La escena teatral de Nueva York se renueva por estos días con el estreno del musical “Buena Vista Social Club” en el Gerald Schoenfeld Theatre, donde las funciones comenzaron el 21 de febrero, pero con la primera oficial programada para el 19 de marzo.
Inspirado en la historia real de la legendaria banda cubana y su álbum homónimo, el espectáculo intenta transportar al público a La Habana de fines de los años 90, cuando hacía furor la música tradicional cubana interpretada por el BSC, apuntó una crónica publicada en el diario español El País.
Para ese entonces, el grupo de músicos veteranos, algunos rescatados de su retiro por el músico y productor cubano Juan de Marcos González, y puestos a grabar a instancias del guitarrista estadounidense Ry Cooder, había sido reconocido con un Grammy en 1998.
Luego, el documental sobre el grupo, también titulado “Buena Vista Social Club”, dirigido por el prestigioso cineasta alemán Wim Wenders, recibió una nominación al Óscar en el año 2000.
El musical, escrito por Marco Ramírez, ganador del premio Drama Desk, y dirigido por Saheem Ali, nominado al Tony, cuenta con un elenco de talentosos actores y músicos, incluyendo a Natalie Venetia Belcon e Isa Antonetti interpretando a la icónica Omara Portuondo, Julio Monge y Da’von T. Moody como Compay Segundo, y Mel Semé y Wesley Wray como Ibrahim Ferrer.
Por su parte, la banda dirigida por Marco Paguia, asegura una experiencia auténtica y vibrante al interpretar en vivo la música que hizo célebre al conjunto cubano en buena parte del mundo.
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Los protagonistas
“De alguna manera, cantantes como Ibrahim Ferrer u Omara Portuondo siempre estuvieron destinados a Broadway, solo que llegaron un poco tarde”, comentó Ramírez sobre las leyendas musicales que inspiraron su libreto.
El dramaturgo también destacó el desafío de seleccionar las canciones: “La música del catálogo de Buena Vista es magnífica, así que el mayor desafío que enfrenté fue elegir qué canciones incluir. Creo que hemos logrado un buen equilibrio entre grandes éxitos y otras obras maestras menos conocidas”, estimó el guionista estadounidense.
Por su parte, el director de la puesta, Saheem Ali, compartió su visión de crear un musical que sea “auténtico y creativamente bilingüe”.
Ali explicó que la historia se cuenta en inglés para conectar con el público de Broadway, pero sin renunciar a la belleza de las canciones en su español original.
“Queríamos lograrlo sin recurrir a traducciones ni subtítulos que, en mi opinión, más que enriquecer, podrían restarle profundidad a la experiencia. Esta producción demuestra que el poder de la música trasciende el idioma y que las canciones, por sí solas, son capaces de aportar las texturas emocionales y los matices narrativos esenciales en el teatro musical”, añadió Ali.
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Entretanto, Julio Monge, quien interpreta a Compay Segundo, describió la responsabilidad de encarnar a una figura tan emblemática.
“Cuando supe que iba a interpretarle, no lo pude creer. Mi primera reacción fue de vértigo… Eso puede ser muy intimidante. Pero al comenzar a indagar sobre su vida, me di cuenta de que el mejor acercamiento para interpretarlo no era imitarlo, pues no quería convertirlo en una caricatura, sino captar sus cualidades, su energía y su chispa”, explicó.
Para Natalie Venetia Belcon, quien da vida a la cantante Omara Portuondo, la experiencia no fue una sorpresa, pues reveló que ya conocía el álbum antes de unirse al elenco y que se enamoró al instante de la música.
Tanto Belcon como Monge coinciden en la importancia de contar esta historia. “Ayudará a mantener viva esta música y a sus músicos, además de presentársela a aquellos que no conocen el Buena Vista Social Club”, afirmó Belcon.
Monge, por su parte, destacó que el musical “representa un gran ejemplo para el artista joven, recordándoles que hay un proceso detrás del arte que no se puede omitir… Ese respeto a su vocación, el amor y compromiso a su arte nos recuerdan que ser artista es para toda la vida”.
Remembranza
Cooder, Juan de Marcos González y el productor británico Nick Gold fueron los artífices en 1996 de la grabación de álbum en los históricos estudios EGREM/Areito en La Habana junto a un grupo de artistas protagonistas de la época de oro de la música cubana de los años 40 y 50.
De su mano se gestó un disco de clásicos de la Cuba prerrevolucionaria que recogía canciones populares desde 1900 hasta 1960.
Temas como “Chan Chan”, “Veinte años”, “De camino a la vereda”, “Quizás, quizás, quizás” o “Candela” pasaron a formar parte del imaginario colectivo de la población mundial, expandiendo el son cubano por numerosos escenarios, desde Nueva York hasta Tokio, pasando por París y Buenos Aires.
“La audiencia de este disco fue principalmente gente que nunca antes lo había escuchado y a la que le gustó”, recuerda el productor Gold, que junto a sus dos compañeros reunió al grupo de artistas de manera improvisada el 26 de marzo de 1996.
El éxito se puede cuantificar con las copias vendidas del disco (unos 12 millones, según Billboard), el Grammy recibido como Mejor Álbum de Música Tradicional, así como con los premios obtenidos a título individual por los distintos miembros a nivel internacional.