El centro cultural Casa Vitier García Marruz, inaugurado el 9 de diciembre de 2023 por la Oficina del Historiador de la Ciudad, ha cumplido un año de existencia. Es un placer —aunque no una sorpresa— para quienes trabajamos en él, en esta esquina de San Ignacio y O’Reilly en La Habana Vieja, constatar que no hemos perdido el júbilo y fervor iniciales, a pesar del desgaste cotidiano. Ello se debe, sin duda, a la amistad, también a lo que Fina llamaba la Pequeña Providencia, y sobre todo a que trabajamos con esa fidelidad vulnerable que no necesita presentación, que es fuente de energía por antonomasia.
Los cumpleaños son un ritual que nos complace, y ninguna objeción pusimos, naturalmente, a la celebración del nuestro. Pero me atrevería a afirmar que ninguno de los miembros del equipo de la Casa Vitier García Marruz sabría decir cuándo empezó todo. Como grupo de trabajo existimos desde hace una o dos décadas. Nos hemos ido acercando y juntando de a poco, como peregrinos por un camino solitario. Y esa indeterminación de origen resulta, al menos para mí, lo más auspicioso. Algo cuyo comienzo no se puede precisar, tal vez tampoco tenga los días contados. Y además, algo cuyo comienzo no se puede precisar se parece mucho a un sueño.
Si un niño y una niña nacen bajo el signo del Escorpión, eso es menos misterioso que el simple hecho de que nacieron. Y lo más tremendo de todo nacimiento es esa combinación única de rasgos inmemoriales, raíces palpables de un árbol intangible.
La Casa Vitier García Marruz también se parece mucho a un sueño, no sólo por la mina de ilusiones sobre la que descansa, sino porque interior y exterior se confunden en ella.
Conducir sueños desde la vigilia, construirles un hogar en el reino de lo exterior, es fuente inagotable de zozobra y regocijo. Al fundirse el regocijo y la zozobra en el crisol del mundo, se obtiene la palabra “devoción”, campana de oro que toca en el registro más alto del amor.
En cualquier época y lugar, las devociones han inspirado los momentos supremos de la expresión humana. Es significativo, por tanto, que fuera justamente “Devociones” el título del evento con que celebramos nuestro primer aniversario.
En mi opinión, el valor artístico de cada uno de los cuadros, esculturas y músicas que ofrecimos, es que han logrado trascender las circunstancias en que fueron creados, y entreabrirnos esa dimensión mágica de la vida que con tanta persistencia olvidamos. Una vez alcanzado esto, ¿a qué insistir en la dificultad de los obstáculos? Relatar la odisea que significó reunir los elementos de la hermosa fiesta que organizamos el viernes 13 de diciembre, sólo empañaría lo eterno de tan fugaz ocasión. Como bien escribiera, a razón de su fatal tuberculosis, el entrañable Robert Louis Stevenson: “¿qué interesan a la posteridad mis pañuelos manchados de sangre?”
Entre las obras que integran dicha exposición, quisiera señalar la pieza de Silvia Rodríguez Rivero que aparece en el cartel de la muestra. En esa figura la plegaria de la Virgen adopta la forma de un arca de salvación. Sentimos que esa estatuilla da una respuesta figurativa al Habana Concerto de José María Vitier, o al menos establece una dialogante resonancia con esa obra musical. Tiene esta Virgen casi las mismas dimensiones que otra escultura de esta muestra, titulada “Habana”. Ambas piezas pudieran formar un conjunto, pues semejan dos caminos o avatares de la misma imagen protectora.
Otra obra que quisiera destacar es “En busca de Arturo”, del maestro santiaguero René Alejandro Noa. Desde que vi esta pieza en fotos me llenó de alegría, y su azaroso arribo a nuestro centro me parece uno de esos milagros a que nos tiene acostumbrados la esquina de San Ignacio y O’Reilly.
El rey Arturo es una devoción personal de la que mis pensamientos nunca se apartan demasiado. Su Tabla Redonda, en lo que a mí respecta, es el ideal administrativo de la Casa Vitier García Marruz. La materia de esas leyendas tiene un aroma y un sabor como de inicio y final de los tiempos, que vigorizan el efímero aire que normalmente respiramos. Al propio Arturo se lo llama Rex Quondam Rexque Futurus, “el Rey que fue y que será”. El poema de su muerte compuesto por Tennyson nos estremece todavía. En momentos en que no hallamos a nuestro alrededor dónde posar los ojos, ¿cómo no recordar las palabras de Sir Bedivere, su último caballero, tras la batalla de Lyonesse, mientras el rey moribundo se aleja de la orilla en una barca conducida por tres mujeres, rumbo a la isla de Avalón:
Ah mi señor Arturo, ¿a dónde iré yo?
¿En dónde esconderé mis ojos y mi frente,
ahora que he visto morir los viejos tiempos?
A lo que Arturo respondió desde la barca:
El viejo orden cambia, y cede ante lo nuevo.
Y Dios se manifiesta de muchas maneras
para que una buena costumbre no corrompa al mundo.
A lo largo de este su primer año la Casa Vitier García Marruz ha iniciado un sinnúmero de proyectos culturales en el interior de la isla, y también fuera de ella, interactuando en el proceso con españoles, mexicanos, uruguayos, brasileros, norteamericanos, suecos, finlandeses, nigerianos, franceses, rusos, árabes, indios, chinos, y japoneses. Hemos acogido como propios un buen puñado de universos, y estos nos han acogido del mismo modo, para que se cumpla, una y otra vez, esta lección de La Isla Infinita: que lo exótico no existe, que todo es nuestra estancia natural.
Trabajar en la Casa Vitier García Marruz nos permite sentir a Cuba de un modo que es difícil de describir. Tiene que ver con la sensación de que el Universo es todo centro, como aquella visión que en distintas épocas evocaran los sabios (Pascal, Trimegisto, Giordano Bruno) de una esfera cuyo centro está en todas partes y su superficie en ninguna. Por algo nos proyectamos hacia tantas direcciones con la fe y el impulso de quien las sabe equidistantes. Por algo también nos sienten tan cercanos nuestros amigos en cualquier lugar del mundo.
Mucho más pudiera decirse sobre este misterio, paladeando la dulzura de no llegar nunca a entenderlo, y sobre todo sin lograr comunicarlo. Por eso mejor nos retiramos juntando las manos en agradecimiento, orando por que la música nos esclarezca y nuevas devociones nos reúnan.
En cuanto a la Casa Vitier García Marruz en 2025, úrdanle Azar y Tiempo vientos propicios.