Ingeniera metalúrgica de formación, Claudia López pasa la mayor parte de su tiempo entre costuras, retazos de tela, cintas métricas y negociaciones con proveedores de tejidos, hilazas, zippers. Sin ninguna garantía de éxito, en 2021 dejó su plaza en Antillana de Acero para abrir un negocio de lencería femenina, sueño que se realizaría dos años después, en 2023, y que hoy lleva el nombre de Aladia. “Se le ocurrió a mi mamá. Es la mezcla entre las palabras ‘alas’ y ‘día’. Significa que siempre hay una nueva oportunidad, un nuevo día, para soñar. Las alas también simbolizan la suavidad y la delicadeza, y esas características tenían mucho que ver con el tipo de producto que deseábamos crear: ropa interior”, contó López a OnCuba.
A un año de su lanzamiento en el mercado cubano, la marca se ha hecho notar por la originalidad de su propuesta, además de la ergonomía y el refinamiento de las prendas que componen su catálogo. Belleza-comodidad sigue siendo un binomio poco común en el sector de la moda íntima femenina y que cada vez más mujeres buscan cuando ponderan a quién comprarle y qué.
Hechos a la medida de cada cliente, los conjuntos de Aladia se adaptan al cuerpo y por eso su tiempo de producción es más demorado. Está pensada para vestir a cubanas de todas las tallas, y algunos rostros conocidos como Lizt Alfonso, Luisa María Jiménez y Alicia Hechavarría han modelado para sus colecciones.
Entre las aspiraciones de Claudia está que Aladia se conozca fuera de Cuba y que la moda íntima hecha en la isla se vuelva referencia en el mercado iberoamericano. “Queremos que nuestras piezas se vendan en México, Brasil y España”, adelantó.
Pero un negocio como este, manufacturado integralmente en Cuba y que rema en dirección contraria al fast fashion, debe sortear innumerables obstáculos para subsistir. Estos van desde el acceso a la materia prima hasta las necesidades actuales de la clientela en un contexto como el cubano.
A pesar de eso, la habanera de 30 años no se dejó paralizar y decidió usar la frustración y la consciencia de ese vacío de ofertas como combustibles para crear su marca, hoy legalmente registrada como la mipyme Confecciones DIMOD SURL.
Claudia cree que las condiciones, en especial el marco legal, podrían favorecer más a los emprendedores que han optado por invertir en la isla y oxigenar con su capital, talento e ideas la economía, al tiempo que diversifican las ofertas para la población local y promueven el empleo.
Eres ingeniera metalúrgica, ¿cuándo empezó esta trayectoria como emprendedora?
A inicios de 2021, durante la pandemia, cuando estaba terminando el servicio social. Decidí salir del sector estatal para crear mi propio negocio. Empecé a pensar en las necesidades que habían en Cuba y escogí el sector textil. Era algo que me gustaba, era novedoso para mi comunidad y podía ser rentable. Sí, por muy bonito que sea un proyecto, tiene que dar de comer a ti y a los tuyos.
Además de los objetivos económicos aparejados a la creación de cualquier negocio, ¿qué te propones con este emprendimiento?
Desde el principio me interesaba que los productos se conocieran dentro y fuera de Cuba. También que la producción se hiciera 100 % aquí. No había otra manera de sentirme orgullosa. Quería poder decir con todas las letras: “Esto es hecho en Cuba”.
Lo único que importamos es la materia prima: la tela, los cierres, las copas. Pero todo lo hacemos aquí, la mano de obra, el empaquetado, el perfume de la marca, la tarjeta que entregamos a nuestros clientes con los pedidos. Todo se hace en Cuba.
En nuestro país puede hacerse mucho; que sea complicado es otra cosa. La ropa interior es muy difícil de producir, pero es posible llevar adelante un negocio de este tipo.
Otro de mis objetivos con la marca es que cualquier mujer pueda usar nuestras prendas, y que la gente perciba la calidad de la manufactura.
Mucha gente piensa que si un producto es chino es malo. Yo con Aladia quiero que la gente piense lo contrario y traído a nuestro caso: “Si esta ropa interior es 100% cubana entonces es de buena calidad”.
Entre todas las opciones posibles, ¿qué te motivó a emprender en el sector de la moda íntima femenina?
Mis ideas iniciales no tenían que ver con la moda íntima. Al principio pensé en hacer ropa, pero ya había mucha gente cubriendo las necesidades de públicos de ingresos bajos, medios y altos. Mi mamá por aquella época me decía que la lencería podía ser una buena idea. Ella misma nunca encontraba piezas de su talla y que tuvieran además buena calidad.
Empecé a hacer estudios de mercado y me di cuenta de que, de hecho, había un vacío grande en este nicho. Lo que llegaba a Cuba venía de China, Panamá, Ecuador, y las cubanas teníamos que adaptarnos a ese blúmer y ajustador, que podían quedarnos apretados, anchos, o molestarnos, porque lo mismo se te salía el pincho del ajustador que el blúmer se te gastaba en dos lavadas.
¿Qué diferencia la lencería común de la de lujo? ¿De qué manera Aladia se distingue?
La diferencia la da la materia prima, la exclusividad del producto (se hace a la medida), su durabilidad, su manufactura y su adaptabilidad al cuerpo. Yo quería diferenciarme. Por eso, para las piezas que hacemos, elegí tejido de microfibra con algún porcentaje de algodón, poliéster y elastano, para garantizar la elasticidad. A esa base le sumé encajes y tul, e hilo, que compramos en su mayoría aquí en Cuba. Usamos el hilaza en toda nuestra gama de colores: negro, blanco, rojo y beige.
También decidí que las piezas se producirían a la medida de cada cliente. Intentamos siempre que la costura sea lo más perfecta posible, que no haya un hilo fuera de lugar; y si a la clienta se le descose algo puede pasar por nuestro taller a arreglar la pieza. Nos interesa ser excelentes en los detalles.
Por esos motivos Aladia no es para el público masivo, a pesar de que queremos llegar a mucha gente. Pero no trabajamos con tallas estándares (S, M y L). Esto me creó una contradicción, porque mi idea era que muchas mujeres usaran nuestra ropa. No obstante, quiero que mi lencería se adapte al cuerpo, y no al revés. Los conjuntos de Aladia tienen muchísima durabilidad, también por eso son más caros.
¿Comodidad y sensualidad pueden coexistir en una pieza de ropa?
Sí, perfectamente. Yo misma pensaba que no, que lo cómodo no podía ser sensual y que lo sensual no podía ser cómodo. Aladia no es la única marca cubana que trabaja combinando estas dos características. Otras marcas lo hacen muy bien.
Justamente para garantizar ambas cosas usamos tejidos específicos y hacemos las piezas a la medida. La comodidad es algo relativo, por eso nuestros diseños son adaptables al cuerpo de cada cliente.
Cuando hablamos de ajustadores o brassieres, una buena parte de las mujeres cubanas hoy no quiere usarlos con aros, porque son muy incómodos; lo comprobamos en los estudios de mercado que hacemos. En Aladia hemos producido sujetadores con aros y sin copa, y viceversa, y ambos los hemos vendido bien, por eso enfatizo que la comodidad es algo relativo y que la forma del cuerpo de cada una es determinante para que la pieza sea cómoda.
Hicimos un diseño de body exclusivo el año pasado para una clienta, y la pieza no comportaba el uso de ajustadores, por el escote que tenía en la espalda. La clienta pasó por varias pruebas porque tenía senos grandes y expandidos hacia los costados, y aún sin usar sujetadores logramos ajustar el body a su fisionomía. Ella se sentía cómoda, sin temor a que se le saliera un pedazo del seno ni mucho menos. Esa garantía la da la exclusividad con la que trabajamos en el tallaje.
¿Qué has tenido que aprender para poner en marcha y mantener un negocio de moda íntima en la Cuba de hoy?
Todo. Mucho más en mi caso, que vengo de una profesión que es bastante “ruda”. Pasé de estar metida en hornos en plena Antillana de Acero a habitar talleres de costura. Tuve que aprender sobre moda, cultura del vestir, costura y ventas, a pesar de que siempre me interesó vestirme bien y entendía muchas cosas de forma empírica. Pero tuve que dejarme llevar y aprender de quien sabía más de todo eso. Al principio yo no diseñaba ninguna de las piezas, trabajaba con dos personas que sabían cómo hacerlo, hasta que aprendí.
Pero gestionar un negocio de moda íntima es muy difícil; todavía estoy en proceso de aprendizaje. Aladia, por ejemplo, se dirige a un tipo de cliente que tal vez no tiene que cubrir tantas necesidades básicas, pero comoquiera que sea la lencería no es algo prioritario en las necesidades de consumo, ni son productos que se compren todos los días, más cuando la marca garantiza durabilidad y calidad, que es nuestro caso. Tenemos ciclos de nuevas compras de una misma clienta cada dos o tres meses.
Por todo lo anterior, sumado a la situación del país, mantenernos a flote no es fácil.
Aladia es una marca 100 % cubana, lo cual significa que su manufactura depende de la mano de obra local. ¿De qué forma gestionas el proceso productivo, desde que tienes la idea de una prenda hasta su venta en las vitrinas?
Tengo ideas a partir de cómo se comportan las tendencias entre mis referencias internacionales, que son Skims e Intimissimi. No soy diseñadora ni dibujo bien, pero hago esbozos y trato de explicarle mis ideas a la modelista para que cree a partir de esa base. Luego ese esbozo pasa a las costureras. Como no tenemos un espacio físico en el que reunirnos, la costurera no participa en el proceso de modelaje, ni la modelista en el proceso de costura. Yo hago la mediación. Es complicado, pero se logra. Luego vienen las fotos, la publicidad y subir todo eso a nuestra tienda online, la vía por la que vendemos actualmente.
En tiempos dominados por el fast fashion y la entrega inmediata, Aladia apuesta por prendas de vestir hechas “a la medida”. ¿De qué forma esta modalidad promueve te desafía o te impulsa en tu negocio?
Aladia atiende a todo tipo de público. Quien quiere una prenda que se adapte bien a su cuerpo entiende que el proceso creativo demora y no le importa que pase de moda. Esta dinámica de manufactura tiene sus contradicciones. Por un lado es bueno porque te distingues por la exclusividad. Por otro lado, es malo porque el universo de la moda es muy dinámico y las tendencias cambian rápido. A nosotros nos interesa más seguir siendo exclusivos que atender a esas demandas tan cambiantes, porque mi cliente lo prefiere así.
Este año las prendas de Aladia desfilaron por las pasarelas de Fábrica de Arte Cubano (FAC). Hoy día buena parte de lo que supone mantener una marca en el mercado recae sobre las estrategias para mostrar sus atributos, sea en un desfile o construyendo comunidad en las redes sociales. ¿Qué importancia le das a esto en tu empresa y cómo lo usas a tu favor?
La publicidad de la moda, sea en desfiles o en las redes sociales, es compleja y hay que saber cómo administrarla. Mi público usa las segundas como forma de entretenimiento eventual, no para seguir las tendencias de la moda. Esto hace que por redes sociales no le lleguemos tanto a nuestro nicho. Eso lo logramos con los desfiles, fundamentalmente; aunque no hacemos muchos ni queremos que sea así. Nos gustaría que tuvieran una frecuencia anual. Este año FAC nos invitó a hacer uno, que se llamó “Encuentros”, y aprovechamos la oportunidad. Fue muy bueno porque se tradujo en ventas y en visibilidad para la marca.
Estamos trabajando en expandir nuestras piezas a otros públicos, por eso estamos creando una línea de producción más accesible que permitirá que mujeres de menos poder adquisitivo puedan usar nuestras prendas. Con este público las estrategias de comunicación obviamente serán diferentes, siempre manteniendo los estándares de calidad.
¿Qué oportunidades y desafíos hay en Cuba para emprender?
Hay muchas oportunidades, porque nuestro país tiene un mercado bastante virgen. Los desafíos también son numerosos, porque tenemos un entorno legal que no favorece mucho a los emprendedores, y eso hace que mucha gente no emprenda. Como el contexto es tan inestable, la gente tiene miedo de arriesgar todo lo que tiene, invertir en algo y luego perderlo, no necesariamente porque el negocio no sea bueno, sino porque aquí nunca se sabe qué puede suceder mañana.
Otra cosa es que las necesidades de nuestra población hoy día son básicas. Si tu sector no es el gastronómico, por ejemplo, que siempre será prioritario en las condiciones actuales, tendrás más dificultades para que sea rentable y prospere.
En el sector de la moda podemos hacer muchísimas cosas, y hay talento, pero mucha gente no se arriesga por las variables que te comenté antes. Alimentarse es una necesidad, y además vestirse; pero la moda exclusiva no va a ser la prioridad; mucho menos la moda hecha en Cuba. Quien puede comprar ropa, por lo general compra fast fashion importada, porque siente que es más barato y de mejor calidad que la que producimos aquí.
A pesar de esos desafíos, la aventura de emprender en Cuba es bonita, y te enseña mucho a tener paciencia y a ser resiliente para poder llevar adelante tu proyecto. Es una constante montaña rusa, a veces estás arriba, y a veces abajo.