Unas piscinas sin agua limpia ni nadadores. Unas piscinas en ruinas, medio llenas de un agua verde, fue lo que encontré hace poco al volver, después de muchos años, al complejo de piscinas del Parque Martí.
Volví una tarde gris, lluviosa y fresca. Buena para sacar fotos. Fui bien acompañado, por mi hijo y un primo, todos cámara en mano. Aprendiz de fotógrafo el primero y consagrado fotero el segundo. A todos nos dolió el estado en que están las piscinas y mientras el más joven tomaba fotos de los grafitis, el primo me contaba de cuando venía de niño y del pánico que le daba saltar del último piso del trampolín. Tampoco yo logré saltar nunca desde semejante altura. Abajo la piscina se veía profunda, pero pequeña. Y el temor, aun irracional, a caer fuera y hacerme puré contra el piso siempre pudo más.
Conocí a fondo el Martí en mi adolescencia. La novia de mi padre era entrenadora de nado sincronizado y yo solía pasar con él a verla y, de paso, a darnos un chapuzón en aquellas piscinas de agua cristalina. De esas piscinas mi padre salió con una esposa y un hijo, yo con un hermanito.
Hoy de aquellos espejos de agua apenas queda algo recuperable. Mi padre murió y mi hermano y su madre emigraron. Síntesis familiar de la situación que vive Cuba.
Las piscinas del Martí son —o eran— tres: una olímpica, una de 25 metros y un tanque de clavados, del que no queda ni sombra del trampolín de 10 metros.
El parque Martí se inauguró en la década del 40 y fue remodelado para los Juegos Panamericanos celebrados en La Habana, en 1991. Después de eso sus instalaciones quedaron de la mano de Dios.
Según reportajes publicados en Granma y Cubadebate, hay un proyecto para recuperar el parque Martí. Desde hace un tiempo están rehabilitadas y en funcionamiento la cancha de balonmano, los gimnasios y áreas para deportes de combate. También la zona administrativa. A las piscinas, sin embargo, no ha llegado la nueva vida.
Donde hubo agua y cientos de niños nadando, donde entrenaron y seguramente se forjaron buenos nadadores, solo hay fango, hierba y grafitis. Sueño con que las piscinas del Martí vuelvan a la vida, pero no sé si será posible. Hay mucho que reparar en la isla antes que estas y otras ruinas.