La Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA) es la institución de su tipo más grande del mundo. Tiene presencia en más de 90 países y desde 2018 Cuba es una de esas naciones.
La oficina de JICA en la isla lleva adelante una labor fundamental en las relaciones bilaterales, pero lo más importante es que su aporte está centrado en dejar huellas concretas de contribución al progreso.
“Si hay necesidad de desarrollo en un país y ese país tiene una asociación, relación diplomática o amistad con Japón, siempre estamos trabajando para ese país”, asegura Tatsuya Ashida, Representante Residente de JICA en Cuba.

Agricultura, salud, manejo de residuos sólidos, agua y saneamiento, transporte, energía y promoción de mipymes son algunas de las áreas en las que la agencia ha ejecutado o ejecuta hoy proyectos en el país.
“Esos son los sectores que hemos consensuado entre los gobiernos porque son áreas priorizadas, en las que hay necesidades en Cuba, pero también en las que nosotros tenemos experiencia para compartir”, explica Ashida.
En las últimas semanas la agencia ha celebrado encuentros en La Habana para hacer públicos los resultados de su trabajo en dos esferas: la salud y la comunidad Nikkei, término que denomina a los emigrantes japoneses y sus descendientes.
Digitalizar servicios médicos
Uno de los proyectos que acaba de concluir JICA en el área de la medicina es el de digitalización hospitalaria en el diagnóstico por imagen, que inició en abril de 2022.
Un hospital pinareño y cuatro de La Habana recibieron en estos tres años computadoras, equipos de conexión wifi, insumos para la infraestructura de conectividad de las redes, servidores y discos de almacenamiento, sistema de aterramiento para los nodos de los hospitales y cable de fibra óptica.
Con este aporte, la agencia japonesa ha hecho posible que estas instituciones médicas cuenten con una red interna que permita al personal de salud acceder muy fácilmente a los resultados de las pruebas de imagenología.

Karel Barthelemy Aguilar, director de informática y comunicaciones del Ministerio de Salud Pública, dijo a OnCuba que “el impacto principal es el perfeccionamiento, dígase en la ejecución en tiempo, en la precisión del diagnóstico y en poder ingresar a los estudios a más pacientes de los que podían atenderse en la institución”.
Asegura que era frecuente que “el paciente, después de recibir la remisión hacia una tomografía, una resonancia o una simple radiografía, regresara al doctor con una foto en el celular o con una memoria, y en muchos casos con el CD. Esta socialización de los estudios se centra en la accesibilidad a través de la red, tanto de la red interna del hospital, como desde la red nacional de ETECSA, donde nuestros profesionales, desde la propia casa o entre hospitales, pueden acceder a los estudios de imagenología y realizar los informes de radiología”, explica Barthelemy.
El programa benefició además, en menor escala y con equipamientos más específicos, a otros cinco hospitales de Cienfuegos, Villa Clara, Camagüey, Holguín y Santiago de Cuba.
“A través de este proyecto, nosotros trabajamos de conjunto para mejorar la calidad de los servicios médicos. Baja la carga de trabajo y aumenta la eficiencia del trabajo de los profesionales y beneficia mucho a la gente que tiene necesidad de este tipo de estudios”, comentó Ashida.
Japón en la sangre
En Cuba viven hoy alrededor de 1100 descendientes de japoneses. Esta comunidad Nikkei se encuentra diseminada por varias provincias del país. JICA también tiene entre sus objetivos de trabajo nuclear y brindar oportunidades de mantener vivo ese arraigo cultural, pero con un enfoque preciso: hacer que la cultura e idiosincrasia japonesa sea para ellos una herramienta para aportar valor al desarrollo de Cuba.

La agencia acaba de abrir la convocatoria a los Cursos Nikkei 2025 para el segundo semestre del año, una oportunidad para formarse en Japón y que implica a universidades, asociaciones civiles o sin fines de lucro, entidades privadas corporativas, entidades públicas locales, provinciales y/o nacionales, que ofrecen sus capacitaciones con el propósito de transferir habilidades, técnicas, know-how y experiencias.
La formación de personal es uno de los vínculos más antiguos que mantienen Cuba y Japón, y data del año 60.
Para esta segunda mitad del año, JICA ofrecerá 26 cursos en temas como identidad nikkei, cultura japonesa, educación hereditaria japonesa, preservación de documentos, atención médica, rehabilitación, cuidados de enfermería y envejecimiento, agricultura, y revitalización de la comunidad nikkei cubana.
“Dentro de esas becas hay muchos temas, pero vamos a dar una oportunidad de reunir los nikkeis de cada país, y que no solamente se capaciten en su especialidad o profesionalidad, sino también queremos que tengan una red para que haya más sinergia entre las actividades de ellos”, nos dice el representante de JICA en Cuba.
Pero esta oportunidad bo es solo para descendientes japones. Desde 2018 estas becas se brindan además a aspirantes no nikkei que cumplan roles importantes o de liderazgo en la cooperación entre Cuba y Japón.
Es el caso de la ilustradora Iris Fundora, quien siempre ha usado técnicas japonesas en su trabajo, y una beca Nikkei fue la apertura a un nuevo camino creativo.
“Esta experiencia es un universo nuevo, es compartir con nikkeis y japoneses con una perspectiva diferente de cómo aplicar las diferentes tradiciones en sentido general en varios negocios, el esquema de negocio, la aplicación de diferentes proyectos que en Cuba no tenemos todavía conocimiento de ellos, o muy poco, e implementar eso en nuestro emprendimiento. Ahora estamos trabajando en una línea textil con el tema ecológico recreando otras técnicas japonesas que no puedo hacer en la ilustración, sino más bien tridimensionales y la idea vino de esa beca”, cuenta Fundora.

Es solo una de las muchas experiencias de quienes llevan adelante proyectos de diverso tipo centrados en la cultura y las tradiciones japonesas, con los que hacen un aporte cultural, económico y social en Cuba.
En el lanzamiento de esta nueva oportunidad de cursos, JICA acogió un simposio de exbecarios que mostró los resultados de esta oportunidad de estudio para los más de 30 cubanos que han accedido a ella.
Yaima Iha Miranda es miembro de la comunidad nikkei de La Habana y una de las exbecarias. Su herencia japonesa viene por su abuelo, proveniente de Okinawa y quien inculcó a su descendencia la cultura y tradición de su nación natal.
“Siento que sobre todo el orden, la disciplina y la organización que tienen los japoneses ha influido mucho en mi vida diaria y es lo que me ha hecho ser una persona responsable”, dice cuando le preguntamos qué es lo más importante que cree que le ha aportado ser una descendiente nipona.
Después de haber participado en las becas en 2023 y 2024, en temas de negocio, cultura y revitalización de la sociedad nikkei cubana, Yaima encabeza hoy el Proyecto Arte y Vida dedicado al uso de técnicas de manualidades japonesas como modo de esparcimiento y ejercitación física y mental para la tercera edad.
Para ella lo más importante es “seguir capacitándonos más para poder continuar con el legado y expandirlo, no solo a la comunidad nikkei, para que conozcan, porque muchas personas están interesadas y muchos no saben ni de la existencia de la comunidad en Cuba”.
“A través de la comunidad nikkei, nosotros podemos tener más vínculos o acercamientos con la sociedad cubana, y eso fomenta la amistad entre Japón y Cuba. También tenemos el objetivo de compartir los valores y cultura de Japón pero queremos que se adapte al contexto cubano, porque Cuba también tiene una cultura muy buena”, concluye Ashida sobre el valor que como agencia de cooperación le otorgan a este tema.