El Diccionario de la Lengua Española lo define así: accidente de tiempo, lugar, modo que está unido a la sustancia de algún hecho o dicho, también lo define como calidad o requisito, y ofrece una tercera acepción, “conjunto de lo que está en torno a alguien” —o a algo, agregaría yo—. El mismo diccionario nos regala más de una decena de sinónimos; situación, contexto, coyuntura, etc.
También existe la famosa frase que afirma que los seres humanos se parecen más a sus circunstancias que a sus padres.
Cuando se explica estrategia, en los cursos de empresa, siempre se dice que las amenazas y las oportunidades hay que buscarlas en el contexto, en las circunstancias que rodean a las empresas y que constituyen externalidades, las cuales, casi por definición, están fuera del control de la empresa, la persona o el país de que se trate.
Como externalidades, son de muy difícil manejo. No obstante, siempre se insiste en la necesidad / posibilidad de elaborar estrategias que permitan convertir esas amenazas en oportunidades y las oportunidades en “buenos negocios”. Repetir el estribillo es, claro está, lo más fácil. Convertirlo en realidad es otro asunto.
En el caso cubano, por razones históricas que imagino todos conocemos, en un porcentaje muy elevado asociadas a la “predilección” de los Gobiernos norteamericanos por Cuba —su verdadero síndrome de La Habana—, hemos desarrollado una capacidad especial para convertir oportunidades en amenazas y, como consecuencia, perder buenos negocios.
Ha tenido que ver, además, con las circunstancias, el entorno, el contexto; aunque no todo haya sido y sea culpa ajena.
Mi amigo Goyo, si pudiera, me diría que somos buenos convirtiendo fortalezas en debilidades. Por ejemplo, tenemos tanta tierra arable per cápita como la que tienen países que son grandes exportadores de alimentos. Sin embargo, la agricultura en Cuba es un problema.
Lo cierto es que las circunstancias trazan bordes, a veces muy bien definidos y prácticamente inflexibles; a veces difusos; otras, relativamente flexibles; pero bordes al fin y al cabo con los que las organizaciones, los países, la gente… tiene que lidiar de manera constante.
Lidiar con el contexto, negociarlo, adaptarse a él sin renunciar al propósito es, sin duda, de los más difíciles ejercicios que alguien puede enfrentar; pero no queda más remedio y, mientras estemos en este mundo, estaremos negociando con las circunstancias, a veces sin saberlo. En no pocas oportunidades perderemos en la negociación, aunque ni cuenta nos demos.
A escala de la economía, en el contexto debemos incluir desde la situación económica y política internacional, hasta el marco institucional en el cual operan los agentes; o sea, las familias, las empresas y el Estado.
Estamos a punto de terminar un año tremendamente duro, no solo por no haber podido, en su transcurso, cambiar tendencias que lastran el crecimiento y comprometen el desarrollo, sino además por sucesos ocurridos este mes que han sumado lastre al esfuerzo por crecer y mejorar —aunque sea mínimamente— las condiciones de vida del pueblo. Este es un propósito más que loable, pero difícil de alcanzar cuando ponemos en un lado de la ecuación la suma de fallas internas y “las circunstancias”.
Al parecer no podrá ser revertida la tendencia a un crecimiento débil —e incluso negativo— del PIB; a seguir acumulando desequilibrios fiscales, a un ritmo lento de disminución de la dinámica inflacionaria; al deterioro de la capacidad de compra del salario; a la concentración de la inversión en un sector cuyo desempeño no lo justifica; a la disminución de la oferta y al deterioro de nuestro sector externo —comercio exterior, inversión extranjera, deuda, cuenta corriente—.
Habrá que sumar la desconexión del sistema eléctrico y su impacto en la economía, hecho nada coyuntural, que no se reduce a tres días de afectación productiva, y el ciclón que ha dañado tan duramente la provincia de Guantánamo, uno de los territorios más pobres del país en término de ingreso per cápita.
Las circunstancias entonces son todavía mas importantes. Saber o no saber lidiar con las circunstancias agrava o suaviza la situación.
Y las circunstancias han cambiado y cambiarán. En América Latina el balance entre Gobiernos de “izquierda” y de “derecha” se hace más difuso. ¿Quién es de derecha? ¿De qué tipo de izquierda se trata? Parece hoy que la derecha estuviera mucho más unida que la izquierda. Y esa circunstancia cuenta y es relevante para Cuba.
La buena noticia viene por la inclusión del país como socio en los BRICS.
Confieso que no estoy bien documentado acerca de qué significa ser socio en términos de acceso a proyectos, programas, financiamiento, etc. Lo que me parece inobjetable es que esta nueva circunstancia resulta una oportunidad para Cuba.
Un grupo de países muy relevantes para la economía y la política mundial empeñados en la creación de un mundo multipolar, con instituciones financieras y un sistema monetario que ofrezca una alternativa al dominio del dólar de las instituciones financieras que sirven al capitalismo global, es algo que arropa a aquellos otros países que no alcanzan la importancia de los fundadores.
Es una nueva circunstancia, un cambio cualitativo en el contexto.
Queda a los socios saber aprovecharlo. Entender sus reglas de juego. Los BRICS no son el CAME, de la misma forma que Rusia no es la Unión Soviética; pero la relación con Rusia es importante.
En breve nuestras circunstancias volverán a cambiar y probablemente no en la mejor dirección: en apenas una semana se deciden las elecciones en Estados Unidos. La relación tan asimétrica entre Cuba y su vecino hace que para nosotros sea siempre importante ese ejercicio de democracia norteamericana.
No me gusta decirlo como sigue, pero siempre he pensado que no somos importantes para el electorado norteamericano ni para los candidatos. Somos un cayo en el pie para los Gobiernos de Estados Unidos, pero no estamos en la agenda de prioridades de ninguno de los contendientes.
De ganar Trump, sabemos lo que se nos viene encima; de ganar Harris, poco sabemos, aunque continuar la política de Biden hacia Cuba parece que será su camino.
Sin embargo, hay algo en común entre los BRICS y las elecciones de EE. UU. para Cuba. Primero, vuelven a poner sobre la mesa la necesidad de ser suficientemente ágiles para adecuarnos a nuevas circunstancias; y lo imprescindible de aprovechar nuestras fortalezas para construir una economía sólida, que reduzca el impacto de la política norteamericana e, incluso, pueda aprovechar algún cambio beneficioso con suficiente agilidad, midiendo y a la vez tomando riesgos, de forma que sea posible aprovechar los posibles espacios que podemos encontrar en los BRICS.
Para ello el sistema empresarial cubano, todo, es fundamental, y tener reglas de juego que le faciliten negociar el entorno y responder con agilidad a los incentivos es decisivo.
Si se eliminara el bloqueo, Cuba podria tener acceso a fuentes de financiamiento. Si, usted leyo bien, a fuentes de financimiento, quiere decir que lo tendra que pagar, no importa para que lo use, para importar directamente o para invertir en areas necesitadas, el caso es que se les pondra una fecha y una cantidad a abonar cada cierto tiempo, pero ahi vendra la pregunta: Cuba podra pagarlo? Lo pagara segun lo acordado? Tendra recursos para eso? Si no paga, o no paga segun lo que se establecio, comenzaran a suspenderle, o los envios de recursos materiales, o se pausara lo acordado. Por cierto, ya China y Vietnam han tenido que “echar para atras” acuerdos ya firmados por falta de cumplimiento de la parte cubana. Hace poco Viet Nam se retiro porque la parte cubana no cumplio con su parte con el arroz de La Sierpe, en Sancti Spiritus y ellos se fueron muy disgustados. Si se analiza bien, aunque sin querer, en ese caso en particular, los vietnamitas fueron estafados. Y China hace solo unos dias. tuvo que hacer lo mismo con varios proyectos. Cuando quiten el bloqueo, eso mismo hara Estados Unidos.
Esperaba más de Triana, pero la catástrofe económica ya no admite más críticas ni recomendaciones. Este articulo vuelve a poner la mirada hacia fuera de la Isla porque el marco instituciona es un freno absoluto al desarrollo de nuestra economía. En más de 6 decenios no se han hecho inversiones fundamentales en la infraestructura, principalmente en la red nacional energética. Es injustificable también el destino que se ha dado a las divisas. Entre las remesas, el dinero que traen los contingentes medicos y alguna que otra importación, hubo oportunidades para reemplazar algunas unidades termoeléctricas, sin discusión. Que haya que gastar mucho dinero para importar la canasta básica se debe a una deficiente política agraria y excesivo control del sector privado. La creación de un organismo para controlar el sector “no estatal” como gusta llamarlo es fatal, alimenta la burocracia y es foco de corrupción a corto plazo. Sin contar con la masiva emigración de fuerza joven buscando oportunidades. Es lamentable, la verdad, y veo que no tendremos soluciones hasta dentro de mucho tiempo cuando nos dirija una nueva generación.