Una enfermedad de origen desconocido ha alarmado al mundo en los días recientes. El brote tuvo lugar en la zona sanitaria 1 de Panzi, en la provincia de Kwango, localizada a 700 kilómetros de Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo (RDC).
Los primeros casos se reportaron el 25 de octubre. El aumento tanto en el número de enfermos como de fallecidos fue rápido. El 29 de noviembre las autoridades locales informaron del brote al Ministerio de Salud de la RDC, y esta, a su vez, a la Organización Mundial de la Salud (OMS).
De acuerdo con un reporte de la agencia de la ONU, la región de afectada se encuentra aislada, hecho que se agrava por la actual temporada de lluvias, que dificulta la llegada de ayuda a la zona. Adicionalmente, se trata de una zona afectada por el déficit de alimentos y un frágil sistema de salud, lo que dificulta el diagnóstico preciso del cuadro sanitario al que nos referimos.
Hasta el momento de elaboración de este artículo, se habían reportado 406 casos en 9 de las 30 zonas de salud de la región afectada, según la misma fuente. Sin embargo, el 95 % se agrupa en tres zonas de salud.
¿Qué se sabe de la misteriosa enfermedad?
Según la OMS, esta enfermedad, hasta el momento sin nombre, ataca predominantemente a niños menores de 15 años y, dentro de este grupo, a infantes entre 0 y 59 meses, es decir menores de 5 años, los cuales representan más del 50 % de los casos reportados en la RDC. También ataca preferencialmente a las mujeres, ya que más del 60 % de los enfermos es de sexo femenino.
Entre los síntomas fundamentales están la fiebre, tos, secreciones nasales, dolores musculares, dificultad para respirar y anemia. La desnutrición severa se ha considerado hasta el momento un factor contribuyente, tanto para el contagio como para la potencial gravedad del cuadro clínico de los infectados.
Oficialmente, se reportan 31 fallecidos. Sin embargo, de acuerdo con la agencia Reuters, que ha tomado como fuente de su contabilidad a las autoridades locales, la cifra de decesos asciende a al menos 143. La OMS alerta sobre la necesidad de definir la relación de estas muertes con el actual brote. Tanto en el número de casos como en el de muertes puede existir una subnotificación. No todos los contagios son registrados por las instituciones hospitalarias.
¿Cuál es la causa?
Hasta el momento no se ha podido determinar la causa de la misteriosa enfermedad. Llegar por carretera desde la capital de la RCD hasta la región de Panzi puede demorar cerca de 48 horas. Además, en los centros hospitalarios de la región apenas hay recursos para atender a los enfermos, quién dirá investigar de forma más profunda el brote.
Es por eso que la OMS desplegó un equipo de expertos que colabora con la recogida de muestras, el estudio de los casos y demás tareas, con el fin de determinar en el menor tiempo posible la causa de la enfermedad.
Asimismo, la agencia sanitaria de la Unión Africana ha sumado esfuerzos a las autoridades sanitarias congoleñas, donando reactivos, equipamiento y enviando expertos a la zona.
Entre las hipótesis que se barajan en relación al agente causal, de acuerdo con la OMS, están: la neumonía, la influenza, la COVID-19, el sarampión y la malaria. Es probable que esta última sea el factor contribuyente o desencadenante del cuadro debido a las altas tasas de incidencia de esta enfermedad en la región. Tampoco se descarta que la causa corresponda a un patógeno hasta el momento desconocido.
La enfermedad X, una distopía real
En 2018, la OMS incluyó en su lista de enfermedades priorizadas a la enfermedad X. Se trata de una patología desconocida, que todavía no ha contagiado a nadie, pero que podría ser la causa de una nueva pandemia.
El concepto de enfermedad X parece sacado de un libro de ciencia ficción, sin embargo es real. Ejemplos fueron el virus del VIH, que en 1980 desató una pandemia mundial, pero hasta ese momento se trataba de un patógeno totalmente desconocido. Sesenta años antes, la epidemia de la “gripe española”, que en su momento se pensó que se trataba de una bacteria, también puede ser considerada como un patógeno X.
En el presente siglo, la expansión del virus del ébola en 2014 y los brotes de zika fuera de Brasil ejemplifican este concepto. Sin embargo, en mi opinión no cumplen con los parámetros, pues se trata de enfermedades que ya eran conocidas cuando empezaron a provocar los mayores estragos.
Incuestionablemente, el ejemplo por antonomasia de enfermedad X del presente siglo fue el SARS CoV- 2, causante de la pandemia de COVID-19. Este virus y todo su linaje, como todos recordamos, provocó un caos sanitario global que mató al menos a 15 millones de personas, paralizó al mundo y sus consecuencias desde el punto de vista económico todavía se sienten.
De acuerdo con la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI, por sus siglas en inglés), la posibilidad de que una nueva pandemia ocurra es de 1 entre 50 cada año. Esto se traduce en una probabilidad de un 38 % en el transcurso de nuestras vidas.
La OMS y organizaciones semi privadas, como el propio CEPI, se preparan para esta contingencia. Entre las medidas que forman parte de esta preparación está el estudio de 30 familias de virus sospechosas de aportar el causante de la nueva y futura pandemia global. También se invierte en la creación de plataformas que permitirían el desarrollo de vacunas en menos de 100 días.
Para los expertos no cabe la menor duda de que viviremos nuevas pandemias a partir de enfermedades zoonóticas, tal y como ocurrió con el VIH/SIDA. La pregunta, en ese sentido, no es si va a suceder, sino cuándo. Esto, lamentablemente, es algo que nadie puede cuestionar.
Enfermedades emergentes y reemergentes
La enfermedad X no es la única causa de preocupación para los científicos y expertos en temas de salud. Las enfermedades emergentes y reemergentes constituyen, quizás, con más razón, un peligro para la vida humana.
Se entiende por enfermedades emergentes y reemergentes aquellas que no se conocían o que, siendo conocidas, se consideraban controladas, pero que han repuntado en el número de casos o se han expandido a otras zonas geográficas. Entre sus causas tenemos: la pobreza, el aumento de las desigualdades, las guerras, las migraciones, sistemas de salud endebles, la globalización.
Los avances científicos de los últimos siglos incluyen el surgimiento y difusión de las vacunas, los conocimientos sobre bacterias, antibióticos, los cuidados intensivos, etcétera. Pero esto podría llevarnos a un falso optimismo acerca de nuestra capacidad para hacer frente a enfermedades infecciosas. Sin embargo, estas continúan siendo la tercera causa de muerte en el mundo.
Qué esperar
Nuevas y viejas enfermedades cobran importancia a lo largo del siglo XXI. Cualquiera que haya seguido con un poco de atención la agenda sanitaria internacional en los últimos años comprenderá el riesgo latente de nuevas pandemias y epidemias.
Cuba no está exenta de ello. La isla ha sido afectada en lo que va de siglo por la influenza (H1N1), el cólera, el repunte de la tuberculosis, la conversión del dengue en una enfermedad endémica, la aparición del zika, y el chikungunya, por la pandemia de la COVID-19, la viruela del mono y este último año por la expansión del virus de Oropouche, que ha agravado el cuadro de salud de nuestro país.
Las pandemias son fenómenos globales cuya solución parece imposible. Mientras se mantengan la globalización, las groseras desigualdades entre países y sistemas de salud, mientras la OMS continúe siendo una organización con fondos insuficientes y escasa capacidad de maniobra, los países más pobres y atrasados continuarán siendo un laboratorio natural donde enfermedades zoonóticas pasan a los seres humanos, mutan y se expanden a los países más ricos, y de ahí al resto del mundo.
No es casual que la RDC ahora mismo esté inmersa además en un tremendo brote de Mpox, antes conocida como viruela del mono, enfermedad que ya causó la muerte a más de 1000 personas y obligó a la OMS a declararla nuevamente emergencia sanitaria de interés internacional.
Aunque el riesgo de expansión parece ser escaso, no podemos olvidar que en el mundo caótico en el que vivimos, el aleteo de una mariposa en un remoto paraje del Congo podría ser el inicio de un revuelo mundial que nunca sabemos cómo puede terminar.
Nota:
1 La zona sanitaria es el equivalente a nuestra área de salud. Se trata de una demarcación geográfica organizada en torno a centros asistenciales donde se brindan los servicios básicos de la atención primaria. En Cuba se organizan teniendo como centro al policlínico.