 y me puse en quinto lugar. Luego, antes del cuarto salto mi papá me llamó y me dijo que dejara el “penquerismo”, que procurara no perder con el chino que tenía 17.11. Todo eso, junto con palabrotas.
De verdad que me calentó, y me hizo concentrarme más la carrera. Recuerdo que ese salto yo lo iba a parar. Doy el brinco demasiado largo y se me va el tronco para adelante. Mi subconsciente me decía que parara el salto, porque me iba a joder. Cuando caigo, salgo formando bulla, porque sabía que no era foul y que estaba por encima de ese 17.11.
Cuando pusieron que era 17.40 me dio la culeca. Pude haber saltado más, pero saqué toda mi emoción ahí, y me fui de competencia. Lázaro tenía 17.41 y Hugues Fabrice Zango en el último salto hizo 17.64. Hasta hoy, ese es mi récord personal.
El triple salto devuelve a Cuba al medallero de los Mundiales de atletismo
Luego vinieron los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile, donde hay fotos mías hasta llorando. Le había dicho a mi papá que no quería ir, pero como son compromisos, tenía que hacerlo y terminé con bronce. Fue en noviembre, fuera de fecha, y debido a ello tuve una lesión que se me ha arrastrado hasta ahora. A los Juegos Olímpicos de París 2024 fui con molestias físicas.
Es cierto que 2024 ha sido tu peor año en cuanto a lo deportivo…
He tenido un 2024 pésimo, con lesión, y que no dio tiempo a nada. Yo sí necesito entrenamiento. No soy como Andy o Jordan, que con dos o tres cosas alcanzan su forma deportiva. Independientemente del talento, yo me baso más en el entrenamiento. No tuve tiempo de trabajar con mi preparador físico.
Después del Mundial bajo techo de Glasgow me inyectaron células madre en el tobillo. No estaba estable, y no podía hacer más nada en los Juegos Olímpicos. Iba a dar lo mejor de mí, pero no iba a valer de nada. Me duele porque no clasifiqué a la final, pero todavía quedan Los Ángeles 2028 y estoy joven. Mi papá me enseñó a pasar página rápido y me estoy preparando bien.
En los Juegos Olímpicos de París, Cuba se fue sin medallas en el atletismo por primera vez en su historia desde la cita de Roma 1960. Días después, en el Mundial Juvenil, donde históricamente se cosechaban buenos resultados, se corrió igual suerte. No son buenos tiempos para el atletismo cubano.
Seré breve. El mundo se basa en la tecnología. Si no hay buena recuperación, que se hace digiriendo suplementos, es muy difícil. Aquí los hay, pero no los suficientes. La base se perdió en la pandemia. Los muchachos están atrasados. Yo fui a Londres siendo juvenil. Por último, están las condiciones. El Esfaar Cardín, la escuela superior de formación de alto rendimiento, está en mal estado.
Desde hace un tiempo puede apreciarse en tus redes sociales una faceta artística…
Desde chiquitico me gustaba. Recuerdo que mi papá me llevó a la Caturla, pero como siempre fui afónico, no me aceptaron. Ahora todo el mundo canta. Tengo varios proyectos que llevan tiempo e inversión, en video, estudio, modelos. La música es difícil y la farándula también. Por ahora estoy cantando para desahogarme.
Tengo una agrupación que se llama los NTK y un chamaquito que se llama Papi Jordan. Lo mismo te cantamos moffa, dancehall, trap, que salsa. Todo tipo de cosas. Si en el futuro tenemos algún resultado y el dinero necesario para invertir en la música, abriré una empresa de producción de artistas.
También es difícil llevar dos y tres cosas a la vez, porque a veces también soy influencer con un personaje en las redes. De hecho, tengo que ir hoy al bar de un amigo llamado Mango a darle promoción. Soy yo vestido de mujer.
Todo empezó con Lázaro. La peluca y el vestido me lo dan ellos. Me enseña un video de un baile de samba, lo hacemos y se hace viral. A mí siempre me ha gustado ese relajo, no estoy en nada.
¿Cómo llevas esos proyectos a la par?
Aquí es muy difícil. Afuera tienes muchos manejadores que saben. Aquí trabajan para el Estado o no saben. Lázaro, por ejemplo, tuvo el consejo de Dayron Robles, y se encaminó él solo. Yo también tengo mi negocio en camino, hasta que pueda lanzarlo. Es de comida, un producto parecido a un cordon bleu. Lo estamos haciendo casero y con servicio a domicilio. Ayer mismo compré una freidora.
Lo que sí digo es que cuando es deporte, es deporte, y necesito gente de confianza para cuando no pueda. También tengo otro negocio grabando memorias por mi casa, y ahora voy a comprar una impresora, porque lo que más da es imprimir, por los niños con sus trabajos en la escuela.
Son cosas que hago aparte del deporte y que me dan un respiro para ayudar a la familia.
También estoy en segundo año de la universidad en Cultura Física. Me atrasé cuando pedí la baja.
¿Te gusta?
Si no fuera deportista, hubiese estudiado elaboración de alimentos. Quisiera ser chef. Me gusta la comida y cocinar. Pero como no me queda otra opción, estudio Cultura Física, y de ahí me gusta la fisioterapia, dar masajes.