El primado de los estadios de Cuba, Palmar de Junco, acogió este viernes un desafío entre veteranos de La Habana y Matanzas, quienes homenajearon el aniversario 150 del primer desafío de béisbol celebrado en la isla, refirió una nota de la agencia Prensa Latina.
En el partido homenaje intervinieron peloteros de la talla de Juan Manrique, Lázaro Junco y el afamado lanzador Lázaro de la Torre.
El receptor capitalino y otrora integrante del equipo Industriales Frank Camilo Morejón confesó sentirse sumamente orgulloso de participar en un evento de esa naturaleza que reunió a glorias del pasatiempo nacional con las cuales pudo compartir, ya sea como compañeros de juego o entrenadores.
“Para todos los que amamos el béisbol”, el aniversario 150 del primer juego de pelota del cual se tenga registro oficial resulta “algo hermoso y permite rememorar a hombres que le han dado brillo a nuestros diamantes a lo largo de los años”, manifestó Morejón.
Por su parte, el ex jugador matancero Gerardo Rionda dijo que le vienen a la mente un sin número de anécdotas al pisar los diamantes.
“Todavía siento ganas de saltar a la grama”, confesó Rionda, quien pasó a los anales del béisbol nacional al ser hasta ahora el único jugador en conectar 7 hits en un partido acontecido justamente en el Palmar de Junco el 4 de mayo de 1974.
Con marcador de 6x 0 favorable a La Habana, el juego de este viernes devino un acto simbólico en recordatorio del partido escenificado el 27 de diciembre de 1874, en medio de la Guerra de los Diez Años.
Ese día, hace siglo y medio se enfrentaron La Habana y Matanzas, ganado por el primero con la friolera de 51 x 9 en un juego introducido en la isla una década antes, en 1864, por estudiantes cubanos que regresaban de universidades de Estados Unidos.
Las gradas del estadio matancero, que hoy tiene el privilegio de ser el más antiguo del mundo y de mantenerse activo, estaban repletas de curiosos y aficionados, quienes, sin saberlo, se convertían en los primeros guardianes de una tradición, narró la agencia Prensa Latina.
Entre ellos, comerciantes, poetas, campesinos y aristócratas compartieron un espacio donde las diferencias sociales parecieron disolverse con cada estruendo del bate al golpear la pelota, uno de los símbolos de identidad de la nación cubana.
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