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Por Patricia Garcia-Duran Huet, Universitat de Barcelona
Tras la ya famosa disputa de Donald Trump y Volodymyr Zelensky en el Despacho Oval, las relaciones transatlánticas están cayendo en picado. En los días posteriores a la reunión, Trump ha cortado toda la ayuda militar a Ucrania, dejando a Europa ante la perspectiva de un trato similar en un futuro próximo.
Las naciones europeas, incluido el Reino Unido, han mostrado unidad inmediatamente después, con una cumbre convocada rápidamente en el Reino Unido y fuertes compromisos financieros tanto para defender Ucrania como para “rearmar” Europa.
Los ciudadanos apoyan ampliamente este cambio hacia la militarización. En una reciente encuesta del Eurobarómetro, el 79 % de los encuestados apoyó una mayor cooperación en materia de defensa a nivel de la Unión Europea (UE), y el 65 % estuvo de acuerdo en que el gasto en defensa debería aumentarse.
Sin embargo, la implementación de una nueva estrategia de defensa implicará responder a muchas preguntas difíciles. Por ejemplo, si una fuerza de defensa de la UE involucraría a todos los Estados miembros y los roles potenciales de miembros antagónicos de la UE como Hungría y Eslovaquia (ambos pro-Trump y pro-Rusia) y los de miembros de la OTAN no pertenecientes a la UE como el Reino Unido, Noruega o incluso Canadá.
Las preguntas sobre quién lideraría tal iniciativa también están en el aire. Actualmente, el recién elegido canciller de Alemania, Friedrich Merz, está liderando la carga con sus llamamientos a “lograr la independencia de EE. UU.”.
Como la mayor economía del bloque, Alemania financiaría por defecto una cantidad significativa de cualquier fuerza de defensa europea, pero esto refleja un cambio de paradigma en el panorama de defensa del continente. Hace seis décadas, una unión militar habría sido impensable, ya que Francia se opuso firmemente al rearme alemán a lo largo del siglo XX.
Incluso al final de la Guerra Fría en 1990, la no proliferación nuclear fue una condición para la reunificación de Alemania. Tal como están las cosas, Francia y el Reino Unido son las únicas potencias nucleares de Europa; gran parte del poder de disuasión nuclear del continente toma la forma de misiles nucleares estadounidenses estacionados en todo su territorio.
¿Una OTAN europea sin EE. UU.?
Actualmente, la OTAN tiene 32 miembros, incluidos todos los estados miembros de la UE excepto los países neutrales de Austria, Chipre, Irlanda y Malta. Otros miembros europeos de la OTAN son el Reino Unido, Noruega, Islandia, Albania, Montenegro y Turquía, junto con EE. UU. y Canadá.
Un esfuerzo de defensa europeo utilizaría muy probablemente la OTAN como marco, pero sin la participación activa de Estados Unidos. Esto significaría que se incluirían todos los Estados miembros de la UE que también están en la OTAN, con el apoyo de Canadá y de miembros de la organización no pertenecientes a la UE, como el Reino Unido y, potencialmente, Turquía. De este modo se mantendría un enfoque intergubernamental de la defensa europea y se reduciría la dependencia de Estados Unidos.
Sin embargo, para sustituir el papel de Estados Unidos, sería necesario que otros miembros de la OTAN dieran un paso adelante. Los planificadores militares de la OTAN asumen que, en caso de un ataque ruso a un país europeo de la organización, los 100 mil soldados estadounidenses en Europa serían rápidamente reforzados con hasta 200 mil soldados estadounidenses adicionales, apoyados por otros miembros de la OTAN y activos estratégicos estadounidenses.
Una fuerza disuasoria europea creíble, que pudiera prevenir, por ejemplo, una incursión rusa rápida en los países bálticos, necesitaría un mínimo de 1 400 tanques, 2 mil vehículos de combate de infantería y 700 piezas de artillería. Esto es más poder de combate del que existe actualmente en las fuerzas terrestres combinadas de Francia, Alemania, Italia y Gran Bretaña.
Además, Europa tendría que desarrollar capacidades de aviación, transporte, misiles, guerra con drones, comunicación e inteligencia, al tiempo que debería reclutar y entrenar a 300 mil nuevos efectivos para reemplazar a las tropas estadounidenses.
Compromiso financiero con la defensa de la UE
Defender Europa sin Estados Unidos supondrá un gran gasto, y la Comisión Europea se ha comprometido a hacerlo.
El paquete recientemente anunciado ReArm Europe incluye un plan de cinco partes para recaudar casi 800 mil millones de euros. Reforzará la industria de defensa europea y mejorará las capacidades militares, y proporcionará apoyo militar urgente a Ucrania tras la suspensión de la ayuda estadounidense. Las medidas propuestas, presentadas el 4 de marzo, incluyen un mayor margen fiscal para inversiones en defensa, 150 mil millones de euros en préstamos y la movilización de capital privado. Todo ello se debatirá en la próxima reunión del Consejo Europeo el 6 de marzo.
La respuesta de la UE a Trump, tanto en diplomacia y comercio como en defensa, ha sido hasta ahora proactiva, reconociendo que la fragmentación del bloque sería la única alternativa.
Sin embargo, si la OTAN ya no puede servir como marco para la defensa de Europa, la UE tendrá que considerar una estrategia de defensa propia específica. Este enfoque sería aún más exigente y podría significar la creación de una institución intergubernamental completamente nueva desde cero. Actualmente, el escenario más probable implica el surgimiento de una OTAN revitalizada, una Alemania rearmada y la creación de un mercado único de defensa de la UE.
Patricia Garcia-Duran Huet, Profesora de Organizaciones Económicas Internacionales, Universitat de Barcelona
Este artículo fue publicado en The Conversation. Lea el original.